Conocerla fue como darle un giro de 180° a mi vida. Mejoré para bien, mejoré por ella, para merecer ser su novio. Ahora mi pequeña felicidad se resume en una sola palabra: Juliette. Si me preguntan por ella pensaría en todas las cosas que me hace sentir, en lo que ella es, pero definitivamente me quedo con esos ojitos verdes que se convirtieron en mi espejo favorito desde el primer momento que los miré.
Hoy tengo una "cita" con el padre de mi novia, ayer me escribió desesperada y dije que iba a ir, y estoy nervioso. ¿Qué voy a decirle? ¿Qué responderé si me pregunta... cosas? ¿Cómo voy a saludarlo? ¡Ay, quiero morir!
Doy una mirada rápida a todo el desorden de mi habitación, aunque suelo ser un poco ordenado, esta vez dejaré todo tirado. Tengo que llegar a la hora acordada.
*
Estoy frente al departamento de Juliette. No puedo dejar de temblar, tengo miedo. ¿Qué hará conmigo, su padre? Debo avisar a mis amigos antes de entrar...
~Chat con "Más que amigos, hermanos" ~
Yo: Chicos, por si muero recuerden que los estimo mucho.
7: 44 a.m. ✓✓
**Richi:**Yo te estimo más, te voy a extrañar.
7: 45 a.m. ✓✓
Tobías: ¿Qué pasa, amigo?
7: 47 a.m. ✓✓
Jonny: Jajaja, no sean dramáticos! Benja, tus "suegritos" te aceptarán
7: 47 a.m. ✓✓
~Fin del chat ~
Ella baja las escaleras con su celular en la mano, parece preocupada. Al verme sonríe y mi corazón brinca de felicidad, cuando está conmigo es como si tuviera taquicardia.
—Buenos días, preciosa. —Me acerco para abrazarla, ella retrocede.
—Mi padre te espera, ahora mismo está en la ventana —dice mirando en otra dirección—. Debemos subir...
—Sí...
Subimos las escaleras cada vez más despacio, nos detenemos en el cuarto piso y Juliette toma mi mano para seguir subiendo, a mitad de la escalera me abraza por la cintura. Se pone de puntillas depositando un beso en me mejilla.
—Te quiero mucho, Min. Todo va a salir bien, ¿verdad?
—Confiemos en que sí.
Nos detenemos frente a la puerta del quinto piso.
Es aquí.
Los nervios invaden todo mi ser, mi pulso se acelera a más no poder.
Tengo miedo.
—Le diré a mi padre, espérame aquí.
Asiento.
La realidad me aterra más de lo que quiero admitir. Escuchó pasos acercarse. ¿Acaso... tienen... una pandilla o algo parecido?
«Ni lo pienses, Benjamín, no entres en pánico. Esto no es una película de acción», me regaña mi subconsciente. «Debemos resolver esto como personas, hablando».
La puerta se abre dando paso a tres personas, la familia Milano Johnson. Me quedó estático por un segundo, luego me acerco hasta donde se encuentran.
—Bu-Buenos días, señor y señora Milano. —Extiendo mi mano. Cuando voy a retirarla, el señor Dave la estrecha ejerciendo presión cada vez más.
—Dave, detente —dice la señora Michelle—. Y buenos días, Benjamín, bienvenido.
Tan linda como siempre. Se parece mucho a su hija, en un sin número de aspectos.
El señor Dave camina dándonos la espalda. Sin saber qué hacer miro a Juliette, ella me indica pasar, me percato de que está sonrojada.
—Lo siento, mi padre está molesto. —Pasa las manos por su rostro—. ¡Qué vergüenza!
—Tranquila, entiendo a tu padre.
Si yo tuviera una hija como Juliette haría lo que fuera por que estuviera soltera.
—Dejen de susurrar y vengan aquí, ahora mismo. —Llama nuestra atención la señora Michelle, se encuentra recostada en la pared, a una distancia prudente como para no escucharnos.
Madre e hija se juntan. Las sigo mirando a los lados: hay fotos familiares colgadas en todas partes, adornan la pared blanca. Al fondo del pasillo está la sala, los muebles tienen fundas negras con puntitos rojos y cremas, en el centro hay una pequeña mesa de vidrio con una pecera dentro de ella... Siento la presencia de alguien.
—¿Benjamín, verdad?
—Así es, señor. —Me esfuerzo por no tartamudear.
—Bien, hablemos. —Cruza sus piernas —. ¿Qué intenciones tienes con mi hija?
Empezamos fuerte. Creí que sería fácil, es más, no pensé en una posible pregunta y su respuesta. Debí tomarlo en serio y practicar toda la noche.
—Yo... yo respeto mucho a su hija, nunca haría algo sin su consentimiento. La quiero tanto que... Bueno, no pienso dejarla así usted me lo pida.
—¿Me está amenazando, jovencito?
—No, cómo cree, señor, disculpe.
—No pienso prohibirle nada a mi hija. Entiendo que se quieren y sé lo que se siente temer perder a alguien especial. —Se da un golpecito en la cabeza para luego aclararse la garganta—. En fin, háblame de ti, de tus sueños, de tus padres.
—Usted conoce a mi padre, por situaciones vividas con mi madre es distante conmigo, no tenemos mucha comunicación... Mi madre nos abandonó cuando yo era solo un bebé..., no quiero hablar de eso, disculpe.
—Entiendo, ahora háblame de ti.
—Yo... Bueno, yo... tengo muchos sueños, los cuales quiero cumplir. Juego al fútbol, soy bastante sociable, en la escuela me va bien. También soy un poco escandaloso y a veces distraído, según mis maestros y amigos.
Asiente lentamente—: Bien, me dices que eres sociable, ¿tienes muchos amigos?
—Tengo tres amigos, en los que confío.
—¿Y amigas?
—Solo dos, ellas se llevan bien con Juliette.
—¿Sueles confiar plenamente?
—Nunca. En realidad, muchas veces no confío ni en mi propia sombra.
Oprime una sonrisa—: Hablando de confianza, ¿confías en mi hija?
—Sí, plenamente.
—Benjamín, —eleva un poco la voz— nunca confíes demasiado en alguien que no seas tú.
Asiento distraído.
—Tómalo como un consejo. ¿Y cuántas novias has tenido?
Esta pregunta no me lo esperaba, al menos no así: de repente. Trago grueso, no puedo mentirle, al padre de mi novia no.
—Tres, pe-
—Así que tienes experiencia en temas amorosos, decepciones, sentimientos que no encuentras explicación y-
—Disculpe que le interrumpa, señor Dave. La verdad, he salido con ellas junto a mis amigos. Nunca he tenido sentimientos profundos, ni demostraciones de afecto. Pero con su hija sentí el amor real, me declaro completamente enamorado de ella. —Me siento extraño, nunca planeé hablar demasiado. ¡Estoy gritando mis sentimientos a los cuatro vientos! Increíble.
—Por hoy, terminamos aquí. Tienes mi consentimiento para salir con mi hija. ¡Y cuidado con esas hormonas alborotadas, eh! —Mira hacia un lado sonriendo—. Pueden salir de ahí, par de chismosas. —Bromea o eso creo.
Juliette y su madre salen de su escondite con una sonrisa inocente. Al ver que todos sonríen no puedo evitar hacerlo también. Sin cambiar su expresión, mi novia corre a los brazos de su padre, este la alza por los aires; no me sorprende, es tan delgada que yo puedo hacer lo mismo.
—Gracias, gracias, gracias —dice depositando besos en sus mejillas.
—Agradece a Benjamín, pasó la primera prueba. —Sonríe a boca cerrada mirándome fijamente.
Se suelta con un movimiento rápido y, como siempre, se lanza a abrazarme—: Gracias—dice en voz alta—. Te quiero, lo lograste —habla para los dos conteniendo la emoción.
—¡Déjense de cuchicheos y pasen a la mesa para desayunar! —grita la señora Michelle dirigiéndose a ,lo que supongo, la cocina seguida por su esposo.
—Señora, señor, disculpen. Pero debo regresar a mi casa, salí sin avisar.
Ambos se miran sorprendidos.
—Está bien, Benjamín. Tu padre debe estar muy preocupado, para la próxima hazle saber.
—Sí, Benjamín, mi esposo tiene razón, no debiste salir sin avisar. No te hago perder más tiempo. Peque, acompáñalo a la puerta.
—Vamos, Benjamín. —Dirige su mirada al largo pasillo indicando que me adelante.
Estando en las afueras del edificio, tomó las manos de mi novia para atraerla a mí y besarla. Mi intención era esa, pero terminé por abrazarla ya que una voz muy conocida nos interrumpió.
Lo que no sabe su padre es que nos detuvimos en una de las escaleras para besarnos, y decirnos un par de cosas privadas. Nadie, ni nada podrá borrar mi sonrisa; me tomó por sorpresa ser acorralado en la pared por un pequeño cuerpo. Eso de alguna manera me levanta los ánimos hasta el punto de sonreír por todo, así sea por un tropezón.
¿Un tropezón? ¡Auch!
Salto en un pie tratando de calmar el dolor y hago mi máximo esfuerzo por no soltar una grosería. En mala hora elegí venir en pantuflas. Tengo suerte de que mi casa quede a solo diez cuadras, no tanto porque para mí son larguísimas.
—¡Benjamín! —grita mi novia deteniéndose a mi lado.
—Me asustas, preciosa, ¿qué pasa?
—Tu celular, por cierto, tiene más de veinte llamadas perdidas de la Enana —dice con molestia. Una mueca de desagrado se forma en su rostro, parece que quiere vomitar.
—Seguimos con lo mismo, ¿cuántas veces debo decirte que eres tú y nadie más? —Suspiro cansado.
—¡Las veces que sean necesarias! Mientras hables con ella, los problemas seguirán.
—¿Vamos a discutir otra vez por lo mismo, Juliette? Estamos bien, no quiero tirar lo que hemos avanzado a la basura. No recuerdo cuándo fue la última vez que discutimos.
—¿¡Seguro que estamos bien!?, ¿seguro?
—Cálmate primero, cálmate.
—¡No me pidas que me calme! Me estoy cansando, Benjamín, me estoy cansando —advierte muy molesta.
—Te he dicho miles de veces lo importante que eres para mí, ¿crees que te dejaría por ella? No, ella solo fue una amiga que intentó sobrepasarse conmigo.
—¡Por eso mismo! ¡Con más razón!, aléjate de esa Enana sin gracia.
—Todas las personas merecemos respeto, para con eso.
—¿Y el respeto a tu novia, dónde queda? ¡Dime! —Respira pesadamente—. ¿Sabes qué? Lárgate, déjame sola, en paz por un momento. Tu presencia me... Mejor no sigo hablando. —Da media vuelta y echa a correr a su departamento. Está hecha un demonio, muy hermoso para ser sincero.
Me habían dicho que las cosas no siempre resultan como quieres, ¡te sorprenden! Hablé muy rápido: lograr despedirme sin discutir con mi novia era algo nuevo, mi sonrisa iba a durar poco. Siempre discutimos por lo mismo, y tiene nombre y apellido: Maricel Romero. Una vieja conocida, que fue mi mejor amiga en su momento, ella era bastante pequeña y un poco regordeta. Juliette le puso ese apodo cuando se enteró que casi fue mi primera vez, le conté que estaba obligado y no lo entiende.
Siempre la consideré amiga, solo eso y la perdone porque la apreciaba. Sigo manteniendo comunicación con ella porque quizá aún la quiero tanto como en un principio. No es tan fácil olvidar a alguien especial.
Me sigo preguntando cómo es que funciona nuestra relación. No sé, me imagino que será el amor lo que nos guía y nos mantiene unidos por el corazón. La verdad, tampoco es que discutimos todas las veces, soy un exagerado.
Una parte de mí acepta que estoy haciendo mal en hablar con Maricel, pero mi orgullo no. Además, no es como si hiciera algo malo. Solo la saludo, hablamos de vez en cuando y cuando me revienta el celular con llamadas es porque necesita joderle la vida a alguien.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 33 Episodes
Comments