Niebla Oscura.

El hombre quedó mirando a los chicos por un momento, sorprendido por su actitud, pero no le prestó demasiada atención. Lo que más le preocupaba era el silencio abrumador que se había instaurado. Tomándolos por el brazo, los llevó cabalgando hacia una imponente mansión.

Al llegar, Makoto sentía un dolor punzante en la espalda y las piernas, mientras que Hikari, que había estado apoyada sobre él, tenía solo una ligera molestia.

Makoto: Uff, es la primera vez que montamos un caballo y duele como el demonio.

Hikari: Es como si estuviéramos en una moto...

Makoto: Exacto, solo que en un camino lleno de piedras.

Hikari: No veo fallas en tu lógica.

-Ya basta de hablar ustedes dos -dijo el hombre con un tono cortante.

Los chicos se callaron y se miraron, luego volvieron su atención al hombre.

Makoto: ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Arther -respondió, serio.

Hikari: Él es Makoto y yo soy Hikari. Somos hermanos.

Arther: Un gusto...

Arther los miraba con seriedad mientras pensaba en algo. Los llevó a una bañera y los metió dentro.

Arther: Báñense, que debemos ir a otro lugar.

Arther salió del baño, dejando a los chicos mojados en la tina.

Makoto: ¡Lo voy a matar!

Makoto y Hikari salieron de la bañera, limpiándose la cara mientras el agua escurría por sus cuellos. Se miraron por un momento y se quitaron las prendas mojadas para bañarse adecuadamente.

Hikari: ¡Qué cuerpo tienes, hermanito!

Makoto: ¡Ya cállate!

Arther estaba en la puerta, escuchando la conversación. Le resultó extraño que los dos estuvieran juntos en el baño. Abrió la puerta y entró levemente. Sin embargo, al hacerlo, observó el cuerpo de Makoto.

Tenía una cintura delgada, un trasero mediano y nalgas redondas. Arther se sonrojó un poco y salió corriendo del baño.

Makoto: ¿Qué pasó?

Hikari: Nada...

Hikari había notado la entrada de Arther, pero luego lo vio salir corriendo.

Arther: Ah, tiene un cuerpo demasiado sensual... ¿pero qué estoy diciendo? -murmuró mientras se tocaba la nuca.

Cuando terminaron de limpiar sus cuerpos, salieron de la tina y se miraron en el espejo. Hikari decidió romper el silencio.

Hikari: Arther, ¿puedes traernos algo de ropa?

Arther salió de sus pensamientos y trajo un elegante vestido azul y un pantalón negro con un suéter blanco. Se los entregó a través de la puerta entreabierta.

Arther: Aquí tienen, agárrenlo...

Los chicos se cambiaron. El traje de Makoto le quedaba algo ancho, mientras que el vestido de Hikari acentuaba su pequeña cintura. Se miraron en el espejo y luego entrelazaron sus manos. De repente, gritaron, haciendo que Arther entrara apresuradamente.

Arther: ¿Qué pasa?

Arther los miró sin sonrojarse. Makoto inclinó un poco la cabeza, confundido por el sonrojo de Arther, y se acercó para tocarle la frente sutilmente.

Makoto: No tienes fiebre y estás rojo...

Hikari sonrió suavemente, casi riéndose.

Arther: Vengan, debemos irnos. Pronto caerá la noche y no podemos partir a la capital después.

Hikari: ¿A la capital para qué?

Makoto: Buena pregunta...

Arther no respondió más. Les tomó de las manos y los condujo hacia la salida de la mansión. Los metió en una lujosa carroza y subió con ellos.

El viaje fue algo movido por las piedras del camino. Al llegar a la capital, Arther no se detuvo y continuó hasta las puertas del castillo. Una vez dentro, las puertas se cerraron y se activó una alarma.

La oscuridad se acercaba. Aunque las luces estaban encendidas, la niebla negra que se desplegaba hacía que incluso las luces más débiles desaparecieran.

Todos miraban por las ventanas del castillo, pero Makoto e Hikari permanecían tranquilos, observando. Mientras lo hacían, un hombre se acercaba sin hacer ruido.

-Arther, amigo, ¿qué haces aquí? -se escuchó una voz gruesa.

Arther solo miraba por la ventana.

Arther: Encontré a estos dos chicos a las afueras y no dudé en traerlos conmigo.

Makoto: ¿Es normal que la ciudad se torne en una manta negra? -preguntó con curiosidad.

-Desde hace años ocurre esto. Desaparecen personas y nunca

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