De vuelta al mundo

Makoto se levantó del suelo con movimientos lentos, atónito y confuso. Miró a su alrededor con una mezcla de incredulidad y agotamiento. El entorno había cambiado de manera abrupta y, aunque el lugar parecía familiar, no podía recordar cómo había llegado allí. Suspiró profundamente, sintiendo el cansancio acumulado de una experiencia intensa. Hikari, a su lado, se incorporó lentamente, frotándose los ojos como si intentara despejar una pesadilla.

—¿Qué haces? Tranquilízate, ¿quieres? —dijo Makoto mientras le ofrecía una mano para ayudarla a levantarse.

Hikari le miró con una mezcla de gratitud y cansancio, y luego preguntó con curiosidad:

—¿Regresamos de verdad?

Makoto observó a su alrededor, intentando acostumbrarse a la nueva realidad que se desplegaba ante él. La biblioteca, un lugar que había sido su refugio y su prisión, se mostraba ahora más grande y acogedora de lo que recordaba. Los estantes llenos de libros antiguos parecían estar en perfecto orden, como si el tiempo no hubiera pasado desde su última visita.

—Así parece —respondió Hikari, con una voz que aún llevaba la marca de la preocupación.

Los dos hermanos estaban en el suelo de una biblioteca que, aunque conocida, tenía una atmósfera diferente. Cerca de ellos, había un gran libro de fantasía cerrado, con el título "Dream Stories" en letras oscuras sobre un fondo verdoso casi azulado. Parecía haber sido el epicentro de su reciente aventura.

Makoto y Hikari se abrazaron brevemente, sintiendo el consuelo de estar juntos en un mundo que, aunque extraño, les era familiar. Después de unos momentos, se separaron y miraron el libro que había estado en el centro de sus pruebas. Decidieron colocarlo de nuevo en el estante donde lo encontraron.

—Prometemos no meternos en estos lugares sin permiso —dijeron al mismo tiempo, con una resolución que reflejaba su deseo de evitar futuros problemas.

Un hombre de mediana edad, con una expresión amable y un aire de sabiduría, se acercó a los chicos. Sus ojos brillaban con un destello de satisfacción, como si hubiera estado esperando su regreso.

—Lograron salir del libro, felicidades. ¿Tuvieron una experiencia inolvidable? —preguntó con un tono que mezclaba curiosidad y alivio.

Hikari sonrió con una leve expresión de sorpresa, y su entusiasmo era evidente.

—¡Fue alucinante! —recalcó con una emoción que no podía ocultar.

Makoto asintió lentamente con la cabeza, aún tratando de procesar todo lo que había ocurrido.

Makoto y Hikari salieron de la biblioteca, acompañados por una sensación de incomprensión y desorientación. La vida que conocían había cambiado irrevocablemente, y aunque el peligro inmediato había pasado, sabían que la experiencia les había dejado huellas profundas. El regreso a la vida cotidiana parecía distante, casi irreal.

Pasaron días en los que intentaron adaptarse a una vida que, aunque seguía siendo la misma en apariencia, se sentía diferente. Vivían con su madre, mientras que su padre, quien había salido a comprar cigarrillos años atrás, nunca había regresado. La vida de los hermanos no era un camino de rosas, sino una serie de desafíos y dificultades. En la escuela, aunque eran considerados genios por algunos, para la mayoría de los compañeros eran solo dos niños más, y el bullying y los tratos violentos se convirtieron en una parte dolorosa de su existencia.

Una noche, Hikari, cansada de la vida que llevaban, se acercó a su hermano con un tono de desesperación.

—Hermano, ya no quiero más esto.

Makoto, sintiendo la angustia en la voz de su hermana, la abrazó con ternura. El calor de su abrazo parecía transmitirle un poco de consuelo y esperanza.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó Makoto, con una voz que reflejaba su preocupación y su disposición a ayudar.

Hikari, con lágrimas en los ojos, sugirió con determinación:

—Vamos de nuevo a la biblioteca. Este mundo no me gusta…

Makoto, considerando la propuesta, pensó que tal vez esa era la oportunidad para cambiar sus vidas de una manera significativa. La idea de aventurarse nuevamente en un mundo desconocido, pero con la posibilidad de encontrar algo mejor, parecía una opción válida.

—Sí, vamos —dijo Makoto con una determinación que reflejaba su deseo de apoyar a su hermana y de buscar un cambio en sus vidas.

Hikari sonrió al escuchar la respuesta de su hermano y, dejando de abrazarlo, le tomó de la mano. Juntos, caminaron hacia la biblioteca, que se alzaba ante ellos como un símbolo de esperanza y de nuevas posibilidades.

Al llegar a la biblioteca, el ambiente era tranquilo, pero cargado de una atmósfera mágica y misteriosa. El hombre que les había ayudado anteriormente estaba en su puesto, observando a los chicos con una mirada que parecía comprender su decisión.

—¡Pequeños, se han regresado! —dijo el hombre con una sonrisa que ocultaba una mezcla de curiosidad y satisfacción.

Hikari, con una expresión de determinación, respondió:

—Queremos una historia que no podamos salir jamás.

El hombre asintió, como si esperara esta solicitud. Se dirigió a una sección restringida de la biblioteca, donde los estantes estaban llenos de libros de aspecto antiguo y misterioso.

—Quieren una historia larga, por lo que veo —comentó el hombre mientras caminaba hacia un área que parecía más oculta.

Makoto y Hikari se miraron, sabiendo que estaban a punto de embarcarse en otra aventura. El hombre sacó un libro oscuro de un estante y se lo mostró a los hermanos.

—Esta es la historia más grande que tenemos —dijo el hombre con un tono solemne.

El libro era imponente, con una portada negra y dorada que emanaba un aura de misterio. Los dos chicos se acercaron y observaron el libro con fascinación.

—Esta historia puede albergar a más de una persona —continuó el hombre—. Deben cumplir las tareas para poder salir.

Hikari, con la curiosidad brillando en sus ojos, leyó las instrucciones en la parte posterior del libro mientras Makoto observaba a su alrededor. Ambos se miraron con una mezcla de emoción y aprensión, conscientes de que estaban a punto de emprender un nuevo desafío.

—¿Solo debemos cumplir las misiones para salir? —preguntó Makoto, tratando de confirmar los detalles.

—Así es —respondió el hombre—. Espero que tengan un excelente viaje. Toquen el libro para entrar.

Makoto tomó la mano de Hikari con firmeza, sintiendo el apoyo mutuo mientras se preparaban para enfrentar lo desconocido. Juntos, dijeron al unísono:

—Juntos vamos a estar sin importar lo que pase. Libro, sé nuestro mundo.

El libro abrió su primera página, y una luz brillante emergió de él, envolviendo a los hermanos en una niebla que parecía tener vida propia. La luz los absorbió suavemente, llevándolos a través de un túnel de oscuridad y brillo.

De repente, se encontraron en un bosque bañado por la luz del sol. El entorno era exuberante, con árboles altos y verdes que se alzaban majestuosamente. Pequeños pasos de caballos se escuchaban a lo lejos, y el ambiente parecía vibrar con una energía antigua y poderosa.

Un jinete en su caballo se acercó a ellos con una mirada inquisitiva.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el jinete con una autoridad que no admitía dudas.

Makoto, sintiendo la necesidad de afirmarse, respondió con un tono desafiante:

—¿A quién le debe importar? Ni siquiera sabemos cuál es tu nombre.

El jinete frunció el ceño, bajándose de su caballo con una expresión de desdén.

—Para ser un hombre, eres demasiado inseguro —dijo, con una nota de desdén en su voz.

Makoto se mantuvo firme, respondiendo con una mezcla de irritación y calma.

—No soy inseguro. Solo que usted es muy intrépido para preguntar cosas que ni nosotros sabemos.

Hikari, tratando de aliviar la tensión, intervino con una voz tranquila:

—Estoy de acuerdo. ¿Para qué preguntas si ni siquiera sabemos tu nombre para decirte el nuestro?

El hombre, sorprendido por la respuesta directa de la niña, miró a Makoto y luego a Hikari. Su expresión cambió a una de asombro y respeto.

—Es la primera vez que veo a una niña que habla sin permiso de su hermano —comentó, con una mezcla de admiración y curiosidad.

Makoto, sintiendo que la situación se estaba volviendo absurda, decidió aclarar la confusión.

—Mi hermana tiene su voz, así que es normal que hable. No es muda, es una humana que tiene el poder para hablar a su antojo, así que déjate de vaina.

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