Elara, preocupada por el repentino silencio en la contienda, decidió adentrarse en la oscura fortaleza, desconociendo qué podría encontrar al llegar. Entre los corredores sombríos, encontró una escena que la dejó estupefacta.
Ante sus ojos, Kael y Draven se abrazaban, Kael llorando desconsoladamente mientras Draven mostraba una sonrisa compasiva. Elara, atónita, reconoció a Kael y dejó escapar un suspiro: "Kael, ¿eres tú?"
Las lágrimas de Kael se detuvieron por un momento al escuchar su nombre. "Elara... ¿aún recuerdas quién soy?"
"Claro que sí", respondió Elara con una sonrisa nostálgica. "Todavía recuerdo cómo escondías tus orejas, pero para mí, eso te hacía especial, único".
La sorpresa pintaba el rostro de Kael mientras Elara continuaba, tratando de consolarlo. "No todos rechazaban tus orejas. Algunos pensaban que eran auténticas, le daban un toque especial a tu personalidad".
Las lágrimas de Kael fluían libremente, conmocionado por las palabras de Elara. "Aria te buscó durante mucho tiempo, al igual que tu familia. Se resignaron y levantaron un altar en tu honor".
Elara, conmovida, preguntó por la razón de la pelea entre Draven y Kael. Kael, entre sollozos, confesó: "Estaba con los humanos. Secuestraron a mi hermana, pero tengo la llave para liberarla".
Elara, sorprendida por esta revelación, expresó su incredulidad. "Pensé que eras un buen elfo, que podías cambiar las cosas".
"Sé que puedo hacerlo", respondió Kael con determinación, mostrando la llave que sostenía la esperanza de la liberación de Aria.
El viaje hacia la prisión se vio interrumpido abruptamente cuando, de la oscuridad, surgió un mago enviado por los humanos para vigilar a Kael. Antes de que pudieran llegar a la celda de Aria, el jefe humano que había sellado el trato con Kael se interpuso en su camino.
Con determinación, Kael, Draven y Elara se pusieron en guardia frente al humano, preparados para la confrontación. El jefe humano desenvaino su espada, desafiante y dispuesto a luchar contra ellos.
En medio de la tensión, Kael instó a sus compañeros a seguir adelante: "Vayan a buscar a mi hermana, yo me encargaré de esto".
El jefe humano, lleno de ira y traición, amenazó a Kael: "Te mataré a ti y a tus amigos por tu traición. Sus cuerpos serán alimento para los cerdos".
Kael, con la voz entrecortada por la emoción, respondió con firmeza: "Daré mi vida para salvar a mi hermana".
Mientras Draven y Elara escapaban con la llave hacia la prisión, Kael se enfrentó al humano con valentía, decidido a detenerlo a cualquier costo para asegurar la liberación de Aria.
El choque de aceros resonaba en la estancia, llenando el aire con chispas de furia y determinación. Kael, armado con coraje y convicción, se enfrentaba al humano con la esperanza de ganar tiempo para que Draven y Elara pudieran alcanzar la celda donde Aria estaba prisionera.
El humano, despiadado y lleno de ira, atacaba con ferocidad, lanzando palabras hirientes y despectivas hacia Kael: "Eres un traidor, un renegado. Ni siquiera mereces ser llamado elfo".
Kael, resistiendo los golpes y las palabras insultantes, se mantenía firme: "Lo hago por mi hermana, por el perdón y la redención. Eso es más noble que tu codicia y crueldad".
El humano inmerso en su Ira descontrolada le dice:
"Cállate, elfo idiota, ¿crees que después de esto puedes ser perdonado? Apenas llegues te rechazarán cómo siempre"
Kael aún recordando las palabras de Draven le dice: "Ya no importa si no me aceptan, esa es mi paga por ser un traidor, pero yo lo voy a intentar"
Humano al ver que estaba decidido a seguir peleando lo ataca con más fuerza, haciendo que Kael le toque ser más ágil para no ser herido.
El humano en un intento de atacarlo en el rostro resbala provocando que quede expuesto ante Kael, Kael aprovechando la situación lo derriba hacia el suelo y lo apunta con su arma para que no pueda moverse y le dice: "No permitiré que me detengas"
al decir eso intenta acuchillarlo, pero el humano es ágil y en un movimiento tira su cuchillo con una patada y corre hacia el cuchillo.
La batalla continuaba, cada movimiento desatando una danza de espadas que reflejaba la lucha entre la oscuridad y la luz. Kael, decidido a defender su causa, luchaba con astucia y valor, enfrentándose al humano que representaba el lado más oscuro de la humanidad.
El suspenso colmaba el ambiente mientras la pelea se intensificaba, envolviendo a ambos combatientes en una neblina de incertidumbre y desafío. Kael, esforzándose por cada golpe, sabía que cada segundo era crucial para la liberación de Aria
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