Capítulo 2

Como Apolo había dicho, una hora después comenzaron a resonar un par de golpes en la puerta, Helena, la cual sentía cierto miedo a salir de la habitación, abrió la puerta un poco temerosa.

Para su sorpresa, un hombre de cabello con un tono avellana, ojos de un verde bastante cautivador, esto acompañado de una agradable sonrisa, era un hombre bastante atractivo, sin embargo, no transmitía mucha confianza.

-Eres Helena, ¿verdad? -pregunto este con un tono indiferente.

-Oh, sí, ¿puedo saber tu nombre? -pregunto Helena un tanto curiosa.

Aquel hombre miró a Helena de pies a cabeza y le entrego una pequeña pila de ropa.

-Mi nombre es Alfonso, un placer conocerte -dijo este con una sonrisa amable-. Es extraño tener visitas, espero puedas quedarte por bastante tiempo.

-Oh, en realidad -dijo esta con cierta incomodidad-, pienso regresar hoy a casa.

-No creo que Apolo te deje volver, pero suerte con eso.

Tras esas palabras, Alfonso ya había girado su cuerpo con la intención de irse, sin embargo, Helena sujeto su mano.

-¿No puedo regresar? -pregunto Helena mientras desviaba su mirada, estaba más nerviosa de lo normal.

-No me malentiendas, no quise decir que no podías regresar, sino más bien que vivirías aquí, dudo que puedas estar lejos de aquí por ti misma, estás viva gracias a Apolo, por lo que si alguien descubre que deberías estar muerta no dudaran en matarte y Apolo tendría muchos problemas.

-¿Quiénes son los que no deben saberlo?.

-Nuestros superiores, por supuesto.

-¿También eres un demonio? -preguntó Helena con curiosidad.

-Era un ser humano nacido para hacer milagros, sin embargo, mi destino me llevo a pecar y como castigo se me condeno a vivir en la tierra como un demonio -respondió Alfonso con un tono un tanto amargo-. Mi mayor problema en mi anterior vida fueron los seres humanos, todos poseen codicia, pero es algo con lo que aprendí a vivir.

Después de esas palabras, Alfonso se fue sin siquiera despedirse o mirar a Helena.

Helena se quedó en blanco mientras observaba la ropa en sus manos, sin pensarlo volvió al interior de la habitación, lo mejor era no molestar hasta que su mente fuese más consciente de la situación.

La habitación se veía cada vez más espaciosa, no había pinturas o fotografías en este, todo estaba perfectamente ordenado, incluso el closet era tres veces más grande que el que ella tenía en su departamento, sin mirar más Helena entro al baño.

Un lugar espacioso y limpio, toallas perfectamente dobladas y guardadas, varios jabones y champoos de buena marca para escoger, el nivel de orden era tan sorprende que parecía que el lugar jamás era usado, al igual con la habitación, una casa tan pulcra le recordaba a la antigua casa de sus padres, los cuales casi nunca estaban con ella.

La sensación nostálgica que siempre la atormentaba se hacía cada vez más fuerte al recordar a sus padres, pero era inútil pensar en ellos, después de todo, jamás se sintieron orgullosos de ella, siempre la dejaron de lado. Incluso el día que Helena abandono su casa no hicieron nada para detenerla, solo le prohibieron llevarse cualquier cosa que ellos hubieran pagado o comprado directamente.

De esa forma, Helena comenzó su vida independiente, sin un centavo o un sitio donde dormir, sus amigos la abandonaron y lo mejor que pudo hacer fue tocar el piano en algunos bares o restaurantes, si tenía suerte recibía una buena cantidad, cantidad que era estando a comida y moteles baratos, eso hasta que logro alquilar un departamento.

Mientras Helena estaba en la bañera su cabeza comenzó a hacer función, ni siquiera sabía la razón por la que seguía viva, de seguro había personas que merecían vivir, personas que merecían una segunda oportunidad, sin embargo, debía aprovechar la oportunidad de vida que se dio.

Después de ducharse, Helena se vistió, sin embargo, al entrar a la habitación Apolo la miraba fijamente, además el lugar donde antes había una mancha de su propia sangre estaba limpio, no había huella alguna de sangre.

-¿Cuánto tiempo estaré aquí? -preguntó Helena casi murmurando, mientras evitaba la mirada de Apolo.

-No te irás, a partir de hoy eres de mi propiedad -respondió Apolo con una mirada fría y un tono de voz severo.

-Soy una persona, un ser humano, no un simple objeto, tengo una vida, ¿de qué te sirve que esté aquí encerrada? -Helena miró con cierta agresividad a Apolo, ella simplemente lo miró fijamente con cierta rabia.

-No hay diferencia, por ahora simplemente descansa, nadie debe sospechar que te deje vivir, mañana debes ir a presentar una denuncia formal a tu expareja, casi te mata, tienes muchas cosas en las que pensar, deja de pensar en huir o alejarte de aquí, a partir de hoy esta es tu casa.

-¿Por qué te importa tanto lo que me pase? -pregunto Helena sonando más despectiva de lo planeado.

-No eres especial, simplemente, deber ser más agradecida, es desesperante tener que responder tus preguntas estúpidas o escuchar tu fastidiosa voz, solo debes callarte y mantenerte viva un poco más de tiempo, tú me rogaste por ayuda, ¿para qué me pediste vivir si ni siquiera valoras tu vida?.

-¿Cómo quieres que no pregunte?, no sé nada sobre ti, a penas se sobre la existencia de demonios, ángeles y esas cosas, hasta ayer estaba bien y el día de hoy estoy viva, en la casa de un demonio y no sé nada sobre lo que supuestamente debo temer, estoy confundida.

Apolo soltó un largo y profundo suspiro, acto seguido paso sus manos por su cabello acomodando minuciosamente cada mechón que golpeaba su frente y miró a Helena con cierta pereza.

-En estos momentos no hay nada por lo que debas preocuparte, solo adáptate a estar aquí, si alguien descubre que te salve la visa, los problemas serán para mí.

-Está bien -respondió Helena-. Antes eras un ángel, ¿verdad?, es un poco difícil de imaginar.

-Lo fui, uno de alto rango y de los mejores, pero las cosas cambias y el precio por los errores a veces es demasiado alto, mi error me hizo perder mi lugar en el cielo y también mi título como ángel.

-¿Cuál error cometiste?

-Es un secreto, en unos minutos podrás comer, espero que te lleves bien con Alfonso, pasarás mucho tiempo con él a partir de ahora.

Apolo volvió a salir de la habitación con una sonrisa ladina, por el momento su mente estaba tranquila, solo debía evitar que alguien supiese de la existencia de Helena, mientras ella viviera su día a día como si nada, lo más probable es que nadie se enteraría de nada.

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Comments

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Apolo que ocultas fuiste un ángel ahora eres un demomio que cuida de Helena ella tiene miedo y temor es natural por todo lo que ocurre sus padres nunca la amaron

2023-06-26

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