Makoto observaba a su querida hermana Hikari con una leve sonrisa, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. La recuperación había sido ardua, pero ver a Hikari de nuevo le daba un consuelo que pocas cosas podían igualar. La expresión de Hikari era un torbellino de emociones; su rostro mostraba una combinación de preocupación, determinación y un toque de dramatismo que Makoto encontraba reconfortante y doloroso a la vez.
Hikari, con su habitual intensidad, se levantó de la silla junto a la cama de Makoto y se colocó al frente de él. Sus ojos estaban vidriosos, llenos de lágrimas que trataba de mantener bajo control. Su sonrisa, aunque temblorosa, reflejaba un sincero afecto.
—¿Vamos a hacer lo de siempre? —preguntó Hikari, su voz temblando levemente.
Makoto, aunque su expresión estaba marcada por la seriedad, no pudo evitar dejar escapar una pequeña sonrisa. La tensión de la situación estaba a punto de aliviarse, y el ritual que compartían siempre tenía un significado especial para ellos.
—Sí, lo de siempre —respondió Makoto con un tono decidido, pero su mirada revelaba un profundo cansancio.
La noche se estableció con un silencio que parecía pesar en el aire. Hikari se levantó de nuevo, con una sonrisa triste, y se despidió de Makoto. Abrió la puerta con suavidad, su figura se desvaneció en el pasillo y la puerta se cerró detrás de ella con un leve clic.
Makoto permaneció en la habitación, sus ojos fijados en el vacío mientras sus pensamientos vagaban por el reciente conflicto emocional. Cerró los ojos, tratando de encontrar paz en la oscuridad, pero un ruido repentino lo sacó de su trance. Las luces parpadearon y luego se apagaron completamente, sumiendo la habitación en una oscuridad total. En medio de esa oscuridad, unos ojos brillantes comenzaron a moverse alrededor de él.
—Hasta que al fin te atreves a venir —dijo una voz grave, resonando en el vacío.
Makoto abrió los ojos de par en par, ajustando su vista a la penumbra. Reconoció la voz al instante. Era Sebastián, su antiguo amante.
—Sabes que siempre he venido por ti, pero ni Hikari me ha dejado verte —dijo Sebastián, su tono cargado de una mezcla de reproche y tristeza.
—Sebastián, nunca me dices la verdad. Seguro te estabas metiendo con mujeres y hombres en mi ausencia —dijo Makoto con un tono dramático, su voz llena de resentimiento.
Sebastián guardó silencio, el peso de las palabras de Makoto cayendo sobre él. La verdad era innegable; su infidelidad durante el tiempo que Makoto estuvo postrado en la camilla no podía ser ignorada. Sebastián bajó la mirada, visiblemente afectado.
—Tienes razón, te fui infiel durante el tiempo que estuviste en esa maldita camilla —dijo Sebastián con un tono serio y arrepentido.
Makoto lo miraba con los ojos llenos de lágrimas, su corazón se rompía al escuchar la confesión. Cerró los ojos con fuerza, tratando de controlar el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.
—Lárgate de aquí, no quiero verte más en esta vida —dijo Makoto con agonía, su voz apenas un susurro.
Sebastián quedó sorprendido por la intensidad del rechazo y, sin decir una palabra más, salió de la habitación. Cerró la puerta con suavidad, dejando a Makoto solo en la oscuridad. La última imagen que Makoto escuchó fue la voz de Sebastián alejándose, mientras él sollozaba en su soledad.
—Terminamos —dijo Makoto entre lágrimas, el nudo en su garganta casi impidiéndole hablar.
La habitación quedó en silencio, y Makoto se sumió en su dolor. Lloró durante un breve período, pero pronto su expresión cambió. Sus ojos, una vez rojos por el llanto, se tornaron más serios y decididos. Una sonrisa de maldad apareció en su rostro mientras sus pensamientos se volvían más oscuros.
—Por fin se terminó esta maldita relación —pensó Makoto, su mente llena de rencor y alivio—. Desde que comenzamos a salir, me aborrecía la idea de estar con este idiota.
Después de un rato, Makoto se levantó de la camilla con un nuevo sentido de determinación. Se puso lentamente las prendas de vestir, cada movimiento era una reafirmación de su decisión. Cuando salió de la habitación, la luz de la mañana le ofreció un contraste refrescante con la oscuridad que había enfrentado.
La vista se posó en el exterior, donde los colores vibrantes de las plantas y árboles creaban un paisaje encantador. El contraste con la tristeza de su interior era marcado, y Makoto encontró un momento de paz en la belleza natural que lo rodeaba.
—Ahí estás —dijo Hikari, apareciendo de repente a su lado.
—Hermana —respondió Makoto con una leve sonrisa, aliviado de ver a Hikari de nuevo.
Hikari observó su rostro, notando la seriedad que parecía haber tomado el lugar de la tristeza. Se acercó a él, preocupada.
—¿Lo has hecho? —preguntó Hikari con una mezcla de ansiedad y esperanza.
—Sí, lo hice. Terminé con Sebastián —dijo Makoto, su tono firme y resoluto.
—Bien hecho, se lo merecía. Ahora debemos hacer lo que falta y poder irnos de este maldito mundo de porquería —dijo Hikari, su expresión reflejando una mezcla de cansancio y frustración.
Makoto y Hikari se miraron por un momento, compartiendo una conexión silenciosa que hablaba más que cualquier palabra. Luego comenzaron a caminar por la calle llena de colores, cada paso una afirmación de su deseo de dejar atrás el pasado.
A medida que avanzaban, la gente a su alrededor los miraba con curiosidad y envidia. La apariencia inusual de los hermanos, combinada con la atmósfera que llevaban consigo, capturaba la atención de todos. Sus miradas eran una mezcla de sorpresa y desdén, como si su presencia desafiara el orden natural de las cosas.
—Personas como ustedes no deberían estar aquí —dijo una señora con un tono despectivo y envidioso.
Hikari sonrió tiernamente, mientras Makoto la imitaba. Su respuesta era tranquila pero cargada de significado.
—Gracias a ti somos libres —dijeron juntos, sus voces resonando en un eco de liberación.
Mientras sus palabras se desvanecían, Makoto y Hikari comenzaron a desaparecer lentamente, dejando a todos los que los miraban atónitos y sin palabras. La transformación fue gradual, casi etérea, y la gente quedó sorprendida, sin poder comprender lo que acababa de suceder.
—Ni la estrella más pequeña puede dejar de alumbrar en la inmensa oscuridad, ni siquiera la oscura tiniebla puede apagar una pequeña luz en todo el mundo. La luz es más colorida que una oscura habitación —dijeron al final antes de desvanecerse por completo.
Las palabras de Makoto y Hikari resonaron en el aire, un mensaje de esperanza y resistencia que perduraría incluso después de su partida. En el lugar que habían dejado atrás, los ecos de su declaración se mezclaron con el murmullo de la multitud, creando una sensación de misterio y maravilla.
La desaparición de los hermanos dejó una impresión duradera en los que los habían observado. La presencia de Makoto y Hikari, y el mensaje que habían compartido, resonaron en el corazón de aquellos que habían sido testigos de su salida. Mientras el paisaje volvía a la normalidad, una nueva perspectiva comenzaba a surgir en el aire, como un cambio sutil pero profundo en la atmósfera.
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Comments
💋UwU_Senpai🔪
q temática , el diablo /CoolGuy/
2024-05-30
0
Taarst
waos
2024-05-30
0
badboys
😳😳😳😬😬😬😬😬😬😬 por amor a todos los santos que acabo de leer vaya que me dejó sorprendido/Blush//Blush//Blush//Blush/ autor tienes una imaginación muy Terrible y sorprendente vaya capítulo muchas emociones/Gosh//Gosh//Gosh//Gosh//Gosh/
2024-05-14
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