Serás Mía
Narrado por Cameron
El amor, lo consideraba absurdo. ¿Realmente pensabas que estaba enamorado de ti? Una risa burlona escapó de mis labios mientras contemplaba las lágrimas que brotaban en cascada de los ojos de esa chica. Incluso pude percibir el delicado sonido de su corazón rompiéndose.
"Cam, ¿p... p... por qué? ¿Todas las veces que me decías te amo eran mentira? ¿Por qué?" sollozó, desgarrada por la traición. Dijo la chica en llanto
"Ese te amo está tremendamente sobrevalorado. Además, fueron solo encuentros casuales. Nunca te pedí que fueras mi novia, ¿o sí? ¿Te puedes perder?" respondí con una indiferencia cruel. La chica, herida, salió corriendo sin siquiera mirar atrás, mientras mis amigos y los espectadores se regocijaban de la humillación.
Sin embargo, lo que nadie sospechaba era que Cameron era un caparazón frío, un ser carente de amor que deambulaba en busca de algo que le faltaba. Su actitud insensible no era más que un escudo para ocultar la profunda carencia de afecto que lo perseguía en su oscuro interior.
"Todas caen, Cameron", proclamó mi amigo con arrogancia, como si fuera una verdad absoluta.
"Vamos a clase antes de que se haga más tarde", instó, y su amigo asintió.
Caminaban por la universidad con una seguridad que desafiaba a todos.
La mirada de Cameron tenía el poder de congelar o enamorar, según su capricho. Eran envidiados por todos los hombres, incluso sus profesoras parecían no ser inmunes a su encanto.
"Bueno, esta es mi parada. Nos vemos en la salida", anunció al llegar al salón
"Okey", respondió mi amigo, mientras la puerta sonaba, marcando el inicio de una nueva jornada.
Mi amigo, la verdad no es la octava maravilla, bajo de estatura, con esos ojos miel y ese pelo crespo que parece tener su propia voluntad. Ahora, cuando me toca describirme, aquí estoy con mi melena rubia, y mis ojos azules que podrían desafiar hasta las leyes de la física. No hace falta decir quién acapara la atención en esta dupla, ¿verdad?
La puerta sonó, y como siempre, el profesor volteó los ojos. La abrió lentamente y dejó escapar un suspiro, murmurando: "Otra vez tú. Esta es la última vez, siéntate".
Solo fueron 15 minutos, pensé, pero preferí no decir nada en voz alta. Me acomodé en mi asiento mientras el profesor continuaba hablando sobre la Segunda Guerra Mundial.
"Bueno, como le venía diciendo hace rato", continuó el profesor, y me sumergí en sus palabras. Mi celular no dejaba de sonar, interrumpiendo al profesor cada minuto.
"¡Apaga ese celular o estás fuera de la clase!", advirtió el profesor.
"Sí, profe", respondí sin rechistar. Sabía que iba mal y necesitaba pasar la clase.
"¿Me puede decir los tratados?", preguntó el profesor.
"¿Tratados?", repetí, con una sensación de desconcierto.
"Esa fue la tarea que dejé. Si no lo hace, se quedará de nuevo", declaró el profesor, añadiendo una pizca de amenaza a sus palabras.
Abrí mi cuaderno apresuradamente, pero ¡mierda!, ayer había buscado algo.
"¿La hizo, señor Cameron?" preguntó el profesor.
"Sí, señor, déjeme buscarla", respondí con cierta tensión. El profesor me observaba fijamente hasta que una chica lo llamó la atención. Aproveché la distracción para encender mi celular y ubicarlo un poco fuera de la vista mientras buscaba desesperadamente la respuesta.
"¿Ya, señorito Cameron? ¿Puede leerlo frente a todos?" insistió el profesor.
"Sí, señor", respondí, aliviado al encontrar la respuesta. Le sonreí a la chica que me había salvado, notando cómo se ruborizaba al instante y se reía. La suerte estaba de mi lado en ese momento.
Respondí y el profesor dijo “Muy bien, al parecer alguien se puso juicioso", comentó el profesor.
"¿Le puedo preguntar algo, profesor?" inquirí.
"Según lo que sea, Cameron, pero dígame", respondió el profesor.
"¿Cuándo llegará la nueva?" pregunté, sugiriendo un aire de intriga que se apoderó de la sala.
Las risas y los gritos resonaron en la sala, con comentarios como "La nueva víctima" o "Otra para su máxima colección".
"Los chismes vuelan rápido", señaló el profesor. "Debería haber llegado ya".
En ese instante, un toque en la puerta interrumpió la expectación.
"Debe ser ella...", concluyó el profesor, añadiendo un toque de misterio a la situación
Mis expectativas bajaron. ¿Era un chico o una chica? No tenía nada que opinar sobre los gustos y vestimentas, pero todas las chicas de aquí se vestían de manera provocativa.
Ella entró a la sala con paso seguro, vestida con una camisa ancha y pantalón holgado. Aunque su elección de ropa era diferente al estilo provocativo de las demás chicas, irradiaba confianza y singularidad. La mirada curiosa de los presentes se posó en ella mientras se preparaba para presentarse ante la clase.
"Sí, profe", comenté de manera despreocupado. Aunque su vestimenta no seguía la corriente de las demás, solté un comentario: "Debe tener buena personalidad". Las risas se propagaron nuevamente en la sala, y ella con una voz suave pero ronca, aún no se había presentado oficialmente. La expectación crecía mientras todos aguardaban a que revelará más sobre sí misma..
“Presentarte” dijo el profesor.
"¿Es necesario? Además, a ellos no les importa", respondió ella.
"A mí, dale", comenté. Torció los ojos ante mi comentario.
"Soy Charly, Tengo 17 años, y ya eso es lo único que deben saber de mi. Finalizó miradome
"Interesante, te puedes sentar con el que te habló hace un minuto", indicó el profesor. No falta mucho para que se acabe la clase.
"Chicos, para la próxima clase busquen más información", concluyó, dejando espacio para que la expectación se prolongara hasta la siguiente sesión.
Era una friki rara.
"Te puedes sentar...", dijo el profesor.
"Lo sé, pero ya se va a acabar, ¿no? Sería una pérdida de tiempo sentarme y volver a levantarme enseguida", respondió Charly.
"Pero estarás sentada conmigo...", comenté.
"Y menos me voy a sentir con un imbécil", replicó Charly. Un murmullo de sorpresa recorrió la sala, ¿quién se creía?
"Sí, sí, ya te escuchamos, marimacho", añadí, desatando una reacción en su rostro que se tornó rojo mientras caminaba hacia mí.
"Repite lo que acabas de decir, imbécil de mierda", me desafió. Me levanté para intimidarla, pero no se movió ni un centímetro.
"Oigan, ya paren. Cameron, a dirección, y usted, señorita, vaya a su próxima clase", intervino el profesor mientras sonaba el timbre.
"¿Pero por qué yo?" protesté.
Usted le faltó el respeto, y es verdad lo que dijo, rio.
"¿Sabes quién soy, profesor y niñita?" pregunté con cierta arrogancia.
Charly intervino, "¿Quién eres? O mejor dicho, ¿quién te crees?".
Me acerqué a ella y, con un tono más seductor, comenté, "Seré el dueño de tu corazón, bebé".
"¿Sabes quién soy yo?", replicó Charly.
El profesor intentó calmar la situación, "Pueden dejar de pelear, señor Cameron. Segunda vez, vaya a dirección. Y los demás, a sus respectivas clases".
Todos se levantaron y salieron. Mientras Charly se retiraba, le grité, "¿Quién eres?".
"La hija de la directora", respondió, dejándome en estado de shock. La directora nunca había compartido una foto de su hija, pero siempre la presumía como una persona muy inteligente, aunque mencionaba que a veces se le escapaba de las manos.
Ahora tenía un nuevo desafío: enamorarla y romperle el corazón. Salí riendo ante el giro inesperado de los acontecimientos.
Iba tan inmerso en mis pensamientos que ni noté cuando mi amigo me dio un golpe.
"Hey, tierra llamando a Cameron", bromeó.
"¿Qué te pasa, imbécil?" respondí, con una mirada arrogante.
"Jajaja, ¿y esa cara de amargado? ¿Reprobaste de nuevo con ese profesor?" comentó.
"Ni me lo digas, fue por la chica nueva", expliqué.
"No la he visto, ¿cómo es?" preguntó.
"La hija de la directora. Una friki", respondí con desdén.
"Hmm, parece un desafío", comentó mi amigo.
"Será pan comido, ¿quién podría resistirse a esta lindura?" bromee con arrogancia.
"Si, como digas. Ya vamos tarde", mencionó mi amigo mientras nos dirigíamos al salón. Me aburrí mientras me hablaba de su nueva novia, le di dos semanas antes de que terminaran.
Llegamos al salón y me asomé. Todavía no había llegado la profesora. Mi mirada recorrió todo el salón y se detuvo en... ¿cómo se llamaba? Bueno, en fin, caminé y me senté a su lado. Ella dobló los ojos.
"Tantas sillas y puestos, y debes sentarte a mi lado", comentó, con una sonrisa maliciosa
"Sé que querías que te hablara", respondí
"¿Ya fuiste a dirección?" preguntó con un tono desafiante.
"¿Te preocupas por mí? Qué linda. Voy al final de clases", respondí, acentuando mi tono seductor.
"Espero que la directora te haga limpiar los baños, imbécil", murmuró Charly.
"Te escuché", le respondí con una sonrisa, aumentando mi actitud desafiante.
"Lo sé, esa era la idea", respondió Charly.
"¿Por qué me tienes rabia? Apenas nos conocemos", pregunté.
"¿Seguro?", respondió ella con una mirada desafiante.
"Sí, ¿acaso hablamos antes?", insistí. Ella no me respondió, intenté moverla, pero llegó la profesora.
La profesora me guiñó el ojo. Era mi profesora favorita y la ponía en mi posición favorita. Irónico, ¿no?
Dejaré una imágenes así serían
Cameron
19 años
Charly
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Comments
yannimayri
buen inicio me gusta la actitud de la chica.
2024-02-09
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