subestimar a una mujer sola

—Debes haber pasado mucho frío, prepararé el baño para ti— Después de haberle contado quien era y mostrarle el collar divino que rodeaba su cuello, la mujer no tuvo miramientos para dejarlo pasar.

Darren no le quitaba los ojos de encima, pues, a pesar de ese una mujer que actuaba conforme a sí conveniencia, era bastante atractiva, una viuda joven y sin hijos que estafaba a cualquier viajero que pasaba por sus tierras, aunque claro al le dio bastante dinero en vez de quitárselo pues esperaba una recompensa mayor.

Sus pechos se balanceaban al caminar, recordó la sensación en sus manos y los suaves y esponjosas que eran. Obviamente, no tomaría carta en el asunto pues su corazón ya no tenía más lugar que para Riza, a quien conocería dentro de seis meses al llegar a la capital y quien era la santa del lugar pues tenía una fuerte conexión con la diosa y también había otro detalle importante... Era la prometida del príncipe heredero de Avalor.

Para este punto comenzó a sentir mucho sueño, un sueño anormal para la hora del día, de repente, un extraño cosquilleo en su entrepierna lo alertó, al parecer, esa mujer había puesto un afrodisíaco en el té. Cuando las fuerzas lo abandonaron, cayó casi inconsciente en la mesa, frente a él, ella sonreía de forma pícara, dando a entender que su presentimiento era real.

—Tener al héroe de la diosa en casa no es algo que suceda todos los días y no la voy a desaprovechar— De inmediato dejó caer sus ropas al piso, y con el rostro sonrojado se acercó a su cara y deslizó su lengua dentro de su oreja lo que hizo que recorriera un calor por toda su espina dorsal.

(Por las acciones ocurridas en el pasado te subestimé, pero nadie me pone un dedo encima si no es Riza)

Con mucho esfuerzo levantó su brazo y la empujó con todas sus fuerzas reunidas a la altura del vientre, lo que hizo que ella sé doblara y diera unos pasos atrás, más que empujarla, parecía que le había dado un puñetazo.

—Aghhh... maldito— Dijo la mujer recuperando el aire— Pensé que estabas de acuerdo por la forma en la que me mirabas— Su voz era impulsada con esfuerzo, al parecer había sido más fuerte de lo que él esperaba.

—Admirarte no significa desearte, así que quédate allí y no intentes nada, si no quieres que te mate— Sabía que tal vez sus palabras eran demasiado, pero no se podía arriesgar a que ella lo acusará con sus vecinos, aunque lejanos parecían ser una comunidad unida pues al enterarse de que él fue ayudado por esa mujer, los demás no dudaron en darle su ayuda.

—Solo necesito dinero— Dijo ella enroscada en una esquina.

— Y te lo daré si me das lo que tienes, en cuanto llegue a la capital te daré lo suficiente para que vivas cómodamente y hagas lo que quieras, únicamente dame tu dinero— Mostraba tanta seguridad en sus palabras que ella no tuvo manera de decirle que tal dinero no existía, pero en vista de como la había tratado por intentar seducirlo, no quería arriesgarse a que la matará.

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