NO TIENES DERECHO

Tras ver como una luz de naturaleza divina marcaba con una maldición los corazones de los chicos,  cargó el cuerpo de ambos en sus hombros para salir del palacio por medio del bosque. Aunque aun estaba débil, en especial sus piernas debido a su largo encierro, no podía permanecer allí más tiempo o de lo contrario los príncipes correrían peligro. De modo que usando la energía del caos llevó gran parte de esta a sus piernas y como si de adrenalina se tratara pudo correr más rápido.

—¡Allí está!—gritó un soldado.

Suspiró con fuerza, por más que intentara correr con ayuda del caos, los malditos soldados poseían mucha más resistencia que ella, por lo que no duraron mucho en alcanzarla. Sabiendo que aquel esfuerzo no era un intento de rescate, sino de asegurar la misión de asesinato que el emperador les había dado, dejó un momento a los inconscientes príncipes contra el tronco de un árbol, en medio de un claro.

—¡Mátenla!—ordenó el líder del escuadrón.

Ante la inminente amenaza, Selene llevó energía del caos a sus ojos y al observar cada uno de los hombres logró materializar en sus frentes una runa maldita la cual los petrificó por completo. Los que se habían logrado salvar, ya que estaban un poco más lejos del rango de visión, quedaron horrorizados.

Jamás pensaron, que aun con los cascos de sus negras armaduras, forjadas gracias a la propia sangre de Ápate, una magia de ese nivel lograra afectarlos. De hecho, solo habían quedado estupefactos una vez y fue en el intento fallido de invasión a Karmin, ya que la única razón por la que tuvieron que retroceder fue porque el bando enemigo logró someter al emperador, de lo contrario hubieran tenido una victoria asegurada.

Aprovechando que los demás estaban distraídos, se transportó detrás de ellos y mientras que a algunos les dobló el cuello, a otros les arrancó el corazón. Llegando con una velocidad sorprendente al líder del escuadrón, quien seguía sin poder moverse debido al terror, se acercó a su oído y le habló.

—Dile a tu estúpido emperador, que si sigue buscándolos, la bruja maldita irá por él—susurró antes de noquearlo.

Esperando que con aquella amenaza al menos ralentizara la sed de muerte que tenía el emperador, una vez el soldado despertara, tomó de nuevo a los dos niños y se adentró aun más en el bosque.

Sin saber por cuanto tiempo había caminado, siguió recto hasta una zona de miasma pura. Sabiendo que los niños, por más que fueran las reencarnaciones de unos de los magos más fuertes de la historia, no podrían soportar tanto tiempo, llevó aun más de su energía a sus piernas y aceleró su paso hasta llegar a un claro en medio del miasma, donde particularmente el aire puro no se mezclaba.

—Aun hay tiempo—dijo observando el reflejo de la luna llena.

Aquello era un milagro, ya que por las bajas temperaturas del invierno, aquel estanque no solo debería estar congelado, sino que no debería ver la luna. Sin embargo, aprovechando aquella inusual situación, aventó los cuerpos tanto de los niños como el de ella.

Selene sabía que aquel lugar no era normal, lo había diseñado como un refugio si no podía liberarse del agobio que una vez sufrió por culpa de Ápate; sin embargo, no había logrado llegar a tiempo antes de que la desgraciada de su hermana, con ayuda de Somnus, la encerraran por toda la eternidad en aquella tumba infernal.

Esa zona de bosque no solo la había sumergido ella misma con un campo de misma a modo de proteger la entrada de su refugio, sino que el estanque no tenía fondo en realidad. A medida que los tres descienden, no solo podían respirar, sino que terminaron a parar en lo que parecía ser una tierra mucho más lejana de aquel punto en el bosque.

—¡He vuelto!—gritó varias veces.

A duras penas había logrado sacar los cuerpos de los niños del estanque, incluyendo el de ella, pero su debilidad era tanta, que ya no podía ni siquiera levantarse.

—¡Mi señora!—escuchó la voz de un anciano.

Sin poder aguantar más, volvió a quedarse dormida, mientras escuchaba unos pasos acercarse hasta donde estaba ella.

Volviendo a la misma oscuridad que había estado por más de mil años, sintió una enorme tristeza que quemaba su garganta. Que irónica había sido la vida o el destino, que después de muchos años debía volverse la protectora de aquellos que la encerraron de manera injusta.

Tocándose el vientre, derramando lágrimas de sangre, lo que más le dolía era no haber podido llegar a tiempo a su refugio. Más allá del dolor que siente por el amor que malditamente seguía teniendo por Somnus, si tanto solo hubiera sido más rápida que ellos, había logrado salvar a la pequeña vida que no pudo soportar el encierro.

—No, rápida no…—dijo en un susurro mientras se tocaba la cicatriz de la primera estaca que recibió, justo en la zona del vientre—más bien tonta, sino me hubiera dejado engañar por las dulces palabras de él, mi bebé…

De pronto, una luz extrañamente familiar la cegó unos segundos. Delante de ella se encontraba el espíritu de Somnus o por lo menos una ilusión que siempre la había acompañado en su sueño maldito, desde el inicio de su encierro.

No obstante, lo que le sorprendió fue ahora ver su rostro distinto. Vestido con las túnicas que una vez lo caracterizó en el pasado, su cabello azul, casi oscuro como la noche, y sus ojos violetas, exaltaban el semblante de tristeza que traía el primer emperador.

Aquello la aterró, ya que siempre lo escuchaba decirle no solo ofensas sino que los múltiples crímenes que supuestamente cometió.

—Lo lamento—habló con voz lastimera.

La cólera invadió tan fuerte su cuerpo, mucho más que cuando despertó en el palacio, que corrió hasta donde él para golpearlo; sin embargo, como pasó múltiples veces en su pasado, terminaba atravesando su cuerpo. Luego de eso, aquella imagen desaparecía quedando sola.

—Solo los protegeré porque aquel ser que me liberó de mi sueño eterno me lo pidió—respondió cerrando de nuevo sus ojos—pero haré que sufras el mismo dolor que pasé, así también pasará con Nix.

Sin pensar que detrás de ella estaba de nuevo aquella “ilusión de Somnus” se dejó llevar por el sueño, esperando poder despertar. Somnus, mientras veía flotar el cuerpo dormido de Selene, no pudo evitar acercarse para acariciar el blanco cabello de la chica, recordando que por eso había sido la razón por la que le pusieron el mismo nombre de la diosa de la luna.

—Sabes que no tienes derecho, al igual que Nix, de pedirle perdón—dijo la misma voz que despertó a Selene.

De lo más profundo de la oscuridad, el dios de los sueños, Hipnos, apareció vistiendo su emblemática túnica blanca. Su cabello largo y rubio, asemejando al sol, adornaba de manera divina sus ojos que reflejaban las constelaciones del universo.

—Lo sé—escuchó.

Avergonzado ante aquello, dejó de acariciar el cabello de Selene. Si bien era cierto que no tendría perdón para el error tan grande que cometió en su pasado, aun tenía la leve esperanza de que aquella niña dulce que una vez fue Selene siguiera existiendo o al menos un porcentaje de ella.

—Vuelve al cuerpo que se te ha dado en esta nueva vida—comentó el dios antes de que el espíritu desapareciera—no está de más recordarte, que una vez entres para siempre en el cuerpo, no podrás recordar lo que pasó. Empezarás de cero y sufrirás lo que Selene sufrió.

El primer emperador asintió antes de desaparecer, sabía muy bien lo que le esperaba. Solo habían vuelto a reencarnar con el fin de reparar el daño que hicieron, no solo al traicionar de manera vil a Selene, sino de volver al imperio de Azuri un protectorado de Ápate. Carcomido por la culpa, aceptó su sentencia sabiendo que en realidad era poco para lo que de verdad se merecía.

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Comments

Jade Dotm

Jade Dotm

Ay

2025-03-15

0

Regina Gomez Duque

Regina Gomez Duque

cómo dicen se pagó lo hecho en el pasado

2023-11-06

3

Linupe

Linupe

ahhh déjalo que recuerde para que la culpa lo agobie

2023-08-16

3

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