Capítulo 3 - La huida

Había planeado todo desde el principio. Marius y Seraphina fueron traicionados por alguien en quien confiaban, y ahora estaban en peligro mortal.

La situación era desesperada. Marius y Seraphina estaban rodeados por los vampiros de la sociedad, que los superaban en número y habilidades. Marius sabía que no podían luchar contra todos ellos, y decidió que su única opción era la huida.

Seraphina y Marius corrían por las calles oscuras de la ciudad, perseguidos por los agentes de la Asociación de Vampiros, una organización secreta que controlaba a todos los de su especie. Habían descubierto su relación prohibida y ahora querían capturarlos y castigarlos por traicionar las leyes vampíricas.

- ¿A dónde vamos? - preguntó Marius, jadeando. Tenía una herida en el brazo, donde uno de los agentes le había disparado con una bala de plata.

- Tenemos que salir de la ciudad. Hay un refugio en el bosque, donde nos pueden ayudar. - respondió Seraphina, apretando su mano.

Ella era una vampira cazadora de vampiros, entrenada desde niña para eliminar a los que se alimentaban de humanos. Pero había conocido a Marius, un vampiro exiliado que renegaba de su naturaleza. Se habían enamorado y habían decidido huir juntos.

- ¿Estás segura de que podemos confiar en ellos? - insistió Marius, mirando a su alrededor. Los agentes estaban cada vez más cerca, podía oír sus pasos y sus voces.

- Sí, son amigos míos. Ellos también quieren acabar con la Asociación y liberar a los vampiros de su tiranía. - afirmó Seraphina, con determinación. - Solo tenemos que llegar al puente, allí nos estarán esperando.

Los dos amantes aceleraron el paso, esquivando coches y transeúntes. Llegaron al puente y vieron una furgoneta negra aparcada en un extremo. Una figura encapuchada les hizo una señal desde la ventanilla.

- ¡Rápido, subid! - les gritó.

Seraphina y Marius se acercaron a la furgoneta y abrieron la puerta trasera. Se metieron dentro y cerraron la puerta justo a tiempo, antes de que los agentes llegaran al puente.

- ¡Vamos, vamos! - exclamó el conductor, pisando el acelerador.

La furgoneta arrancó y se alejó del puente, dejando atrás a los agentes frustrados.

- Lo logramos. - suspiró Seraphina, abrazando a Marius.

- Gracias a ti. - le dijo él, besándola en la frente.

- No hay de qué. Te quiero. - le respondió ella, sonriendo.

- Yo también te quiero. - le dijo él, devolviéndole la sonrisa.

La furgoneta se adentró en el bosque, rumbo al refugio donde esperaban otros vampiros rebeldes como ellos.

Seraphina y Marius se bajaron de la furgoneta y siguieron a la figura encapuchada que les había rescatado. Era una mujer joven, de cabello rubio y ojos verdes. Se llamaba Agata y era la líder de los vampiros rebeldes.

- Bienvenidos al refugio. - les dijo Agata, quitándose la capucha. - Aquí estarán a salvo de la Asociación.

- Gracias por ayudarnos. - le dijo Seraphina, agradecida.

- No hay de qué. Estamos en el mismo bando. - le respondió Agata, sonriendo.

- ¿Qué es este lugar? - preguntó Marius, mirando a su alrededor.

El refugio era una cabaña de madera, rodeada de árboles y arbustos. Parecía abandonada y descuidada, pero en realidad estaba equipada con todo tipo de tecnología y armas.

- Es nuestro cuartel general. Aquí planeamos nuestras operaciones contra la Asociación. - explicó Agata, guiándolos al interior.

- ¿Qué tipo de operaciones? - inquirió Seraphina, intrigada.

- La más importante es la que vamos a realizar esta noche. - reveló Agata, con una expresión seria.

- ¿Qué van a hacer? - quiso saber Marius, preocupado.

- Vamos a infiltrarnos en la sede de la Asociación y destruir su base de datos, donde guardan la información de todos los vampiros. Así podremos liberar a los que están bajo su control y evitar que capturen a más. - contestó Agata, con determinación.

- Eso suena muy peligroso. - comentó Marius, frunciendo el ceño.

- Lo es. Pero es nuestra única oportunidad de acabar con su tiranía. - afirmó Agata, con convicción.

- ¿Y cuántos son? - preguntó Seraphina, impresionada.

- Somos cinco. Tú y Marius pueden ser los sexto y séptimo. - propuso Agata, mirándolos con esperanza.

Seraphina sintió un impulso de aceptar. Era su oportunidad de hacer algo bueno por los vampiros y por el mundo. Además, tenía experiencia como cazadora y sabía cómo infiltrarse en lugares peligrosos.

Marius, en cambio, sintió un escalofrío de temor. No quería arriesgar su vida ni la de Seraphina en una misión suicida. Además, no confiaba del todo en los rebeldes ni en sus motivos.

- ¿Qué dices? ¿Te apuntas? - le preguntó Agata a Seraphina, expectante.

Seraphina miró a Marius, buscando su opinión. Él le devolvió una mirada suplicante, rogándole que se quedara con él.

Seraphina se debatió entre el amor y el deber. Al final, tomó una decisión.

- Sí, me apunto. - dijo Seraphina, con firmeza.

Marius sintió un nudo en el estómago. No podía dejarla ir sola.

- Yo también voy. - dijo Marius, con resignación.

Agata sonrió con satisfacción.

- Perfecto. Entonces le presentaré al resto del equipo y le explicaré el plan. Síganme. - les dijo Agata, caminando hacia una puerta trasera.

Seraphina y Marius se miraron con nerviosismo, ambos muestran la disciplina para ser libres y preocuparse por la asociación de vampírica. Se prepararon para enfrentarse a la misión más peligrosa de sus vidas.

¿Podrán lograr su objetivo?

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