Caperucita y El Lobo Feroz

Eliodora, le insiste a Bianca, que no debe hablar con extraños, mientras la despide en la puerta de la casa.

-Si mamita no te preocupes, yo conozco bien el camino, no me voy a perder y no hablaré con nadie, tampoco con los animalitos- contesta con su dulce voz, Caperucita.

-Muy bien mi niña, ve con la abuela y recuerda: nunca debes hablar con extraños, y no te salgas del sendero del Bosque- alecciona la madre, una vez más a la niña; despidiendose de ella, con un beso en la frente, Caperucita asiente.

Malaquistá, quien siempre cuidaba de Bianca, estaba muy contrariada, porque Eliodora dejaba que una pequeña niña con apenas recién cumplidos 10 años, cruce sola el Bosque Encantado, donde tantos depredadores acechaban.

Decide transformarse en ratona, para permanecer de día, cerca de la princesita, sin levantar sospechas, se introdujo en la canasta. La princesa, puede comunicarse con los animales, por lo que no sería difícil, servirle de guía y al mismo tiempo cuidarla. Y fue por eso, que desde aquel día, Malaquistá se transformó en la ratoncita Maly, la compañera inseparable de Bianca.

Caperucita va caminando por el sendero señalado del bosque, dando saltitos de alegría y tarareando una canción con su melodiosa voz, mientras lleva la canastita con alimentos y medicinas para la abuelita. Pero, niña al fin, se distrae hablando con unos pajaritos, luego con mariposas, hasta finalmente, llegar a un claro del Bosque lleno de hermosas flores multicolores, con las cuales se sigue distrayendo, cortando algunas flores para su abuelita, mientras conversa con abejitas y abejorros. La ratoncita Maly, en la cesta, fastidiada se había quedado dormida, no había dicho a Bianca que estaría allí, ni tampoco que se transformaría en ratoncita, todo estaba bien por ahora.

Es en ese momento, cuando Caparucita se cruza con un maléfico hombre lobo, quien no era más que un depredador, se encargaba de raptar niños, pertenecía a una red de lobos mafiosos, dedicados a la trata de criaturas inocentes. En este caso, el encargo era para una Bruja Malvada del Bosque, la Bruja de Jengibre, la hermanastra de Malaquistá y su eterna enemiga...

-Hola, Caperucita Roja ¿Qué haces solita en el Bosque?- le pregunta con muy malas intenciones el lobo.

-Estoy cortando flores para mi abuelita enferma, ella vive en una cabaña aquí en el Bosque, está esperandome, le llevo medicinas- contesta inocentemente Bianca, haciendo lo que le dijeron que no hiciera: ¡Hablar con desconocidos! Viendo al hombre como a un buen amigo.

Sin embargo, no tarda mucho cuando Bianca intuye que algo no anda bien con ese hombre, su sonrisa llena de amarillentos y afilados dientes, se perfilaba como "tantito" falsa y libidinosa, muy peligroso. Después de todo, ella también tenía la personalidad de una Villana, pues la Bruja Malaquita la impregnó con las tres "B", y ser Bellaca era uno de los dones dados a ella.

El hombre Lobo se va acercando amenazante a Caperucita, entablando una conversación para luego atraparla con sus garras:

-Veo que te gustan los animalitos- dice entornando sus ojos sosegadamente.

-¡Si me gustan muchos!- contesta candidamente Caperucita.

- Entonces ¿No quieres conocer a un lobito que tengo conmigo?- pregunta lascivo con doble sentido el malicioso hombre.

-¡Claro me gustaría conocer a un lobito!- responde alegre e inocente la niña, porque le gusta hablar con los animales, sin saber a qué se refiere el hombre libidinoso.

- ¡Acércate, ven!; puedes jugar con él, para que se levante, está ahora dormidito, verás lo guardo aquí para ti solita, quiere ser tu amiguito, quiere conocerte. Es un lobito hambriento, ven a tocarlo, puedes darle un besito, te va a gustar- lascivamente, el hombre lobo, va tocándose sobre sus pantalones, quiere mostrarle su "pequeño lobito" a la inocente niña.

Caperucita, abre muy grande sus ojos, se asusta por las sorpresivas insinuaciones de aquel malvado hombre, retrocede, volviendo en sí, entendiendo lo que pasaría, por esa asquerosa visión que le mostraba el pervertido hombre lobo, no era un animalito, era un animalón; y sin perder tiempo, se comunica con unas abejas y abejorros que se encontraban entre las flores, para que la ayudaran.

-¡Por favor amiguitas, ayúdenme!- muy asustada, les suplicaba en un susurro Caperucita, dando firmes pasos hacia atrás, alejándose del hombre lobo que avanzaba atemorizante, se acercaba lenta y lascivamente hacia ella, mientras se manoseaba, cuando está a punto de atraparla con sus filosas garras.

Las abejas y abejorros escucharon las súplicas de la niña y en enjambre atacaron al hombre lobo, sin compasión, ¡sí allí mismo, donde su sensible piel, más duele! (donde todos se lo están imaginando, en su asqueroso miembro), mientras Caperucita aprovechaba la oportunidad dada, para decir "huyamos pronto a la derecha", sale corriendo como alma que lleva el diablo; agradeciendole a sus amigos insectos por la ayuda.

El hombre lobo, al sentir los piquetes dolorosos de las abejas y abejorros, empieza a aullar de forma escandalosa por el ardor, muy adolororido se transforma de una sola vez en lobo, su piel gruesa con abundantes pelos, no podía ser atravesada por los pequeños aguijones de esos insectos, corre furioso detrás de Caperucita.

Al sentir que se movia dentro de la canasta de forma inusual, con violencia, golpeandose dentro de la cesta, la ratoncita Maly (la transformación de Malaquistá), se despertó, observando la grotesca escena, ordena con magia a las ramas que se interpongan en el camino del lobo, le cambia también con magia, los botines por zapatillas rojas, a Caperucita, haciendola más rápida, lo que ayudaba a que pudiera correr y correr con aquellas zapatillas rojas sin parar.

El camino de arbustos se abría para luego volverse a cerrar detrás de ella, pero el lobo tenía 4 patas, y las piernas de Caperucita aún daban cortos saltos en su huida, a pesar de que corría con todas sus ganas. El lobo, podía brincar los arbustos, y la perseguía muy de cerca. Sin embargo, con ayuda de Maly, Caperucita finalmente llega a la cabaña de la abuela, abre la puerta de un golpe, de suerte que la abuela nunca la cerraba. Al entrar, de inmediato la cierra, interponiendo un madero detrás de la puerta, a manera de cerrojo.

Entra asustada, pero las mágicas zapatillas rojas la obligan a seguir brincando, no puede parar, dando vueltas y vueltas sintiendose ya mareada a punto de caer, hasta que Maly se da cuenta y se apiada de ella, se las quita con magia, le devuelve su aspecto de botines normales. Caperucita entra en la habitación de su abuelita corriendo, ella está acostada durmiendo en su cama, porque tiene mucha fiebre.

Ahora no sabe qué hacer, intenta despertarla, y la abuela en su estupor, escucha a su nietecita:

-¡Abuelita, abuelita me persigue un lobo con grandes dientes! ¿Qué debo hacer?- pregunta gritando aterrada Caperucita.

- ¿Qué dices? ¿Qué tienes lodo y no sientes? Entonces, limpia tus zapatos afuera de la casa- La abuela, es más sorda que una tapia.

-¡No abuela! ¡Viene un lobo!- repite más fuerte la niña.

-¡Ah un lobo!- finalmente capta la abuela, está ardiendo en fiebre, somnolienta.

-Tengo un rifle en el armario, úsalo si es necesario. ¡Acaba con él!- a duras penas despierta la abuelita, quien no es tan tierna, ella es capaz de acabar con quien intente agredirle.

Caperucita, armandose de valor, toma el rifle, cierra la puerta de la habitación, interpone la cómoda y una silla, detrás de la puerta y espera con la respiración agitada, y fuertes palpitaciones, la llegada del infame hombre lobo, dispuesta a todo para proteger su vida y la de su abuelita enferma...

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