–Tranquilo… No somos enemigos y mucho menos somos… de esos. – Alexander habló con firmeza, mirando hacia la dirección en la cual se había escapado el vampiro. Su mirada era de alerta y desconfianza. – ¿Sigue viva? – Preguntó al hombre que sostenía a Clara en sus brazos.
–Sí. Sobrevivirá. – El hombre respondió con sequedad, sin apartar sus ojos azules de los extraños. Su voz era grave y ronca. – No confío en ustedes… – Dijo en un tono amenazante. Tomó su pañuelo y lo presionó contra el cuello de la muchacha, intentando detener la hemorragia. – Debo llevarla al campamento. No nos sigan o los mataré.
–Pero… esa cosa podría volver y matarnos. – Kara habló con miedo, abrazándose a sí misma. Su cuerpo temblaba y su rostro estaba pálido. Podía sentir el terror en el aire.
–No piensas dejarnos solos ¿Verdad? – Levi se unió a la súplica, mirando al hombre con esperanza. – Si nos quedamos aquí sin ningún arma seremos un aperitivo servido en bandeja de plata para esas cosas.
–Ese no es mi problema. Vuelvan a su refugio. – El hombre levantó en brazos a Clara con cuidado, como si fuera una pluma. – Les aconsejo volver antes de que caiga la noche. Ahora es de día, aunque no lo parezca y solo los de poder superior pueden salir… pero durante la noche… cuando la oscuridad gobierna, salen los pequeños demonios, los vampiros de menor fuerza… pero aun siendo pequeños y no muy fuertes son peligrosos ya que salen en manada de al menos quince de ellos.
– ¿bromeando? – Levi soltó una risa nerviosa, tratando de ocultar su pánico. – ¿Qu…quince de esas cosas?
– Asi es… Buena suerte. Adiós. – Y sin más aquel hombre se fue con Clara en brazos inconsciente, dejando a los amigos solos y confundidos.
–¿Y ahora? Alex… ¿qué haremos? – Rubí habló con voz temblorosa, buscando el apoyo de su amigo.
–Si lo seguimos amenazó con matarnos… pero si nos quedamos aquí esos demonios también podrían matarnos.
–¿Y si buscamos otro refugio? Tal vez haya muchos lugares así. – Propuso Kara con optimismo, tratando de encontrar una solución.
–Apuesto que están en lugares escondidos. Nos tomaría horas encontrar uno. – Alexander pensaba en voz alta, analizando las opciones. Sabía que el tiempo era crucial y que debían actuar rápido.
– verdad, no tenemos horas. – Rubí miró al cielo con preocupación, notando que se oscurecía cada vez más. – Está más oscuro que hasta hace poco. No nos queda nada más que por ahora pasar la noche solos. ¿Aún guardan la comida de la preparatoria verdad? – Todos revisaron sus mochilas y así fue, tenían comida para al menos pasar la noche.
–Bien. Ahora debemos buscar un lugar seguro, cerrado y aislado para pasar la noche. – El pelinegro vio un edificio que parecía que aún no se había caído a pedazos. Era una antigua fábrica de textiles, con paredes de ladrillo y ventanas rotas. Tenía un letrero oxidado que decía “La Esperanza”. Entraron con cuidado y empezaron a buscar en todos lados un sitio en el cual puedan encerrarse y este lo suficientemente alejado de la entrada. Luego de unos minutos llegaron al cuarto y último piso. Entraron a una sala que tenía un gran ventanal con una cortina plegable que tapaba todo este. La sala estaba llena de máquinas viejas y telas sucias. Había un escritorio con una lámpara apagada y unos papeles amarillentos. La puerta tenía seguro por lo que decidieron que era el mejor lugar para quedarse.
–Bien. Aquí nos quedaremos. Acomódense que ya está por oscurecer. – Habló Alex, el cual se había acercado al ventanal y se sentó frente a este viendo por las pequeñas aberturas de la cortina plegable como bajaba el sol a lo lejos y por este entraban los pequeños rayos de luz. Se preguntó cómo sería el cielo sin ese color rojo que lo cubría todo. – ¿Por qué sucedió esto? – Se preguntó a sí mismo en voz baja, sin esperar respuesta.
–No lo sé… – Se acercó Rubí y se sentó al lado de su amigo apoyando su cabeza en su hombro. – ¿Crees que podamos volver a nuestro hogar? – Sonó algo triste, recordando su vida antes de cruzar ese portal que los había llevado a ese mundo infernal.
–No lo sé. – Alex apoyó su cabeza sobre la de la chica, sintiendo su calor y su cercanía.– Esto es muy loco… Aún no termino de procesar lo que sucedió. El haber cruzado un portal, cielo rojo, demonios dominando el mundo, sangre verde, hombres mordiendo el cuello de otros. Todo parece sacado de una película de ficción… Todo parece un mal sueño. – Suspiró cansado cerrando sus ojos, deseando despertar de esa pesadilla.
–No nos debemos dejar vencer… – Habló Rubí tratando de sonar positiva, pero en ese momento ya casi no había nada positivo. Sabía que estaban solos y en peligro, y que nadie vendría a salvarlos. – Ni yo me creo lo que digo… – Rio leve y decaída, tratando de aligerar el ambiente.
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