Su cabeza siente que ya no puede contener el calor producido por la emoción llamada ira. Los oídos empezaron a zumbar.
La sangre fluía mucho más rápido de lo habitual. Los ojos se calentaron. Preparándose para recuperar la claridad que Diana ha desperdiciado demasiado desde que quedó varada en este extraño mundo.
Honestamente, no sabía por qué estaba tan débil. ¿Será porque el cuerpo que habitaba no es completamente suyo?
Diana lo odia. Odiaba ser demasiada débil.
En este momento el cerebro ya no es capaz de procesar nada. Las palabras de Ashlan realmente hicieron que Diana perdiera la cabeza hasta que su palma aterrizó pesadamente en la mejilla del Emperador sin darse cuenta.
Todos los sirviente parecieron sorprendidos. No esperaba que la Reina abofeteara a su Emperador con tanta fuerza.
El caballero Bennett tomó la iniciativa de acercarse. Sin embargo, Ashlan le dio débilmente un código para que no hiciera nada más que permanecer en silencio.
-¿Quién te crees que eres, eh? ¿Qué derecho tienes a juzgarme así?- gritó Diana justo en frente de Ashlan, quien se limitó a mirarla en silencio.
-¿Crees que quería nacer en este mundo sacrificando la vida de mi madre?- La voz de Diana se ahogó.
Su corazón dolió increíblemente cuando esas palabras escaparon de su boca.
-Si pudiera elegir, sería mejor para mí morir que mi madre. Sería mejor para mí desaparecer del mundo para que mi padre no viviera con la mitad del alma que tiene ahora. Y, ¿qué?
-¿acabas de decirme? ¿Que soy una inútil?- Se rió discordantemente.
-Si ya sabes que soy una inútil, ¿por qué te casaste conmigo, estúpido?- Gritó justo en la cara de Ashlan.
-¡Estás loco bastardo!- Diana maldijo mientras empujaba el cuerpo de Ashlan con fuerza antes de irse con pasos apresurados.
Ashlan seguía impasible. El hombre miró fijamente a Diana y se fue sin expresión. Quién sabe lo que tenía en mente, nadie más que el caballero Bennet podía adivinarlo.
-¿Por que le habló con tanta dureza a la Reina, Su Majestad?- preguntó el Caballero Bennett cuando solo quedaban él, Ashlan y otros dos Caballeros.
-Es mejor así- respondió mientras se alejaba.
El caballero Bennett suspiró. Otros dos Caballeros ya se estaban moviendo tras Ashlan. Sin embargo, permaneció en silencio mientras miraba preocupado a su primo.
-Tienes derecho a ser feliz. ¿Por qué tienes tanto miedo de empezar, Ashlan?
......................
-Su Alteza, ¿se encuentra bien?- Mulanie se acercó lentamente hacia Diana que sollozaba en el banco del parque.
Se podían escuchar débilmente quejas y malas palabras de la boca de la mujer a la que servía. Como siempre, Mulanie sabía que eso estaba mal.
Sin embargo, por hoy dejó los oídos sordos. Al menos hoy liberó a Diana de una carga demasiado tortuosa.
-¡Lo odio, Lanie! Él-él es un mal hombre. ¡Incluso peor que Gerald el mujeriego!- Diana tartamudeó mientras se secaba las lágrimas.
-¿Qué derecho tienes a decirme todo eso, Lanie? En serio, ¿qué hice mal para que me humillaran así?, mi propio marido también lo hace. Estoy herida, Lanie.
-Su Majestad...- Mulanie miró a Diana con preocupación.
No había nada que la niña pudiera hacer aparte de escuchar las quejas de Diana.
-Salvó mi buen nombre delante de todos en la fiesta de anoche. Luego, unos momentos después casi me mata.
-Entonces... Se volvió dulce otra vez y se disculpó por su actitud. Pero... ¿Por qué se está volviendo malvado? ¿Otra vez ahora?
-¡Quizás Su Majestad el Emperador simplemente esté teniendo problemas, Su Majestad!
-¿Y descargar sus problemas conmigo es apropiado? ¿Es así?- Diana protestó rápidamente.
-Lo odio. ¡No quiero volver a ver a ese cruel Emperador, Lanie!
Varios días después, Diana siguió intentando evitar encontrarse con Ashlan. Ya ni siquiera dormía en su antigua habitación.
Decidió trasladarse a otra parte del palacio para no encontrarse con Ashlan. Aparte del odio, también tuvo cada vez más miedo porque se dio cuenta de que su acción de abofetear a Ashlan era un poco excesiva.
¿Qué pasaría si el hombre fuera vengativo y en lugar de eso le cortara el cuello? Sólo pensar en eso hizo que a Diana se le erizaran los pelos del cuello.
-¡Reina!- Alguien llamó desde atrás cuando vieron a Diana pasar furtivamente por la biblioteca real donde se encontraba Ashlan actualmente.
Debido a que Mulanie estaba enferma, ya no había espías que pudieran informarle del paradero de Ashlan.
El corazón de la niña casi saltó de su lugar. Era como un ladrón al que el anfitrión acababa de pillar con las manos en la masa.
Asustada, se dio vuelta y encontró la figura del Caballero Bennett caminando hacia ella.
-Shh...- Diana se llevó el dedo índice a los labios como señal para que el caballero Bennett se callara.
El hombre de pelo rizado arqueó una ceja. Se sorprendió el comportamiento de Diana, que parecía intentar evitar algo.
-¿Qué está pasando...- Antes de que terminara de hacer preguntas, Diana ya lo había arrastrado lejos de ese lugar.
Su agarre sólo se soltó cuando Diana encontró un lugar seguro para hablar con el Caballero Bennet.
-¿Estás evitando encontrarte con el Emperador?- adivinó el caballero Bennett.
Diana asintió.
-Por favor, no se lo diga a Su Majestad si se encuentra con él hoy.
-¿Pero por qué?
La chica de cabello castaño resopló con dureza.
-Porque todavía quiero vivir.
-No entiendo lo que acaba de decir la Reina. ¿Qué tiene que ver el encuentro con el Emperador con tu deseo de vivir?- preguntó el caballero Bennett mientras fruncía el ceño.
-Simplemente no quiero que ese cruel humano me corte la cabeza de repente- Atrás quedó la formalidad en el discurso de Diana.
Al escuchar esto, Knightel caballero Bennett guardó silencio por un momento antes de reírse a carcajadas ante las palabras de Diana.
Y Diana, que vio esto, inmediatamente miró con desaprobación.
-¿Por qué te ríes?- su protesta no fue aceptada. ¿Será que en este lugar nadie puede respetar la vida ajena?
-¡El Emperador no es tan cruel, Reina!
-Dices eso porque eres su primo- el caballero Bennett detuvo su risa.
Miró fijamente a Diana, que todavía tenía una expresión molesta. Luego, el hombre le sonrió significativamente a Diana.
-¡No es tan malvado como crees, Reina!- el caballero Bennett bajó la voz.
-¡En realidad!- añadió antes de que Diana pudiera protestar.
-Si no es cruel, ¿por qué casi me mata esa noche?
El caballero Bennett suspiró.
-Su Majestad puede haber cometido un error. Y realmente se arrepintió de sus acciones después de eso.
-¡Tch! ¡Cómo es eso posible!- Diana negó, cruzando los brazos frente a su pecho.
-Si no se sintiera culpable, ¿por qué iría a la torre de los magos en medio de la noche a pedir medicinas para que su cuello sanara y no dejara cicatrices?
-¿Q-qué?- Los ojos de Diana se abrieron ante las palabras del caballero Bennett.
-Sí- asintió el hombre,
-El emperador estaba dispuesto a subir a la montaña en medio de la noche para encontrarse con el gran mago y pedirle medicina para que su cuello sanara y no dejara cicatrices. Luego, al día siguiente, temprano en la mañana, también tuvo que ir a la residencia del Duque Hendrick para sofocar la ira del hombre porque Su Majestad había castigado a su hija con azotes.
-¿El Emperador vio a mi tío Robert?- Diana preguntó, media incrédula.
-Ya deberías saber cuál es la posición del Duque Hendrick en este país. Es el controlador de casi 60 familias nobles en este país. Lo que significa que podría llevar a cabo un golpe de estado y obligar a Su Majestad a abdicar.
Diana quedó impactada por la realidad de la que acababa de darse cuenta. Simplemente recordó una parte de la historia sobre quién era el Duque Hendrick en esta historia.
Era un confidente del rey anterior. También es quien ha estado acompañando y enseñando a Ashlan varias cosas sobre el liderazgo estatal.
Una cosa que Diana no entendió hasta que terminó de leer esa historia.
¿Por qué Ashlan no parece moverse frente al Duque Hendrick? De hecho, ¿podría decirse que lo conmovieron como un muñeco?
-¿Es por culpa de mi tío Robert que Su Majestad ha actuado tan groseramente conmigo?- Diana adivinó.
El caballero Bennett asintió.
-¡Es usted muy inteligente a la hora de comprender la situación, Su Majestad! Entonces, ¡disculpe! Creo que mi explicación es suficiente para explicar un poco de su odio hacia el Emperador.
-¿Tiene el tío Robert algún secreto sobre el rostro de Su Majestad?
Los pasos del Caballero Bennett se detuvieron. El hombre que había caminado no muy lejos de Diana se volvió de nuevo con un Mirada que de pronto contenía ansiedad.
-¡No investigues nada, Su Majestad! Sólo sea una Reina ignorante y estarás a salvo.
-De hecho, no estaré segura si me quedo callada, Alarick- murmuró Diana para sí misma mientras observaba la figura del Caballero Bennett que se alejaba.
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