La Prueba del Dragón

El avance de Elara y Draven hacia la celda de Aria se vio obstaculizado de repente por la presencia de un colosal dragón, encadenado y custodiando la prisión. Descansaba, aparentemente bajo el control de un collar mágico manipulado por un poderoso mago.

Elara, consciente de sus habilidades mágicas, intuyó que podría romper el hechizo del collar. Sin embargo, el mago que lo controlaba era de un rango excepcionalmente alto y percibió sus intentos de deshacer el hechizo.

Con un rápido movimiento, el mago despertó al dragón, ordenando atacar. El coloso alado, con un rugido ensordecedor, se alzó amenazante, dispuesto a defender la prisión y atacar a cualquier intruso.

"¡Draven, prepárate!", exclamó Elara, lanzando rápidamente un hechizo para intentar liberar al dragón de la manipulación del mago.

El mago, notando los esfuerzos de Elara, redobló su control sobre el dragón. El coloso, en un estallido de furia, lanzó un potente aliento de fuego hacia ellos, envolviendo el pasillo en llamas y bloqueando su avance hacia la celda de Aria.

El suspenso llenaba el aire mientras Elara y Draven luchaban por protegerse de las llamas y enfrentar al imponente dragón bajo el control del mago.

El rugido ensordecedor del dragón resonaba por los pasillos, el fuego ardiente iluminaba la estancia mientras Elara y Draven se enfrentaban a la embestida del imponente coloso alado, controlado por el mago con un poder inmenso.

Draven, con determinación, buscaba una oportunidad para proteger a Elara y, al mismo tiempo, enfrentar al dragón. Con movimientos ágiles, evitaba las llamas rugientes del dragón, buscando una apertura para contrarrestar.

Elara, enfocada en romper el control del mago sobre la bestia, desplegaba sus habilidades mágicas con destreza, intentando anular el hechizo que ataba al dragón.

El suspenso se espesaba en el aire, cada movimiento y cada decisión determinarían el resultado de esta confrontación. El fuego rugía, la magia chispeaba y la lucha se intensifica, creando una escena de caos y peligro inminente.

Draven y Elara se mantenían firmes, su determinación puesta a prueba en medio del caos, mientras el dragón, controlado por el mago, continuaba su furioso ataque, llenando el pasillo con su ardiente aliento.

El mago detuvo al dragón de repente, lo que dejó a Draven y Elara atónitos y dudosos sobre cómo proceder. En un giro inesperado, el mago se presentó ante ellos, advirtiéndole que no permitiría que liberaren a Aria.

"Veo que intentas deshacer mi control sobre la bestia", dijo el mago a Elara, observándola con curiosidad. "Tu magia es intrigante, aunque tu rango aún está lejos del mío".

"No subestimes mi poder", respondió Elara, su voz cargada de determinación, mientras Draven intentaba influir en el mago.

"Los humanos solo traen sufrimiento", argumentó Draven. "¿Cómo puedes aliarte con ellos? Son destructivos y codiciosos".

El mago, con una frialdad calculada, admitió: "Sé muy bien lo que son los humanos. Me ofrecen el reino de las hadas a cambio del poder supremo, un poder divino".

Las palabras del mago enfurecieron a Elara, quien, en un estallido de emoción, desencadenó su poder oculto, manifestando una energía divina.

"¡Cómo te atreves a siquiera pensar en dañar nuestro reino!", exclamó Elara, su voz resonando con fuerza y determinación.

El mago, enfrentándose a la ira de Elara, sopesaba sus opciones, mientras Draven intentaba encontrar un resquicio para influir en sus motivaciones y decisiones.

El mago con sus poderes nota que Elara tiene también raíces humanas y le dice riendo: ¿Cómo puedes no defender a tu reino y si a un reino que ni conoces?

"Te equivocas", replicó Elara, con determinación en sus palabras. "Aunque mi linaje sea humano, dentro de mí corre la herencia de las hadas. Mi deseo es mantener la paz entre ambos reinos. No busco beneficios personales, solo anhelo paz y armonía, algo que tú estás perturbando con tus acciones".

El mago, escuchando atentamente, expresó su escepticismo. "La paz entre los reinos es un anhelo difícil de alcanzar. Los humanos son seres llenos de codicia y envidia. ¿Cómo podrías controlar eso?"

Elara, manteniendo la calma, respondió con convicción: "Encontraré la manera. No dejaré que la guerra y la discordia reinen entre los humanos, elfos y hadas. Esa será mi misión".

El mago, aún dudoso, reflexionó sobre las palabras de Elara mientras Draven observaba, tratando de entender los motivos del mago y buscando una oportunidad para persuadir hacia un camino de paz y entendimiento.

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