Capítulo 3

Diana era una chica hermosa tanto por dentro como por fuera, todo lo que la vida le había quitado, se lo había retribuido en belleza. Su piel era muy blanca, haciendo un contraste perfecto con sus ojos azules cristalinos y cabellos negros como la noche más oscura. Su voz era suave y dulce, así como toda ella. Era imposible no sentir la necesidad de cuidarla y protegerla, solamente sus padres que Dios sabe cuales fueron sus motivos para dejarla abandonarla.

Su primer día de trabajo le fue excelente, todos los clientes salieron satisfechos con su labor, incluso reservaron para tener nuevamente una sección con ella para otra ocasión y aseguraron recomendarla. Esto llamó mucho la atención del jefe, el cual le pidió a su secretaria que la llevara ante él para felicitarla en persona y así hechar un vistazo a la chica. Él no era el que contrataba a los empleados, ni tenía ni la más mínima idea de como se veía, ya que tenía a otra persona destinada a esa función.

Cuando Diana supo que su jefe la solicitada en el despacho sintió tanto temor que se puso pálida en un instante, rápidamente le explicaron que no era por nada malo, más bien para felicitarla, lo había hecho excelente en su primer día. Ella poco a poco fue recomponiéndose del susto, pero igual estaba muy nerviosa de ver al jefe en su primer día de trabajo, era algo tímida.

Según escuchó de otros empleados el jefe era una persona muy estricta, mujeriego, aunque muy bello, tenía veintisiete años y no estaba comprometido con nadie, a veces se aprovechaba de las empleadas más hermosas para satisfacer sus deseos carnales, así que fue advertida de su actuar, esto le daba más temor aún. Pero no había más opción que obedecer e ir a su encuentro.

Diana llegó a la oficina del jefe, estaba algo mareada de tanto nerviosismo, toco la puerta sutilmente y fue ordenada a entrar, su jefe tenía una voz grave, impresionaba un poco escucharlo.

- Buenas tardes, soy Diana. Dijo al entrar.

Al verlo había que admitir que era precioso, sus rasgos eran muy parecidos a los de ella, ojos azules, cabello negro y piel blanca.

- Diego, siéntate que no muerdo. Contestó su jefe mientras le daba la mano en señal de saludo.

Escuchar ese comentario le dio más nerviosismo a Diana, no estaba acostumbrada a esa manera de hablar, era algo que nunca creyó que escucharía de su jefe en la primera línea de conversación. Ella tomó asiento y lo miró en espera de que continuara hablando, ya que ella no tenía nada más que decir.

- Te cité aquí para felicitarte, es tu primer día y ya tienes varias citas agendadas, si sigues así te daré un aumento, dijo él.

-. Gracias. Dijo ella sonrojada aún por lo ocurrido anteriormente.

- Lo que necesites aquí estoy. Te invito a un café si gustas, le dijo él.

Al parecer Diana le cayó en gracia y no era para nada un alarde que ella gozaba de gran belleza, pero está lo rechazo alegando que se le hacía tarde para volver a casa, claro omitió que no tenía hogar, más bien vivía de caridad. Él la dejó ir, pero que no lo acompañará le chocó un poco, no estaba acostumbrado a que las chicas lo rechazaran, pero no insistió, la dejó ir sin resistencia.

Diana fue corriendo al orfanato, al llegar fue apresurada a su habitación para no ser vista por el nuevo sacerdote, al pasar el horario de la cena fue que salió para darse un baño y comer algo, luego regresó a su habitación, antes de dormir la hermana sol Inés fue por su cuarto para saber de su día. Antes de dormir Diana rezaba por qué su vida marchara bien sin complicaciones.

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Comments

Anonymus

Anonymus

Seta que el jefe es hermano de ella? por lo del parecido entre ambos.

2024-04-23

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