La fuerza especial militar del FBI es una de las más importantes fundaciones del gobierno en Londres. Puesto que la mafia, siempre estaba un paso en frente de ellos. Pero eso dejo se serlo, el día en que el nuevo hombre que llegó a hacer un Coronel, atemorizo a los más hábiles mafiosos.
La sede oficial de Londres, era una fortaleza, nadie podía entrar, ni salir, los únicos que podían entrar eran solo aquellos del centro administrativo y miembros de altos rangos.
Como en ese momento, en el que un veloz Aston Martin de un color negro, con detalles cromados, llegaba a una gran velocidad abrumadora, el escape del motor rugía, mostrándose la revolución del motor. Los guardias que custodiaban los grandes portones metálicos con sus uniformes camuflajeados, con armas de alto alcance, al ver la aproximación rapida del auto, no lo pensaron dos veces en abrir las rejas, que estaban preparadas para resistir intactos de granadas.
Todos conocían de quien se trataba, el hombre quien conducía esa elegante bestia que no se inmutó y entro a gran velocidad sin saludar a los soldados. Mirando desde su posición el auto freno, quemando el asfalto dejando la marca de las llantas. Todos sabían de quién se trataba, sabían lo atemorizante que podía ser el irreemplazable Coronel Alexander Morgan.
Al detenerse de frente a la entrada del indomable edificio fortificado con la mejor tecnología y mejores cadetes, el hombre que está en boca de todos, sale del auto tan cautivador y desprendiendo un aura inmutablemente peligrosa.
Una playera azul marino, junto con unos pantalones de mezclilla negros y botas de trabajo, una cadena se mostraba sujeta a su grueso cuello, ese era, el mismísimo Coronel en persona se mostraba bajo la luz del sol, luciendo tan fresco, atemorizante, luciendo ese sedoso cabello negro y ocultando sus fríos glaciares azules debajo de aquellas gafas oscuras.
Caminando con firmeza e ignorando completamente los murmuros de los que caminaban subió los pocos escalones con rapidez, entro tras las puertas y pasa por el detector de metales sin dejar sus pertenencias en el baúl de plástico.
La soldado de uniforme camuflajeado ignorando el hecho de quien era el hombre que rompía el protocolo se aseguró de detener su andar al posarse delante de aquel enorme pecho.
—Debe saber que no puede pasar así sin más señor...
Pronunció con una ceja alzada al no reconocer de quien se trataba ese semental de hombre que la estaba haciendo temblar, y no era su culpa, el ser una novata que salió apenas de la academia no reconocía al hombre delante de ella.
Sin quitarse las gafas, una de sus comisuras se curvó mostrando ese sensual hoyuelo.
—Magi, él es el Coronel Alexander Morgan...
La castaña al escuchar ese poderoso nombre salir de una de sus compañeras, no pudo evitar que sus piernas temblaban como gelatina, además de que una vez que se quitó las gafas, mostrando esos glaciares de un azul brillante y penetrante, la castaña no pudo evitar sentirse a desfallecer ante esa mirada tan endemoniadamente cautivadora haciendo que todo de él emanara el mismísimo peligro en persona.
—L… Lo lamento
Sin pronunciar una sola palabra, sus ojos no la dejaron ver hasta que se hizo aún lado, una vez su camino estaba despejado siguió su camino a grandes zancadas, devorando el camino, nadie se atrevía a cruzarse en su camino, los pasillos posteriores que conectaban con el principal, solo aquellos que podía lograban darse la vuelta y los que no, solo les quedó la oportunidad de ponerse firmes y hacer el saludo hacia su superior.
No hubo ningún hincapié de que su inmutable rostro mostrará alguna reacción a los saludos o llamados. Había tan solo una cosa que quería hacer Alexander Morgan y era, el hecho de traspasar aquellas enormes puertas de madera fina y pulida.
Tomó las manijas cromadas de ambas puertas y las abrió al mismo tiempo en que entraba, interrumpiendo el trabajo de aquellos hombres de alto rango que discutían acerca de la captura del líder de la Casa Nostra.
—Oh, Alexander gustosos los ojos que te ven
El ministro general Richard Thompson, un hombre de cabellos rubios con ya presentes arrugas demostrando su edad avanzada, pero que eso no los engañe, detrás de esa sonrisa amigable se escondía un hombre con hambre de justicia.
—Llegas tarde
El subministro Benjamin Morgan, cabellos negros, ojos azules, aura peligrosa, era la imagen viviente de Alexander Morgan su hijo. Al igual que él, todos en la familia, ellos emanaban el peligro y superioridad.
Nadie podría opacar o humillar a tales hombres pues tan solo estar al lado de ellos, el que resultaba humillado era el otro.
—Típico de los Morgan
El eco de gutural voz del pelinegro resonó en la oficina mandando unos escalofríos a los demás presentes que lograron percibir la tensión en los dos familiares, sin apartar la vista de la carpeta delante de él se limitó a guardar silencio.
—Oh Benjamin, por favor, tu hijo acaba de volver de sus vacaciones, dejen esa hostilidad para después, vamos, vamos, acércate muchacho
La hostilidad de padre eh hijo siempre ha existido, muchos desconocen el porqué, pero aun así la tensión lograba incomodar a los otros, puesto que las luchas por saber quien tiene el poder entre padre e hijo siempre estaban presentes a donde sea que fueran.
—Ministro General, el Teniente Evans me informó acerca de lo sucedido en Italia estas dos últimas semanas, el motivo de mi presencia solo es para confirmar mi asistencia en la misión de espionaje en la averiguación del nuevo líder de la Casa Nostra
—Oh, por supuesto que sí, reconozco tu valía en el equipo y sé que te encargaras de llevar a los mejores, pero solo quiero aclarar que es una táctica de reconocimiento de un enemigo en común, no quiero altercados y mucho menos bajas, espero que haya sido claro
—Si señor
—Bien, quedando esto más que hecho, no hay nada que hacer aquí…
Dijo poniéndose de pie para caminar hasta el hombre aún al pie de la mesa, este se giró quedando de frente al mayor, quien con una enorme sonrisa estrecho sus hombros con afecto.
—Me alegro de ver a alguien como tú, quizás en otra ocasión más en privado, me des informes acerca de tu próxima boda
Un movimiento en la cabeza le fue basto para averiguar que su amistad era bien recibida, los demás presentes siguieron las mismas causas del Ministro General y huyeron rápido de la tormentosa presencia de los dos Morgan.
Él, aún permaneciendo en su silla sin inmutarse o siquiera saludar a su hijo, se colocó de pie haciéndose escuchar el chillido de la silla corriéndose, sin inmutarse o siquiera verlo, tan solo al acercarse y quedar de frente es que al fin pudieron apreciarse directamente a esos ojos fríos. Como si una colisión de glaciares se evidenciara, sus miradas no hacían más que verse con un enfoque abrumador, Benjamin Morgan curvo su comisura ligeramente y colocó su mano sobre el hombro de su hijo con afecto.
—Me alegro de verte hijo
Menciono con una tonalidad de voz más cálida, Alexander, solo se limitó a imitar sus gestos y asentir con alegría, aun si no se ven, ambos tenían una dificultad enorme, era el hecho de no poder demostrar muestras de afecto enfrente de otros.
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Comments
LUZ AMPARO SALINAS ANGULO
jajajaja OMG el orgullo del padre /CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy/
2024-10-25
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