Muñeca Brava (Temporada 1)

Muñeca Brava (Temporada 1)

Cap.1

En uno de los barrios más humildes:

–Muñeca, despierta por favor hija, se nos hará tarde. - La voz de tu abuela Mariza te despierta.

–Un momento más. - Cierras tus ojos.

–No, de ninguna manera señorita. - Abre las ventanas y la luz del sol golpea tu rostro - Te espero en el comedor.

–Mm ok abuela. - Restriega tus ojos.

Te levantas, vas al baño, te duchas, te vistes con un pantalón de jeans largo azul caído, una campera roja y una gorra del mismo color estilo urbano, dejas tu cabello lacio largo suelto.

Al terminar de alistarte, te sientas en la mesa con tu abuela.

–Feliz cumpleaños, hija –te da un abrazo y besa tu frente.

Miras la mesa y ves un pequeño pastel y una cajita de regalo.

–Abuela, no hacía falta que comprases un pastel, no te hubieras molestado.

–Ay, mija, olvidé eso, y pide un deseo –enciende la velita del pastel– vamos, pide –cierras tus ojos, pides los deseos y soplas– ahora abre esa cajita –la tomas y la abres, en ella ves un collar con una pequeña medalla de una virgen.

–¿Y este collar, abuela?

–Es de tu madre, me pidió que te lo diera en el día de tu cumpleaños número 18 años.

Ella te ayuda a ponértelo.

–Gracias, abuela –la abrazas.

Mansión James:

–Robert?

–Mande, señora Grace –el mayordomo se acerca a ella.

-¿A qué hora llegará mi hijo?

-En 2 horas, señora Grace.

-Oh, OK, me avisa cuando llegue.

-Así será, señora.

Ella sube las escaleras, dirigiéndose a su habitación.

Abren la puerta de entrada, pasa Hannah con su amiga Xiomara.

–Vamos a cambiarnos así vamos a la piscina –cierra la puerta– Hola, Robert.

–Hola, señorita Hannah.

Las 2 van hacia el piso de arriba, mientras van hablando.

–¿Hoy llega tu hermano? –pregunta Xiomara con una sonrisa.

–Sí, si hoy llega de Londres. Uuyy, ¿por qué esa sonrisa pícara? –entran a la habitación– vamos a estar en la piscina para que te vea y te lo presente, y lo puedas conquistar tú, antes de que traiga a la casa a otra que no soporte.

–Ay, no sé si se fije en mí.

–Sí, que lo hará, tú eres guapa.

[...]

Sales de la casa con tu abuela. Ambas trabajan, tú te dedicas a vender accesorios en la calle para una tienda, hoy es tu segundo día. Tu abuela trabaja en una tienda de verduras. La acompañas hasta allí y luego vas al tuyo, que queda a 4 cuadras.

Dejaste de estudiar hace poco para trabajar y ayudar en la casa, sola con tu abuela. Ella es todo lo que tienes. Tu abuelo ya no está con ustedes. Tus padres, no recuerdas de ellos, ya que apenas eras una bebé cuando los perdiste, tu madre falleció cuando apenas naciste, y tu padre te abandonó. Jamás se ha presentado en el hospital donde habías nacido. Tus abuelos se hicieron cargo de ti.

Eres una chica humilde, luchadora y de carácter fuerte. No te dejas pisotear y odias las mentiras. Amas estar con tu amiga Clara, quien tiene tu misma edad, no tiene familia y vive en un convento donde le brindan refugio a personas con necesidades.

( Clara )

Dos horas después, estás parada en la avenida con tu compañera y amiga, Clara.

–Ay amiga, no me compran –dice desanimada.

–Esperemos un poquito más, yo apenas vendí tres cosas –te acercas a sentarte–. Tengo una idea para generar más dinero.

–Ay, tus ideas son algo locas –dice mirando algo asustada.

–Tranquila, amiguis, haremos esto. Ve, vamos a buscar una cubeta. Acompáñame.

–¿Una cubeta? ¿Para qué quieres una cubeta?

–Ya verás. Ven.

A los pocos minutos vienen con una cubeta con un poco de lodo sacado de una maceta.

–Tú lo lanzas a los autos y yo los limpio, y luego cambiamos, y así por limpiar nos pagarán.

–Ay, pero nos meteremos en líos.

–No pasará nada. Amiguita, vamos –la abrazas mientras van caminando.

A los minutos estás escondida, lanzando pelotas de lodo a los parabrisas de los autos, mientras tu amiga Clara pasa a limpiar. Luego se acerca a donde tú estás.

–¿Ya ves, amiga, que si funciona o no?

–Sí, funciona –guarda el dinero en su bolsillo–. Toma, te toca a ti –te pasa la cubeta con la esponja–. Suerte, amiga.

El semáforo cambia, deteniendo a los autos. Tu amiga comienza a lanzar las pelotas de lodo y justo a una camioneta negra que acaba de detenerse, la limpias tirando agua en el parabrisas y pasas la esponja. Se baja la ventanilla del carro. Una vez que terminas, te acercas. Ves a un hombre de cabello castaño, corto a los lados y enfrente largo peinado hacia atrás. Notas que tiene tatuajes en sus manos, cuello y en su pecho. Por lo que ves al tener la camisa desabrochada, lleva piercing en sus orejas y nariz. Su cuerpo está bastante definido por sus músculos y sus ojos son de color gris, de mirada seria y muy intimidante. Es así cómo te está mirando ahora mismo.

Tú le pones tu mano para que te pague por haber limpiado el vidrio.

–¿Qué quieres? –su voz te eriza la piel.

–Que me pague. Eso quiero. El vidrio quedó limpio –dices mirándolo.

–Ya vi a tu amiguita, y no te voy a dar nada, así que muévete.

–¿Ah, no me va a pagar? –hablas molesta.

– Ya le dije - responde serio - ahora salga.

Le sacas el dedo medio y le pateas la puerta, lo que genera que el tatuado se baje del carro.

– ¡Loca! Ya te encontraré y esto lo vas a pagar - mira la puerta del auto y ve que tiene una pequeña abolladura.

Llegas a donde está tu amiga.

– ¿Estás loca? ¿Cómo que pateaste el auto de ese chico? - regañando - dices que parecía ¿qué cosa?

– Parecía un mafioso, un pandillero - recuerdas su mirada y sus tatuajes - pero bueno, no me pagó y le di su merecido - levantas tus hombros - ¿no nos sigue verdad? - te das la vuelta.

– No, pero sigamos caminando - te empuja para que continúes caminando.

Noche:

Llegas a casa luego del día que has tenido, aún pensando en ese chico de mirada intimidante. Dejas las cosas en la mesa, la luz está apagada, se te hace extraño que tu abuela no haya llegado aún, ya que ella solo trabaja pocas horas y siempre llega primero que tú.

– ¿Abuela? - buenas en su dormitorio pero no está.

Golpean la puerta, la abres y es la dueña del negocio donde trabaja tu abuela.

– Mija, tu abuela está en el hospital.

– ¿Cómo que en el hospital? ¡Qué le pasó! - tus ojos se llenan de lágrimas de miedo.

– Tuvo un accidente, la chocaron aquí en la esquina, ahora está en el hospital.

– Llévame con ella por favor, señora Lía.

Suben al auto que allí estaba detenido y van hacia el hospital.

Al llegar al hospital, hablan con la chica que está en recepción, las guía por el pasillo y toman asiento.

Te sientes asustada por tu abuela, no paras de llorar, no quieres perderla.

Sale uno de los médicos con una lista en sus manos.

– Mariza Castañeda - llama al leer la lista.

– Sí, yo soy la nieta. Doctor, ¿cómo está mi abuelita? Dígame que está bien por favor.

– Lo siento señorita, pero su abuela acaba de sufrir un infarto, no pudimos salvarla.

Al escuchar esas palabras, te desmayas.

– Chicos, ayúdenme por favor - llama - justamente a dos enfermeros - traigan una camilla.

Uno de ellos trae una camilla, te acuestan en ella y te llevan a una sala para reanimarte. La señora que fue contigo se queda allí para cuidarte.

Mientras tanto:

En la mansión James, Hannah está sentada con su amiga Xiomara, ambas mojando sus pies en la piscina. Ven llegar un auto.

–Ya llegó mi hermanito- Dice Hannah mientras mira hacia el garaje.

Los del servicio de la casa van por las maletas.

Grace se acerca a recibir a su hijo al verlo bajar.

–Hola hijo se acerca más a él y lo abraza, él responde su abrazo- ¿Cómo estás?

– Vamos a saludarlo, así te lo presento- Dice Grace a Hannah y Xiomara.

–Holaaa hermanito– saluda Hannah dándole un gran abrazo– Te extrañé, me has traído regalo seguro?– pregunta.

Él ríe.

– Si, lo primero que preguntas enana– le responde, despeinándole el cabello.

–Mentiras- bromea- mira te presento a mi amiga Xiomara, amiga te presento a mi hermano Stephen– dice Hannah.

– Mucho gusto– dice Xiomara extendiendo su mano.

–El gusto es mío– responde Stephen dándole un leve apretón.

Ella se sonroja y baja la vista.

– Hijo, ¿qué le pasó a tu auto?– pregunta Grace

–Una loca le dio una patada en la puerta– responde Stephen.

–Ay Dios que salvaje y desubicada– dice Hannah acercándose a ver.

–¿No hiciste denuncia?– pregunta.

– No, pero ya la cruzaré– responde Stephen.

–¿Vamos adentro hijos?– dice Grace.

Al otro día:

Te despiertas y ves que estás en una sala del hospital. Recuerdas la noticia de tu abuela, te levantas de la cama de golpe y ves a tu amiga Clara.

– Amiga– se levanta del asiento y te abraza, tú comienzas a llorar.

–Lo siento mucho, amiga.

Entra uno de los doctores.

–¿Se siente mejor?– pregunta.

–No, estoy destrozada, mi abuela– dices entre sollozos.

–Lo siento mucha muchacha. Lamento decir que debe de componerse para firmar unos papeles– dice el doctor.

–Sí, ya estoy mejor un poco– dices limpiando tus lágrimas.

Tu amiga te ayuda a levantarte.

– La espero afuera– dice el doctor saliendo de la sala.

– Ay amiga, yo no sé qué haré ahora– dices llevando tus manos a la cabeza–No sé.

- No estás sola, amiga. Yo estaré aquí contigo, ¿vale? - te abraza.

Horas después, todos los vecinos estaban allí. Habían puesto dinero para ayudarte a despedir a tu abuela.

[...]

Un mes después:

Ya no vives en la casa donde vivías con tu abuela. No pudiste pagar la renta, ya que ganas poco dinero. Hoy estás en un convento donde vive tu amiga Clara, quien también quedó huérfana desde muy pequeña.

- ¿Vamos de rumba esta noche? - te habla en voz baja para que las hermanas del convento no escuchen.

- ¿Qué? ¿Estás loca? - dices mientras sirves la merienda a los niños allí.

- Ay, dale, amiguis, porfas - poniendo cara de perrito triste - no seas mala.

- ¿Y con qué dinero? - la miras mientras te diriges a la cocina, dejando las cosas.

- No te preocupes por eso, vamos, dime que sí - junta sus manos 🙏- dime que sí, ¿sí?

- Está bien, está bien. ¿Y cómo lo hacemos? - te cruzas de brazos.

- Yo te digo cómo - responde con mirada pícara.

Noche:

Todo el convento está oscuro. Tu amiga está lista.

- ¿Ya estás? - Clara entra a tu habitación, salís del baño lista - uy, estás muy bonita.

Llevas puesto un vestido negro un poco corto y descubierto en la espalda, y unos zapatos de igual color. Tu cabello liso suelto.

- Vamos antes de que me arrepienta - dices bromeando.

- Ay, no seas así - abre la ventana.

- ¿Para qué abres la ventana? - la miras.

- Para salir por aquí, ¿para qué más? No podemos salir por la puerta del convento o nos pillan las monjitas.

No puedes evitar reír.

- Vente ya, así subes y vamos - ella salta y sale.

- Luego dices que yo tengo las ideas locas - le dices mientras subes tú.

En la discoteca:

Ambas están bailando solas, divirtiéndose.

Pasa un hombre por detrás de ti, un poco borracho, y toca tu trasero.

- ¡Pero qué mierda te pasa, idiota! - te das la vuelta automáticamente y le pegas un empujón al chico, provocando que este moje con su bebida a otro que se encuentra a su lado. El tipo que está mojado te mira muy seriamente, te quedas atónita al reconocer esa mirada intimidante...

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Comments

Nancy Cuen

Nancy Cuen

esta historia tiene parecido con otra d aqui mismo

2024-10-28

0

Raquel Sanchez

Raquel Sanchez

Me hace recordar a una novela argentina que me vi cuando era adolescente en el año de 1998

2023-10-18

1

GiovannaXchelMayaCejudo

GiovannaXchelMayaCejudo

porqué escribe de esa manera?

2023-05-11

3

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