Capítulo 5 - Atrapados

Seraphina y Marius se quedaron paralizados al ver a Luna y a los otros agentes apuntándoles con sus armas. Luna les dijo que ella era una infiltrada de la Asociación y que los había estado engañando desde el principio. Les dijo que todo fue un plan para atraerlos a la trampa y que el virus que introdujeron en el centro de datos no borró nada, sino que activó una señal de rastreo que les permitiría localizar a todos los rebeldes. Les dijo que se rindieran o los mataría.

Seraphina y Marius se negaron a rendirse y empezaron a pelear contra Luna y los otros agentes. Seraphina logró quitarle la pistola a Luna y le disparó en el hombro, mientras que Marius se enfrentó a los otros dos agentes con sus colmillos y sus garras. Seraphina y Marius consiguieron escapar del callejón, pero se dieron cuenta de que estaban rodeados por más agentes de la Asociación que habían llegado al lugar.

Seraphina y Marius corrieron por las calles, buscando un lugar donde esconderse o una forma de contactar con sus compañeros rebeldes. Sin embargo, los agentes de la Asociación los persiguieron sin descanso, disparándoles y tratando de capturarlos. Seraphina y Marius se vieron obligados a entrar en un edificio abandonado, donde esperaban poder despistarlos o resistir hasta que llegara la ayuda.

Seraphina y Marius se refugiaron en el edificio abandonado, pero pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. El edificio resultó ser un antiguo refugio de vampiros renegados, que habían sido expulsados o perseguidos por la Asociación. Los vampiros renegados no eran amigos ni enemigos de los rebeldes, sino que solo buscaban sobrevivir a su manera. Algunos de ellos eran hostiles con Seraphina y Marius, mientras que otros les ofrecían su ayuda o su indiferencia.

Seraphina y Marius tuvieron que decidir si confiar o no en los vampiros renegados, y si aceptar o no su ayuda. Por un lado, podrían beneficiarse de su conocimiento del edificio y de sus recursos para defenderse de los agentes de la Asociación. Por otro lado, podrían arriesgarse a ser traicionados o atacados por los vampiros renegados, que podrían tener sus propios intereses o agendas ocultas.

Mientras tanto, los agentes de la Asociación llegaron al edificio abandonado y empezaron a rodearlo y a prepararse para asaltarlo. Luna estaba entre ellos, con el hombro herido pero decidida a vengarse de Seraphina y Marius. Ella les dijo a los demás agentes que no quería prisioneros, sino cadáveres.

Seraphina y Marius estaban en una habitación del segundo piso del edificio abandonado, junto con un grupo de vampiros renegados que habían decidido ayudarlos. Entre ellos estaba Caleb, un viejo amigo de Seraphina, que resultaba ser un brujo que trabajaba para una organización secreta que luchaba contra los vampiros corruptos. Caleb les ofreció su ayuda y les reveló información importante sobre la Asociación y sus planes.

- ¿Caleb? ¿Eres tú? - preguntó Seraphina, sorprendida al verlo.

- Hola, Seraphina. Cuánto tiempo sin verte. - dijo Caleb, sonriendo.

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que estábamos en peligro? - le preguntó Seraphina.

- Estoy aquí porque este es uno de los refugios de mi organización. Somos una red de brujos y brujas que nos dedicamos a combatir a los vampiros corruptos que abusan de su poder y someten a los humanos. Sabía que estabas en peligro porque recibí una señal de alerta desde el centro de datos de la Asociación. Alguien introdujo un virus informático que activó una señal de rastreo. Supuse que eras tú o alguno de tus compañeros rebeldes. - explicó Caleb.

- ¿Un virus informático? ¿Una señal de rastreo? - repitió Seraphina, confundida.

- Sí. Me temo que fuiste víctima de una trampa. El virus informático no borró nada, sino que envió toda la información sobre los rebeldes a la Asociación. Ahora saben quiénes son, dónde están y qué planean hacer. Además, el virus también activó una señal de rastreo que les permite seguir tus movimientos y los de tu dispositivo USB. - dijo Caleb.

- ¡Maldita sea! ¡Nos engañaron! ¡Luna nos engañó! - exclamó Seraphina, furiosa.

- ¿Luna? ¿Quién es Luna? - preguntó Caleb.

- Una traidora. Una infiltrada de la Asociación. Una falsa amiga. - dijo Seraphina.

- Lo siento mucho, Seraphina. Sé lo duro que es perder la confianza en alguien. - dijo Caleb, comprensivo.

- Gracias, Caleb. Eres muy amable. Pero ahora no tenemos tiempo para lamentarnos. Tenemos que salir de aquí y avisar a los demás rebeldes antes de que sea demasiado tarde. - dijo Seraphina.

- Lo sé, lo sé. Por eso estoy aquí para ayudarte. Tengo un plan para escapar del edificio y despistar a los agentes de la Asociación. Pero necesito tu cooperación y la de tu amigo vampiro exiliado. - dijo Caleb.

- ¿Mi amigo vampiro exiliado? ¿Te refieres a Marius? - preguntó Seraphina.

- Sí, él mismo. El vampiro exiliado más guapo y misterioso que he visto en mi vida. - dijo Caleb, guiñándole un ojo a Marius.

Marius estaba sentado en una esquina de la habitación, observando la conversación entre Seraphina y Caleb con recelo e impaciencia.

- Hola, Marius. Soy Caleb, el brujo amigo y protector de Seraphina. Encantado de conocerte. - dijo Caleb, acercándose a él con una sonrisa amistosa.

- Hola, Caleb. Soy Marius, el vampiro exiliado al que le debes una explicación por meternos en este lío. No tan encantado

de conocerte.- dijo Marius, frunciendo el ceño.

- Vaya, veo que tienes carácter. Me gusta eso en un hombre.- dijo Caleb,

coqueteando con él.

- Déjate de tonterías, Caleb.- le reprendió Seraphina.- Esto no es momento para ligar.

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