El aire denso y opresivo de la cueva parecía pesar sobre nuestros hombros mientras contemplábamos la carta recién encontrada. Sus palabras nos dejaron sin aliento y nos desconsolaron profundamente. No solo teníamos que enfrentar la terrible decisión de sacrificar a uno de nuestros compañeros, sino que también debíamos dirigirnos a un antiguo pueblo en China en busca de una nueva pista.
El silencio se apoderó de la habitación mientras todos nosotros procesábamos la información. Las miradas se volvieron sombrías y llenas de preocupación, mientras una sensación de desesperación se arrastraba en nuestras almas. Ryan, siempre impulsivo y ansioso, tomó la carta y comenzó a leerla en voz alta, enfatizando cada palabra con resentimiento y enojo.
- ¡No puedo creer que tengamos que hacer esto! -exclamó Ryan, su voz llena de rabia-. ¿Cómo es posible que estemos dispuestos a sacrificar a uno de los nuestros por un maldito botón?
Mi corazón se aceleró al escuchar sus palabras, y el miedo comenzó a apoderarse de mí. No podía imaginar dejar a Lucy atrás, enfrentando un destino incierto en las profundidades de esta cueva siniestra. Mis pensamientos se volvieron caóticos mientras las lágrimas amenazaban con empañar mi vista.
- No podemos simplemente abandonarla aquí -dije con voz temblorosa, intentando encontrar una solución alternativa-. Tal vez haya otra forma de abrir la puerta sin sacrificar a alguien.
Pero Ryan no estaba dispuesto a escuchar razones. Sacó su arma y la apuntó directamente hacia mí, con los ojos llenos de furia y desesperación. El brillo frío del acero me hizo temblar, y su voz susurró amenazadoramente:
- Si no quieres que sea Lucy, entonces quédate tú en su lugar. No puedo permitir que arrastremos a alguien más en esta maldición.
Mi corazón se detuvo en mi pecho mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas, tratando de hacerlo razonar, pero la desesperación y el miedo en sus ojos me dejaron sin argumentos. Sabía que no podía luchar contra él, que estaba dispuesto a llegar hasta el final.
Las lágrimas caían por mis mejillas mientras asentía con la cabeza, aceptando mi destino. Sabía que no tenía otra opción. Lucy merecía tener una oportunidad de escapar y encontrar su propio camino, y si eso significaba que yo debía quedarme atrás, entonces así sea.
Con un nudo en la garganta, me acerqué a Lucy y la abracé con fuerza. Le susurré palabras de amor y despedida, prometiéndole que encontraríamos una forma de sacarla de allí, incluso si eso significaba arriesgar nuestras propias vidas. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se alejaba lentamente, con pasos vacilantes, hacia el botón que abriría la puerta.
Una vez que Lucy estaba en su lugar, me volví hacia Ryan con determinación. Sabía que no podía permitir que mi amiga muriera sola y asustada. Aunque me apuntara con el arma, estaba dispuesto a enfrentar mi destino a su lado.
Pero justo cuando Ryan estaba a punto de presionar el gatillo, un extraño resplandor llenó la cueva. Un fuerte estruendo nos sacudió, y antes de que pudiéramos reaccionar, la puerta de roca se abrió de par en par. Sin pensarlo dos veces, corrimos hacia la salida, dejando atrás la oscuridad y el sacrificio que habíamos dejado atrás.
Al salir de la cueva, nuestros ojos se encontraron con un paisaje completamente diferente. Ante nosotros se extendía un vasto horizonte de montañas cubiertas de nieve, y en la distancia podíamos ver las luces parpadeantes de un antiguo pueblo en China. Sabíamos que nuestro siguiente objetivo nos esperaba allí, y que tendríamos que enfrentar nuevos desafíos y peligros para llegar hasta allí.
El corazón lleno de dolor y determinación, nos dirigimos hacia China, sabiendo que la promesa que habíamos hecho a Lucy nos impulsaría a superar los siguientes obstáculos.
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