Mi asiento estaba justo al lado de la ventana y desde ahí se podía observar la entrada al colegio, parte de los jardines, así como parte de la ciudad a la que mi padre nos había obligado a mudarnos por su trabajo, no era exactamente el mejor panorama, pero ya que no conocía realmente el lugar, esa era la mejor forma de hacerlo.
Justo en ese momento la campana sonó, lo que me hizo fruncir el ceño, al tener que volver la mirada hacia el frente al ver al profesor de matemáticas entrar por la puerta. Ese ambiente cotidiano me ayudo a tranquilizarme un poco, ya que comencé a hacerme a la idea de que realmente lo que había escuchado antes solo había sido producto de mi imaginación y del cansancio extremo que tenía y el cual no sabía por cuanto tiempo más podría soportar.
Intente prestar atención a la clase lo mejor que pude, pero mientras más escuchaba la explicación del profesor, mis parpados se sentían más y más pesados, hasta que finalmente, al abrirlos de nuevo, me encontré de nuevo en aquella escena caótica, incluso volví a escuchar aquel graznido aterrador y al levantar la mirada, logre ver el resto de la escena que no había visto antes en algún sueño.
Aquella aterradora ave, caía en picada hacia mí, lista para asesinarme y yo aterrada o mejor dicho, paralizada, apenas lograba colocar mis manos frente a mí para protegerme, solo que en ese momento una espada apareció justo ahí, en mis manos, aunque no sabía si aquel artefacto había estado ahí, en mis manos y en cada uno de mis sueños o se trataba de una aparición producto de mi desesperación; sin embargo, antes de que pudiera hacer algo con esa espada, el ave finalmente lograba alcanzarme, más no lograba terminar con mi vida, sino que algo más aparecía, un hombre o eso parecía.
Ese hombre se interponía entre el ave y mi indefenso cuerpo, causando que la única sangre en ser derramada fuese la suya y no la mía. Desde mi posición, pude ver como su sangre salpicaba cuando su carne era desgarrada por esas garras mortales, pero posterior a eso, cuando el ave volvía a alzar el vuelo, aquel hombre, logro girar hacia mí.
Su cabello se notaba como hilos de seda, una seda blanca que brillaba al igual que sus ojos color dorado y esos ojos llenos de lágrimas, me miraban con una inusual tristeza, como si me conociera y sus labios intentaban pronunciar algo, algo que en realidad no pudo emitir, pero sí articular, Me pareció leer en sus labios la palabra: "Lo siento"
—¿Señorita Williams?— escuché mi nombre y entonces, abrí los párpados.
Frente a mí estaba el profesor de matemática, el señor Smith, y por la expresión qué tenía en el rostro, supe que estaba en problemas.
—¿Está usted durmiendo en clases?—me pregunto con cierto aire sarcástico, uno bastante malo y un tanto cruel, ya qué no hacía falta evidenciarme frente a mis compañeros.
En mi espalda sentí la mirada penetrante de todos ellos, eran como agujas apuntando en mi dirección.
—Lo siento mucho—me limité a decir y por obvias razones, me vi obligada a levantarme de mi asiento, quizás para demostrar que en realidad tenía la suficiente energía para seguir escuchando su clase, pero él no conforme con ello, solo negó con la cabeza.
—Puede ser que sea de nuevo ingreso, pero eso no es excusa para dormirse en clase. Por favor pase a mi oficina a la hora del primer descanso—me dijo frunciendo el ceño, obviamente molesto.
Una vez advertida, el profesor giro sobre su sitio para volver al frente del salón, pero una vez que se alejó de mí, escuche claramente detrás de mi espalda:
—Las chicas buenas lo hacen por detrás.
No me moví y es que no solo estaba impresionada por la astucia de aquellos chicos que se sentaban detrás de mí, sino porque en realidad no tuve el valor para hacerles frente. ¿Cómo podía?
Fingí demencia y volví a sentarme, a pesar de las tenues risas qué sé escuchaban por el salón, cosa que en su momento el profesor ignoro o simplemente no tenía ganas de callar.
Cerré mi puño ante la frustración de ser el centro de atención, cuando había pasado desapercibida exactamente cuatro semanas, tiempo en que algunos alumnos habían sentido interés en mí, pero al poco tiempo, después de pasar la novedad de mi llegada, simplemente ignoraron mi existencia hasta ese momento, en que había pasado de ser un fantasma a ser la burla del salón.
La clase transcurrió con normalidad y aunque me sentía igual o peor de cansada, trate de no volver a cometer el mismo error, además había notado algo extraño. Había cerrado los ojos e incluso había soñado, pero no me había dormido durante mucho tiempo; sin embargo, ese lapso había bastado para que el sol matutino se ocultara detrás de unas nubes espesas y sumamente grisáceas. Todo indicaba que caería una tormenta.
El resto de las clases, fue del mismo modo. Tuve que luchar contra el cansancio y el sueño, para no quedarme dormida y terminar con más problemas. Cuando termino el primer módulo y llego la hora del primer descanso, me lamente no poder haber resistido desde la primera hora, porque de lo contrario habría aprovechado ese momento para dormir o al menos intentarlo, ya que sabía que de una u otra forma, terminaría despertando abruptamente como siempre.
Me levanté de mi lugar, cuando lo hice muchos de mis compañeros ya habían salido para comprar o comer sus almuerzos, por lo que me sentí un tanto aliviada de poder salir de ahí sin tener que ser juzgada por ellos, pero justo al dar un primer paso, la ventana junto a mi asiento, al igual que todas las demás, comenzaron a temblar, como si afuera hubiese un poderoso viento que las empujaba.
Las observé un momento, al igual que los pocos alumnos que se habían quedado hasta ese momento, ya que daba la impresión que en cualquier momento terminarían cediendo o terminarían rompiéndose ante la inclemencia del clima. Volví la mirada al sentir de nuevo esa extraña sensación en el pecho, era como cuando despertaba de mis pesadillas, era esa horrible sensación de estar en peligro.
Al dar otro paso, algo me detuvo de continuar, fue como una brisa ligera, una veraniega, con aroma a durazno o cereza, no sabía que era, pero pese al miedo que sentía en ese momento, me obligue a girar hacia atrás y averiguarlo por mí misma
No muy lejos de mí se encontraba un hombre con un traje oscuro, uno bastante elegante y vistoso, pero lo que me impresiono fue su rostro. Era el mismo hombre que había visto en sueños.
El mismo cabello de seda blanco, los mismos ojos dorados, las mismas facciones finas y un tanto femeninas, pero su expresión era seria, casi de piedra.
—¿Quién... eres?—logre decir, aunque claramente mis palabras alertaron a mis compañeros que enseguida giraron en dirección hacia aquel hombre, lo que me hizo sospechar que no se trataba de un sueño o una alucinación, ese hombre realmente estaba frente a mí.
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Comments
Sara Parra Magaña
Waw muy buen y prometedor inicio
2024-01-15
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Priscy Agudelo
sucede es que al leer al menos en mi caso me he elevado tanto que creía estar en el colegio con la chica jajajajaja
2024-01-12
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Maria Isabel Fernandez
interesante
2024-01-11
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