Capítulo IV

Leah

Hoy era domingo y mi plan era sencillo: no hacer nada. Ya había terminado mis deberes y esperaba que mi madre viniera para que le ayudara en la cocina. Yo no sé cocinar y por eso le había dicho a Eleanor que cuando fuera a vivir con ella, ella cocinaría. Ella se rio y me dijo: "Pues sí, lo sé". En ese momento, estaba acostada, mirando el techo y escuchando música mientras pensaba en mis cosas. De repente, Alan entró a la habitación con fuerza y me asusté, chillando al verlo.

—Santa papaya de Dios, ¿qué te pasa?

—Mamá dice que te arregles, y te pongas vestido con tacones, si no te dejará sin celular —me rasque el brazo al escucharlo, ah, vestido, tacones… Ya sé.

—Bien, salté —Nota mental, poner llave, aunque a mi madre le joda cuando está en casa.

Me levanto con energía para tomar una ducha y prepararme para la salida. Busco un vestido adecuado y finalmente opto por uno negro. Elijo también ropa interior negra, sin sostén, ya que el vestido tiene una pequeña abertura al frente y me llega hasta la mitad de los muslos. Busco mis únicos tacones negros de altura moderada y me coloco frente al espejo para maquillarme y peinarme… La parte se abre con fuerza, dejando lucir a Eleanor con un vestido y tacones, mientras hace mala cara con el cabello arreglado, y maquillada.

—¿me podrías decir por qué carajos me llevan como una jodida Barbie? —pregunta enojada mientras se sienta en la cama haciendo mala cara.

—No sé, Alan llego diciendo "Ponte vestido y tacones, mamá lo ordena" —Trato de imitar su voz y la castaña suelta una carcajada —Entonces, no sé qué onda con ellos, pero no voy a discutir, ella anda de malas, y que flojera.

—Después de ese accidente se volvieron así, ¿no?, no te dejaron salir un año.

—Sipí, pero no importa, total no tenía muchos amigos, solo tenía a Adrien, y no era malo en realidad, aunque el que siempre estuvo fue Nathan, el de la biblioteca.

—Es medio rarito, ¿no?

—Normal, no juzgo, además, él me apoyo mucho cuando más sola estuve.

—Ya, lo entiendo. Estás apoyada en los cuales no te dejaron cuando los necesitabas.

—Creo que es natural del ser humano apegarse a esas personas, ¿no? —Digo sonriendo mirándola, ella asiente.

—Ya estás lista, bajemos —me levanto para mirarme en el espejo completo, no estaba mal, me gustaba el vestido, los zapatos estaban bien, el cabello tenía un listón delgado, un maquillaje básico, sí… Estaba perfecta para lo que fuera.

Bajamos, mi papá me sonrió al verme así, y mi mamá vio el largo del vestido para luego decir que estaba bien. Mi madre no me odiaba, pero tampoco creía que me quisiera demasiado, mayormente por su actitud tan dura conmigo a pesar de todos los inconvenientes que he tenido durante estos últimos años.

Mis padres se fueron con mi hermana menor, mientras que nosotros subimos al auto de Alan, las dos íbamos atrás, había un incómodo silencio, no me gusta, odio el silencio casi siempre, me trae malos recuerdos.

—¿a dónde vamos?

—A una reunión.

—¿por qué vamos nosotras? —Pregunte mirando a mi hermano mayor.

—Porque a las que quieren es a ti Leah, y conocían quien era Eleanor, fui invitada.

—¿por qué quieren a Leah? —Eleanor hace una mueca y le sonrió para que no se preocupe demasiado.

—Él… es algo especial, en todo sentido, es… es alguien importante, que podría ayudar a papá y mamá, toda su familia podría ayudarnos a destacar, sin embargo… Te quiere a ti.

—¿de querer te refieres a qué?

—Ha dicho que se conocen de un tiempo, que hablará contigo, luego de hacerlo decidirá si ayudará a la familia.

No se dice más en el carro hasta llegar a un lujoso restaurante, miro a Eleanor nerviosa. Soy de las personas que no siempre recuerda a las otras, la mayor parte del tiempo, no me acuerdo muy  bien hasta que las veo, o me describen bien.

Nos indican hasta un piso solamente para nosotros, mis neuronas iban a mil tratando de recordar, pero cuando vi ese rostro, sentí como mi cuerpo estaba caliente, pero frío al mismo tiempo, ¿eso era posible?, ese desconocido que me encontré dos veces, estaba aquí. ¿Por qué está aquí?, ¿quién es él?

—Buenas, un placer conocer a tu familia —Él sonríe de forma encantadora, mirándome igualmente.

—Un placer… —Lo miro curiosa, ¿por qué estaba armando todo este teatro?

—Leah, ven conmigo un momento —Creo la mirada de Eleanor dice más que la mía porque le sonríe y añade —No haré nada malo, es solo hablar —Sin poder hacer más lo sigo a una parte del restaurante con jardín.

—¿No fue coincidencia las dos veces que nos encontramos?, ¿cierto?

—La primera vez no, la segunda sí, no pensé que te dejarán salir luego del accidente.

—¿tu cómo sabes eso? —él sonríe mirando hacia la calle, los carros pasaban, me acerco más a él hablando —¿tu cómo sabes eso?

—Eso se sabrá a su tiempo, pero te necesito para algo, y solo tú puedes.

—¿qué es?, ¿es algo ilegal?

—Depende del país.

—¿eh? —suelto mirándolo sin comprender muy bien.

—Quiero un hijo tuyo —Lo miro divertida, ¿está de broma?, ¿no? —No es broma Leah.

—Tengo 16 años, casi 17, no me casaré.

—Mira… hablemos de esto… será un contrato, tendrá beneficio para ti, para mí, tendrá ventajas económicas.

—¿a eso te referías con mi familia?, ¿por eso no se negaron?

—No, les voy a ayudar si aceptas eso.

—No quiero.

—¿por qué?, tendrás dinero por dar a luz, no nos vamos a acostar tranquila, será por medio de inseminación, será sencillo y tendrá más efecto.

—¿para abandonar a un bebé?, ¿para que crezca con rencor hacia su madre que lo dejo?

—Lo vas a ver, pero no le dirás que eres su madre.

—No lo haré, ni siquiera sé tu nombre, no sé nada de ti, ¿dónde le esté dando un hijo a un psicópata? —Él suelta una carcajada.

—Eres igual a ella —Murmura, pero lo alcanzo a escuchar, ¿ella? —No lo soy, ¿tienes tu celular? —Asiento —Busca Mark Jakov.

—No tengo datos —él mete su mano al bolsillo y saca un celular, supongo que el de él. Hago lo que me había dicho él "Mark Jakov, empresario de 25 años, con ascendencia Francesa, con ojos verdes, y cabello negro como la noche, frío, malgeniado, calculador, con estos atributos, gana siempre a la hora de hacer un negocio, donde no solo gana él, sino muchos más, teniendo empleo y un buen salario"

Santa papaya de Dios, ¿por qué este hombre me estaba buscando?, ¿por qué está queriendo buscarme?, ¿por qué quiere un hijo con mis genes si puede tener a otra mujer?

—Tienes más mujeres dispuestas a dar a luz a tu hijo.

—Sin embargo, no la que quiero —sus ojos me miraron directamente, de forma decidida, ¿mi debilidad?, además de los niños pequeños, es sin duda la mirada de las personas, dicen que es la ventana al alma, jodida, alma tan sexy de este hombre, pero a la vez tan misteriosa.

—Yo… no sé.

—Tienes que decidir, porque esta comida se va a decidir si le ayudo a tu familia o no… También —Se acerca más a mí, esta vez me toca mirar hacia arriba, pone su boca a la altura de mi oreja —Encontraré a quien trato de secuestrarte hace cinco años —sentí mi cuerpo congelarse al escucharlo, ¿él lo sabía?

—Tú… Tú…

—Tengo poder, Leah, tengo mucho poder, soy muchas cosas, sin embargo, pocas son dichas —Me mira como si quisiera ver que estoy pensando. Por primera vez mi mente no es capaz de pensar en nada.

—Yo lo haré, si ayudas a mi familia, a mi mejor amiga, y a mí.

—Qué decisión tan sabia, el contrato llegará pronto —él se voltea para entrar al restaurante, pero antes de hacerlo, me mira con una sonrisa —Te casarás conmigo. Tus padres ya lo saben y han dado el visto bueno. Tu edad no es un problema, ya que puedes casarte a partir de los 16 años. ¿Adivina qué edad tienes? —Una sonrisa socarrona aparece en sus labios y me pregunto en qué me he metido.

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