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Serás Mía

¿Ella es la nueva?

Narrado por Cameron

El amor, lo consideraba absurdo. ¿Realmente pensabas que estaba enamorado de ti? Una risa burlona escapó de mis labios mientras contemplaba las lágrimas que brotaban en cascada de los ojos de esa chica. Incluso pude percibir el delicado sonido de su corazón rompiéndose.

"Cam, ¿p... p... por qué? ¿Todas las veces que me decías te amo eran mentira? ¿Por qué?" sollozó, desgarrada por la traición. Dijo la chica en llanto

"Ese te amo está tremendamente sobrevalorado. Además, fueron solo encuentros casuales. Nunca te pedí que fueras mi novia, ¿o sí? ¿Te puedes perder?" respondí con una indiferencia cruel. La chica, herida, salió corriendo sin siquiera mirar atrás, mientras mis amigos y los espectadores se regocijaban de la humillación.

Sin embargo, lo que nadie sospechaba era que Cameron era un caparazón frío, un ser carente de amor que deambulaba en busca de algo que le faltaba. Su actitud insensible no era más que un escudo para ocultar la profunda carencia de afecto que lo perseguía en su oscuro interior.

"Todas caen, Cameron", proclamó mi amigo con arrogancia, como si fuera una verdad absoluta.

"Vamos a clase antes de que se haga más tarde", instó, y su amigo asintió.

Caminaban por la universidad con una seguridad que desafiaba a todos.

La mirada de Cameron tenía el poder de congelar o enamorar, según su capricho. Eran envidiados por todos los hombres, incluso sus profesoras parecían no ser inmunes a su encanto.

"Bueno, esta es mi parada. Nos vemos en la salida", anunció al llegar al salón

"Okey", respondió mi amigo, mientras la puerta sonaba, marcando el inicio de una nueva jornada.

Mi amigo, la verdad no es la octava maravilla, bajo de estatura, con esos ojos miel y ese pelo crespo que parece tener su propia voluntad. Ahora, cuando me toca describirme, aquí estoy con mi melena rubia, y mis ojos azules que podrían desafiar hasta las leyes de la física. No hace falta decir quién acapara la atención en esta dupla, ¿verdad?

La puerta sonó, y como siempre, el profesor volteó los ojos. La abrió lentamente y dejó escapar un suspiro, murmurando: "Otra vez tú. Esta es la última vez, siéntate".

Solo fueron 15 minutos, pensé, pero preferí no decir nada en voz alta. Me acomodé en mi asiento mientras el profesor continuaba hablando sobre la Segunda Guerra Mundial.

"Bueno, como le venía diciendo hace rato", continuó el profesor, y me sumergí en sus palabras. Mi celular no dejaba de sonar, interrumpiendo al profesor cada minuto.

"¡Apaga ese celular o estás fuera de la clase!", advirtió el profesor.

"Sí, profe", respondí sin rechistar. Sabía que iba mal y necesitaba pasar la clase.

"¿Me puede decir los tratados?", preguntó el profesor.

"¿Tratados?", repetí, con una sensación de desconcierto.

"Esa fue la tarea que dejé. Si no lo hace, se quedará de nuevo", declaró el profesor, añadiendo una pizca de amenaza a sus palabras.

Abrí mi cuaderno apresuradamente, pero ¡mierda!, ayer había buscado algo.

"¿La hizo, señor Cameron?" preguntó el profesor.

"Sí, señor, déjeme buscarla", respondí con cierta tensión. El profesor me observaba fijamente hasta que una chica lo llamó la atención. Aproveché la distracción para encender mi celular y ubicarlo un poco fuera de la vista mientras buscaba desesperadamente la respuesta.

"¿Ya, señorito Cameron? ¿Puede leerlo frente a todos?" insistió el profesor.

"Sí, señor", respondí, aliviado al encontrar la respuesta. Le sonreí a la chica que me había salvado, notando cómo se ruborizaba al instante y se reía. La suerte estaba de mi lado en ese momento.

Respondí y el profesor dijo “Muy bien, al parecer alguien se puso juicioso", comentó el profesor.

"¿Le puedo preguntar algo, profesor?" inquirí.

"Según lo que sea, Cameron, pero dígame", respondió el profesor.

"¿Cuándo llegará la nueva?" pregunté, sugiriendo un aire de intriga que se apoderó de la sala.

Las risas y los gritos resonaron en la sala, con comentarios como "La nueva víctima" o "Otra para su máxima colección".

"Los chismes vuelan rápido", señaló el profesor. "Debería haber llegado ya".

En ese instante, un toque en la puerta interrumpió la expectación.

"Debe ser ella...", concluyó el profesor, añadiendo un toque de misterio a la situación

Mis expectativas bajaron. ¿Era un chico o una chica? No tenía nada que opinar sobre los gustos y vestimentas, pero todas las chicas de aquí se vestían de manera provocativa.

Ella entró a la sala con paso seguro, vestida con una camisa ancha y pantalón holgado. Aunque su elección de ropa era diferente al estilo provocativo de las demás chicas, irradiaba confianza y singularidad. La mirada curiosa de los presentes se posó en ella mientras se preparaba para presentarse ante la clase.

"Sí, profe", comenté de manera despreocupado. Aunque su vestimenta no seguía la corriente de las demás, solté un comentario: "Debe tener buena personalidad". Las risas se propagaron nuevamente en la sala, y ella con una voz suave pero ronca, aún no se había presentado oficialmente. La expectación crecía mientras todos aguardaban a que revelará más sobre sí misma..

“Presentarte” dijo el profesor.

"¿Es necesario? Además, a ellos no les importa", respondió ella.

"A mí, dale", comenté. Torció los ojos ante mi comentario.

"Soy Charly, Tengo 17 años, y ya eso es lo único que deben saber de mi. Finalizó miradome

"Interesante, te puedes sentar con el que te habló hace un minuto", indicó el profesor. No falta mucho para que se acabe la clase.

"Chicos, para la próxima clase busquen más información", concluyó, dejando espacio para que la expectación se prolongara hasta la siguiente sesión.

Era una friki rara.

"Te puedes sentar...", dijo el profesor.

"Lo sé, pero ya se va a acabar, ¿no? Sería una pérdida de tiempo sentarme y volver a levantarme enseguida", respondió Charly.

"Pero estarás sentada conmigo...", comenté.

"Y menos me voy a sentir con un imbécil", replicó Charly. Un murmullo de sorpresa recorrió la sala, ¿quién se creía?

"Sí, sí, ya te escuchamos, marimacho", añadí, desatando una reacción en su rostro que se tornó rojo mientras caminaba hacia mí.

"Repite lo que acabas de decir, imbécil de mierda", me desafió. Me levanté para intimidarla, pero no se movió ni un centímetro.

"Oigan, ya paren. Cameron, a dirección, y usted, señorita, vaya a su próxima clase", intervino el profesor mientras sonaba el timbre.

"¿Pero por qué yo?" protesté.

Usted le faltó el respeto, y es verdad lo que dijo, rio.

"¿Sabes quién soy, profesor y niñita?" pregunté con cierta arrogancia.

Charly intervino, "¿Quién eres? O mejor dicho, ¿quién te crees?".

Me acerqué a ella y, con un tono más seductor, comenté, "Seré el dueño de tu corazón, bebé".

"¿Sabes quién soy yo?", replicó Charly.

El profesor intentó calmar la situación, "Pueden dejar de pelear, señor Cameron. Segunda vez, vaya a dirección. Y los demás, a sus respectivas clases".

Todos se levantaron y salieron. Mientras Charly se retiraba, le grité, "¿Quién eres?".

"La hija de la directora", respondió, dejándome en estado de shock. La directora nunca había compartido una foto de su hija, pero siempre la presumía como una persona muy inteligente, aunque mencionaba que a veces se le escapaba de las manos.

Ahora tenía un nuevo desafío: enamorarla y romperle el corazón. Salí riendo ante el giro inesperado de los acontecimientos.

Iba tan inmerso en mis pensamientos que ni noté cuando mi amigo me dio un golpe.

"Hey, tierra llamando a Cameron", bromeó.

"¿Qué te pasa, imbécil?" respondí, con una mirada arrogante.

"Jajaja, ¿y esa cara de amargado? ¿Reprobaste de nuevo con ese profesor?" comentó.

"Ni me lo digas, fue por la chica nueva", expliqué.

"No la he visto, ¿cómo es?" preguntó.

"La hija de la directora. Una friki", respondí con desdén.

"Hmm, parece un desafío", comentó mi amigo.

"Será pan comido, ¿quién podría resistirse a esta lindura?" bromee con arrogancia.

"Si, como digas. Ya vamos tarde", mencionó mi amigo mientras nos dirigíamos al salón. Me aburrí mientras me hablaba de su nueva novia, le di dos semanas antes de que terminaran.

Llegamos al salón y me asomé. Todavía no había llegado la profesora. Mi mirada recorrió todo el salón y se detuvo en... ¿cómo se llamaba? Bueno, en fin, caminé y me senté a su lado. Ella dobló los ojos.

"Tantas sillas y puestos, y debes sentarte a mi lado", comentó, con una sonrisa maliciosa

"Sé que querías que te hablara", respondí

"¿Ya fuiste a dirección?" preguntó con un tono desafiante.

"¿Te preocupas por mí? Qué linda. Voy al final de clases", respondí, acentuando mi tono seductor.

"Espero que la directora te haga limpiar los baños, imbécil", murmuró Charly.

"Te escuché", le respondí con una sonrisa, aumentando mi actitud desafiante.

"Lo sé, esa era la idea", respondió Charly.

"¿Por qué me tienes rabia? Apenas nos conocemos", pregunté.

"¿Seguro?", respondió ella con una mirada desafiante.

"Sí, ¿acaso hablamos antes?", insistí. Ella no me respondió, intenté moverla, pero llegó la profesora.

La profesora me guiñó el ojo. Era mi profesora favorita y la ponía en mi posición favorita. Irónico, ¿no?

Dejaré una imágenes así serían

Cameron

19 años

Charly

Hijo de puta

Narrado por Charly

Me encuentro atrapada en la monotonía de las mañanas, donde las preguntas maternas invariablemente inician mi día. Mi madre, también conocida como la directora, me interroga sobre el desayuno mientras paso por su lado con una expresión desinteresada.

"No, y tampoco tengo hambre", respondo, consciente de que esta conversación es un eco constante en nuestras vidas.

"¿Piensas ir a clase sin desayunar? Debes comer algo, hija...", insiste, pero sus palabras resbalan sin hacer mella en mi apatía.

La sugerencia de una cita con un chico apenas logra captar mi atención. Opto por hacerme la sorda y seguir adelante, intentando evitar más intrusiones en mi privacidad.

"Voy saliendo al colegio, madre...", anuncio, anhelando poner fin a la repetitiva escena matutina.

Su respuesta forzada agrega irritación a mi estado de ánimo. "Todavía es temprano. Si quieres, nos vamos juntas y te cambias esa ropa; te ves fea", sugiere, demostrando una vez más su hábito de intervenir en mi vida.

"¿Qué más quieres, mamá? ¿Que almuerce contigo? Me puedes dejar en paz. Ya has controlado mi vida. Me cambiaste de colegio tres veces, y ahora estoy donde tú eres la directora. Y esta es mi ropa, madre", exclamo, cerrando la puerta con frustración.

Con los audífonos puestos, camino hacia ese maldito colegio. ¿Por qué? Era feliz en mi otro colegio, con mis amigos y mi novio; todo quedó atrás. Todo por culpa de mi madre, y solo de ella. Ahora seré la hija de la directora, ¡mierda!

Frente al colegio que mi abuela fundó con esmero, alzo la mirada sin entusiasmo. Me dirijo a la dirección con pasos lentos, hacia donde está mi madre. No toco, simplemente entro. La secretaria me observa y me saluda.

"Hola, ¿eres la nueva, no? La directora está ocupada hoy. Creo que de nuevo es su hija", comenta la secretaria, contribuyendo así a la rutina diaria.

Dice rodeándome, riéndose. "Oh, entonces soy conocida como la mala de cuento, ¡qué genial!"

"¿Me puede dar mi horario?" le pido a la secretaria.

"Oh, cierto, pero llegaste tarde hoy. Debe ya estar acabándose. Toma", responde ella entregándome el horario. Salgo, conozco este colegio de memoria, así que me dirijo directo al salón. Respiro profundo antes de tocar.

Escucho a alguien decir "debe ser ella" y abren la puerta. Entro con una cara de pocos amigos.

"Eres la nueva", pregunta alguien.

Mi mente responde sarcásticamente, "no, claro que no soy una persona que solo quiere estar acá", pero prefiero no ser grosera ni irónica.

"Sí", respondo. El profesor indica que me presente.

"¿Es necesario? Además, a ellos no les importa", digo, y como siempre, debe haber un imbécil que se cree el mejor. Mi madre me había hablado de él.

"A mí sí me importa, dale", comenta Cameron.

La otra clase se desvaneció, y me dirigí rápidamente a la próxima. Sin embargo, resultó ser una eternidad. Cada vez que intentaba entablar una conversación, ella llamaba a la profesora alegando: "Me está desconcentrando".

Cameron, con su típica arrogancia, suelta: "Me caes mal, chica, pero tendré tu corazón y lo haré pedazos". No puedo evitar soltar una carcajada, provocando que todos en el salón volteen a verme.

"Tú tampoco me caes bien, ¿sabes? Quiero ver cómo haces eso", respondo desafiante.

"¿Entonces es una apuesta?", pregunta Cameron.

"Una apuesta es algo que puedes lograr o no, pero no lo harás", concluyo con seguridad. La tensión entre nosotros se siente palpable en el salón, y estoy dispuesta a resistirme a sus intentos de conquista.

"Pueden dejar de estar susurrando o decir lo que están hablando", interviene la profesora. Me levanto riendo.

"¿Acaso está celosa, señorita?" provoco, notando su nerviosismo.

"¿Quién te crees, Cameron?" responde la profesora.

"Yo, fácil. El chico que la puso en cuatro muchas veces, y hacía gemir mi nombre en este salón de clases", revelo sin preocuparme por la humillación.

No me importaba humillarla, solo era una más de mi lista. Sin embargo, ella reacciona y me golpea en la cara.

"Eres un infantil, ¿cuál es la gracia de decirlo a todo el mundo? Eso te hace un hombre de mierda", me reprocha Charly, volteándose hacia mí.

"Para que todo el mundo sepa que tenemos una profesora que se acuesta con un alunmo", respondo fríamente.

"¿Entonces, profesora, sigue su show o lo termina ya?" provoco con una sonrisa burlona, disfrutando de la humillación que he causado.

La clase concluye, todos recogen sus pertenencias y se marchan. Me acerco a la profesora con la cara empapada de lágrimas y levanto su rostro.

"Me gustó hacer el amor contigo, ¿sabes? Aunque ya me aburriste. Ahora tengo un nuevo desafío", señalo hacia Charly, la chica que me lanza una mirada asesina.

"Ella será mía", anuncio con frialdad.

"Eres una persona de mierda” dijo la profesora

"Jaja, verás cómo la tendré comiendo de mi mano", le contesto con arrogancia.

La profesora insiste: "Te falta amar..."

"Hay gente que dice que el amor lo encuentras a la vuelta de la esquina... Bueno, yo no creo en el amor. Esa cosa es superficial", concluyo con desdén mientras me alejo del aula.

Narrador por Cameron

Y salgo victorioso del salón, me he acostado con casi todas, no, mejor todas. Aún así, siguen cayendo, como si la humillación no tuviera fin, ellas continúan comiendo de mi palma.

"Otra profesora que hiciste llorar en esta semana. Es un récord", comenta mi amigo.

"Tengo hambre", respondo.

"Hambre de comida o de sexo", pregunta entre risas.

"Las dos. Igual, le escribiré a Naty que llegue a mi casa hoy."

"No que ya habías terminado con ella", señala mi amigo.

"Sí, somos amigos con derechos", admito.

"Eres amigos con derechos de la mitad de las chicas de acá", comenta sarcásticamente.

"Sí, como digas", respondo, distraído al notar mi celular lleno de mensajes que me invitan a una fiesta esa noche.

"¿Vas?", pregunta mi amigo.

"No puedo, me veré con mi novia", responde él, haciendo señas sugerentes.

"Entonces iré a ligar solo", decido.

"Juan y Marcos irán", menciona mi amigo.

"Entonces les escribiré más tarde. ¿Nos vamos ya?", propongo.

"Tengo que pasar por la dirección otra vez", explico.

"¿Otra vez?", cuestiona mi amigo.

"Sí, nos vemos luego.”

Camino despacio, guiñando los ojos de manera exagerada, y muchas chicas se me acercan preguntándome si iré a la fiesta. Finalmente, llego a dirección y toco la puerta.

"¡Hola de nuevo, Cameron! ¿Ahora qué hiciste?", comenta la secretaria.

"Le grité a la chica nueva", respondo con una sonrisa.

"Oh, sí, hoy la vi. Es algo así como antipática", agrega la secretaria.

"Sí, al fin alguien está a mi favor. Es grosera, ¿no?", comento.

"Sí, y esa ropa horrible que lleva parece de hombre", dice la secretaria.

"Debe avergonzarse de su cuerpo", agregó, y justo en ese momento escucho una tos falsa detrás de mí.

"Para la próxima, miren si hay alguien", comenta Charly.

"Hola... ¿Charly, cierto?", le digo.

"¿Está mi madre allí?", pregunta Charly a la secretaria.

"¿Tu madre?", dice la secretaria, y yo aprovecho para comentar que es la hija de la directora.

"Perdón, me encanta tu ropa. ¿Dónde la compraste? ¡Por favor, no le digas a tu madre!", exclama la secretaria, mientras Charly parece confundida.

"¿Está mi madre o no?", insiste Charly.

"Está ocupada", responde la secretaria.

"Me da igual", dice Charly, y yo le advierto que es una mala idea.

Pero ella no parece importarle y abre la puerta, encontrándose con la sorpresa de que mi amigo y la directora estaban besándose. Esa era la nueva novia de mi amigo.

"¡Oh, mierda!", exclama Charly, cerrando la puerta con fuerza.

"Hija, lo puedo explicar", intenta la directora.

“Te lo dije” dije mirándolo la escena que ella misma había provocado

La directora y Charly dijeron al unísono, "Haz silencio, Cameron". Le hago señas a mi amigo, preguntándole si esto es en serio.

"A mí no me estés gritando, señorita. ¿Acaso no hiciste eso en tu anterior colegio? ¿Que te encontraron con tu profesor?", responde la directora.

"Al parecer, la señorita tiene secretos de promiscua", agrego con una sonrisa sarcástica.

Pero Charly no se queda callada, "Es una puta, madre. ¿Acaso fui yo? Estuviste allí para verlo, no estabas de viaje o revolcándote con el primero que te dijera hermosa. ¡Porque eres una puta!"

Sexo.

Sigue narrado Cameron

La directora, que resulta ser mi madre, soltó palabras hirientes hacia Charly.

"Me da asco verte, me recuerdas a tu padre, un imbécil como tú. No sé para qué te tuve."

Pensé que Charly se derrumbaría, pero en lugar de eso, empezó a reír como una loca y salió dando un portazo.

Aproveché la oportunidad y pregunté: "¿Directora, entonces me puedo ir?"

Mi madre, visiblemente molesta, respondió con furia: "Lárguense todos."

Buscando aligerar el ambiente, solté: "¿Entonces estás libre para divertirnos?"

El amigo quedó en un silencio incómodo ante la tensión en la sala.

Salí de ese lugar ya se había acabado las clases así que me dirigí a mi hogar, mi maldito hogar

El trayecto es ruidoso, el sonido del motor de la camioneta se mezcla con la música estridente que suena en la radio. Mi mente divaga entre pensamientos sobre la noche que se avecina y las risas compartidas con los amigos.

**Cameron:** ¿Ya estoy listo y tú?

*Escribo en el grupo "Los más guapos":*

**Yo:** Además, yo soy el único guapo.

**Juan:** Yo igual.

**Marcos:** ¿Vamos a ir por separado o qué?

**Amigo:** Iré en mi camioneta, puedo ir a buscarlos a todos.

La carretera se extiende ante mí mientras avanzo hacia casa. Las luces de la ciudad parpadean en la distancia, creando un escenario vibrante para la noche que se avecina.

Finalmente, llego a casa y me encuentro con un silencio abrumador. La casa está vacía, y la soledad se cierne en el aire. Me sumerjo en mis pensamientos mientras me preparo para la noche, preguntándome qué sorpresas y emociones me depara esta velada solitaria.

No me niego, no quiero volver a dañar mi motocicleta. Mi anterior borrachera había tenido un accidente, dañando mi preciada "Verónica". Sí, le tengo nombre.

**Cameron:** ¿A qué hora llegarás? Mi amiguito ya quiere una amiga. - *Haciendo referencia a su miembro.*

**Marcos:** El mío también.

**Amigo:** Ya voy saliendo.

Después de un rato, mis amigos llegan vestidos. Río al ver el vestuario de Marcos, me hace recordar a la friki de Charly, creo que así se llamaba.

Antes de sumergirnos en la fiesta, la música retumbaba desde lejos, indicando la promesa de una noche vibrante. Entre la multitud ya embriagada, el olor a sudor y sustancias ilegales saturaba el ambiente. ¡Qué divertido se veía todo! Desde lejos, observé a algunas chicas en bikini.

Pero antes de dar el paso definitivo, expresé:

" ¿Este es el cielo, cierto? "dije yo, Cameron.

Marcos, siempre sarcástico, respondió:

" Diría que es más tu infierno personal.”

Juan, lleno de energía, propuso:

" ¡Vayamos a conquistar mujeres! El que se acueste con más gana.”

Un amigo se unió decidido:

" Yo entro.”

Sin embargo, Marcos, con su característico escepticismo, añadió:

" Yo menos.”

"¿Tu, Cameron, le das o no?" dice riéndose.

Cameron, seguro de sí mismo, responde: "En serio, siempre gano."

Nos dividimos, y yo me dirijo al minibar, pidiendo una cerveza para calmarme un rato antes de lanzarme por completo.

Sin esperar, miles de chicas me rodean. Una de ellas, sonriente, pregunta: "¿Quieres un trío, mi amor?"

Respondo en tono más moderado, responde: "Claro, quiero una buena experiencia."

Ríen y me jalan hacia un cuarto privado.

"¿Estás preparado? Mi amiga viene después," me dice la chica 1.

Si así las llame, chica 1- Buen color chica 2- Buena tetas

Con confianza, respondo: "Contigo siempre."

Ella continúa: "¿Traes condón?"

En tono juguetón, afirmo: "Él es mi amuleto de la suerte."

La chica comienza a desvestirse sensualmente, y cada parte de mí se enciende. Al final, se baja su tanga, la coloca en mi brazo y se sienta en mi regazo, moviéndose sensualmente.

Hasta que, por arte de magia, alguien interrumpe el momento.

"¿Quién carajo es?" exclamó yo.

Se abre la puerta y entra. "¿Charly?!" me sorprendo.

Molesto, le pregunta: "¿Qué haces acá? No ves que estamos en medio de algo."

Charly se defiende: "No vine por ti, imbécil."

Intento echarla, pero Charly va rápidamente hacia la chica que está encima de mí, enfrentándola.

"¡Hey! ¿Quién te crees? No me digas que estás celosa porque no eres tú," reproche mirándola

Intenté echarla, pero rápidamente se abalanzó sobre la chica que estaba encima mío, pegándole.

"¡Hey! ¿Quién te crees? No me digas que estás celosa porque no eres tú," exclamé.

La chica 1, sorprendida, dijo: "¿Charly? ¡Amiga!" Y se abrazaron, arruinando el momento.

Molesto, comenté: "Me arruinaron mi momento por un reencuentro de amigas. Puedes irte, y tú venir y terminar lo que levantaste." Hice una señal a mi miembro, que estaba visible y claramente afectado por la situación.

Charly exclama: "¡No vamos! ¿En serio te acuestas con un egocéntrico de mierda, Paula?"

La chica 1 responde: "Es que está tan bueno, déjame terminar de hacer lo que iba a hacer."

Charly, disgustada, dice: "Ash, te espero afuera." Parecen olvidar que estoy presente.

Ya impaciente, le pido a Charly: "¿Te puedes largar ya?" Ella sale, sacándome un dedo.

¿Ya puedes terminar?” Dije a la chica

Si no quieres, leerla puedes volar este capítulo

Cuando se trata de comer, se puede comer con finura y deleitarse con el

plato. Pero cuando se tiene hambre, la finura pasa a un segundo plano y

engullir hasta la saciedad y comer se convierten en los mayores

placeres humanos. Disfruta de este -

Mar Márquez

Cameron transmitía ansias de vida y eso convertía en chico más guapo y

promiscuo.

No sabía quién era, sólo escuchaba rumores de que era bueno en la cama y quería probarlo, cuando me vertió una lamida de lengua fresca sobre el clítoris como el despertar de un rayo de sol en plena cara. Me desveló su cabeza abriéndose hueco entre las piernas para hocicarse allí, en mi vulva adormilada y allí, allí mismo comenzó a gemir. agarré las manos que me acariciaban el vientre v respondió agarré las manos que me acariciaban el vientre y respondió

apretando fuerte las mías. Ni cuando me aferré a sus brazos para Sostenerme

«te siento, sujétate fuerte, no te voy a dejar caer». Susurró en mi oído

Me zampó así, de buena mañana, durante todos los minutos que pude y quiso para embeberse de y en mí, para poder adivinar también él quién era la mujer que plañía al penetrarla despacio en su cama. Quién era esa que brincaba con

espasmos sobre él y que le mojó el vientre una vez, otra vez, más otra yuna más con sacudidas de santera agitada. al ritmo de mi cintura, sin despegarse de ella por mucho quelas ondas violentas de mi cuerpo encrespado lo intentarán y acariciaba la cara interna de mis muslos, apretándolos con ternura

para intentar aminorar mi ritmo e intensidad

Era hacer el amor con un demonio que te absorbía y te llevaba a la luna

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