Ésto va terminar

...Melissa....

Se me revolvió el estómago y fuí a vomitar. Al verme en el espejo no comprendí cómo Diego se pudo portar tan mal conmigo. Era tanto el dolor que empecé a recordar aquellos días en que mi padre golpeaba a mi madre. Se desquitaba con ella por mis fracasos. Si sacaba una nota mala, si perdía algún juego, si llegaba tarde a casa. Yo tenía que ser prácticamente perfecta, sólo de esa manera podía tener protegida a mi madre.

...Flashback....

Tenía sólo 6 años, ese día mostré mis calificaciones a mi padre, saqué un ocho, y por esa "mala calificación" el se desquitó con mi mamá.

— No cuidas bien de la niña. — Le dijo mientras le pegaba con fuerza. Yo quería defenderla pero el miedo me paralizaba. — Si ésto se vuelve a repetir te irá peor. — Amenazó y se fue. Yo me agaché para tomar la mano de mi madre y me disculpé con ella.

— Perdóname. Yo no quería que te pegará.

— Tú no tienes la culpa. No llores. — Ella me abrazo y fuimos a su habitación para que descansará.

En los siguientes exámenes estudie mucho, me sentía muy presionada. Pero todo salió bien. Fui más alta de todos. Mi padre me felicito y no golpeó a mi madre. La llevó a festejar por cuidar bien de mi. Yo puede dormir tranquila ese día, aunque a la mañana siguiente vi a mi madre triste. Le pregunté la razón y ella no respondió.

— ¿Papá te pegó?

— No hija. No te preocupes. — ¿Cómo podía no preocuparme cuándo la veía tan triste?

Aunque no servía de nada preguntar. Ella no me diría la verdad.

El siguiente año mi padre me mandó a clases de idiomas, me era muy difícil aprender alemán y mandarín. Por mi culpa mi madre salió herida de nuevo. Y yo no pude defenderla. Lo único que podía hacer era estudiar, estudiar y estudiar.

Desde los seis hasta los 18 esa fue mi vida, lo peor de todo es que durante esos años, mi madre perdió más de dos bebés, yo siempre estaba entusiasmada con la idea de tener un hermano. Pero por culpa de mi padre nunca fue posible. Mi madre y yo teníamos tanto miedo de el que a veces salíamos juntas, tratabamos de escapar, pero el siempre nos encontraba, nos regresaba a casa y mamá era golpeada por el hasta quedar satisfecho. Yo no podía soportar esa situación. Cuándo cumplí 15 intenté denunciar a mi padre, pero la policía no me creyó, y para colmo mi padre se desquitó nuevamente con mi mamá. Por no saber educarme.

— Mira lo que hizo. ¿Ya estás contenta? — Le preguntaba mientras seguía dándole bofetadas.

— Papá por favor para. — Pedí entré lágrimas. — Pégame a mi. No le pegues a mamá. — El dejó a mi madre en el piso y fue donde estaba yo. Sentí cómo mi sangre dejaba de fluir, cómo la piel se me enchinaba. Cómo mi respiración se hacía pesada. El se acercó y dejo un beso en mi frente. Acto me dejo desconcertada y más asustada.

— No puedo golpear las mejillas de mi princesa. — Dijo el con una sonrisa macabra. — Arruinaría tu belleza. — El se alejó de nosotras. Corrí de inmediato con mi madre y la lleve a su habitación.

— ¿Quieres algo?

— Estoy bien.

— No estás bien.

— Déjame sola. No veas ésto.

— Madre, ¿cómo fue que te enamoraste de un hombre tan malo?

— Por qué no era así. — Respondió llorando. — El me trataba muy bien. Me daba todo lo que yo pudiera pedir. Aunque siempre tuvo conductas violentas, pero las disfrazaba con preocupación. No me di cuenta del hombre que realmente era.

— ¿Desde cuándo empezó a golpearte?

— Eso no importa. Lo que me da miedo es que cada vez se vuelve más violento.

— Ésto va terminar mamá. Te prometo que va terminar.

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