...La envidia arranca la piel del rostro del envidiado, si el envidiador así lo desea....
La chica del asiento trasero había vuelto con las compras, y estábamos nuevamente en la carretera, buscando salir de aquella ciudad.
— Oye, te compré chicles, sé que te gustan.
— Eh, sí, gracias.
El silencio en...
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Stalker
24.
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