En uno de los barrios más humildes:
–Muñeca, despierta por favor hija, se nos hará tarde. - La voz de tu abuela Mariza te despierta.
–Un momento más. - Cierras tus ojos.
–No, de ninguna manera señorita. - Abre las ventanas y la luz del sol golpea tu rostro - Te espero en el comedor.
–Mm ok abuela. - Restriega tus ojos.
Te levantas, vas al baño, te duchas, te vistes con un pantalón de jeans largo azul caído, una campera roja y una gorra del mismo color estilo urbano, dejas tu cabello lacio largo suelto.
Al terminar de alistarte, te sientas en la mesa con tu abuela.
–Feliz cumpleaños, hija –te da un abrazo y besa tu frente.
Miras la mesa y ves un pequeño pastel y una cajita de regalo.
–Abuela, no hacía falta que comprases un pastel, no te hubieras molestado.
–Ay, mija, olvidé eso, y pide un deseo –enciende la velita del pastel– vamos, pide –cierras tus ojos, pides los deseos y soplas– ahora abre esa cajita –la tomas y la abres, en ella ves un collar con una pequeña medalla de una virgen.
–¿Y este collar, abuela?
–Es de tu madre, me pidió que te lo diera en el día de tu cumpleaños número 18 años.
Ella te ayuda a ponértelo.
–Gracias, abuela –la abrazas.
Mansión James:
–Robert?
–Mande, señora Grace –el mayordomo se acerca a ella.
-¿A qué hora llegará mi hijo?
-En 2 horas, señora Grace.
-Oh, OK, me avisa cuando llegue.
-Así será, señora.
Ella sube las escaleras, dirigiéndose a su habitación.
Abren la puerta de entrada, pasa Hannah con su amiga Xiomara.
–Vamos a cambiarnos así vamos a la piscina –cierra la puerta– Hola, Robert.
–Hola, señorita Hannah.
Las 2 van hacia el piso de arriba, mientras van hablando.
–¿Hoy llega tu hermano? –pregunta Xiomara con una sonrisa.
–Sí, si hoy llega de Londres. Uuyy, ¿por qué esa sonrisa pícara? –entran a la habitación– vamos a estar en la piscina para que te vea y te lo presente, y lo puedas conquistar tú, antes de que traiga a la casa a otra que no soporte.
–Ay, no sé si se fije en mí.
–Sí, que lo hará, tú eres guapa.
[...]
Sales de la casa con tu abuela. Ambas trabajan, tú te dedicas a vender accesorios en la calle para una tienda, hoy es tu segundo día. Tu abuela trabaja en una tienda de verduras. La acompañas hasta allí y luego vas al tuyo, que queda a 4 cuadras.
Dejaste de estudiar hace poco para trabajar y ayudar en la casa, sola con tu abuela. Ella es todo lo que tienes. Tu abuelo ya no está con ustedes. Tus padres, no recuerdas de ellos, ya que apenas eras una bebé cuando los perdiste, tu madre falleció cuando apenas naciste, y tu padre te abandonó. Jamás se ha presentado en el hospital donde habías nacido. Tus abuelos se hicieron cargo de ti.
Eres una chica humilde, luchadora y de carácter fuerte. No te dejas pisotear y odias las mentiras. Amas estar con tu amiga Clara, quien tiene tu misma edad, no tiene familia y vive en un convento donde le brindan refugio a personas con necesidades.
( Clara )
Dos horas después, estás parada en la avenida con tu compañera y amiga, Clara.
–Ay amiga, no me compran –dice desanimada.
–Esperemos un poquito más, yo apenas vendí tres cosas –te acercas a sentarte–. Tengo una idea para generar más dinero.
–Ay, tus ideas son algo locas –dice mirando algo asustada.
–Tranquila, amiguis, haremos esto. Ve, vamos a buscar una cubeta. Acompáñame.
–¿Una cubeta? ¿Para qué quieres una cubeta?
–Ya verás. Ven.
A los pocos minutos vienen con una cubeta con un poco de lodo sacado de una maceta.
–Tú lo lanzas a los autos y yo los limpio, y luego cambiamos, y así por limpiar nos pagarán.
–Ay, pero nos meteremos en líos.
–No pasará nada. Amiguita, vamos –la abrazas mientras van caminando.
A los minutos estás escondida, lanzando pelotas de lodo a los parabrisas de los autos, mientras tu amiga Clara pasa a limpiar. Luego se acerca a donde tú estás.
–¿Ya ves, amiga, que si funciona o no?
–Sí, funciona –guarda el dinero en su bolsillo–. Toma, te toca a ti –te pasa la cubeta con la esponja–. Suerte, amiga.
El semáforo cambia, deteniendo a los autos. Tu amiga comienza a lanzar las pelotas de lodo y justo a una camioneta negra que acaba de detenerse, la limpias tirando agua en el parabrisas y pasas la esponja. Se baja la ventanilla del carro. Una vez que terminas, te acercas. Ves a un hombre de cabello castaño, corto a los lados y enfrente largo peinado hacia atrás. Notas que tiene tatuajes en sus manos, cuello y en su pecho. Por lo que ves al tener la camisa desabrochada, lleva piercing en sus orejas y nariz. Su cuerpo está bastante definido por sus músculos y sus ojos son de color gris, de mirada seria y muy intimidante. Es así cómo te está mirando ahora mismo.
Tú le pones tu mano para que te pague por haber limpiado el vidrio.
–¿Qué quieres? –su voz te eriza la piel.
–Que me pague. Eso quiero. El vidrio quedó limpio –dices mirándolo.
–Ya vi a tu amiguita, y no te voy a dar nada, así que muévete.
–¿Ah, no me va a pagar? –hablas molesta.
– Ya le dije - responde serio - ahora salga.
Le sacas el dedo medio y le pateas la puerta, lo que genera que el tatuado se baje del carro.
– ¡Loca! Ya te encontraré y esto lo vas a pagar - mira la puerta del auto y ve que tiene una pequeña abolladura.
Llegas a donde está tu amiga.
– ¿Estás loca? ¿Cómo que pateaste el auto de ese chico? - regañando - dices que parecía ¿qué cosa?
– Parecía un mafioso, un pandillero - recuerdas su mirada y sus tatuajes - pero bueno, no me pagó y le di su merecido - levantas tus hombros - ¿no nos sigue verdad? - te das la vuelta.
– No, pero sigamos caminando - te empuja para que continúes caminando.
Noche:
Llegas a casa luego del día que has tenido, aún pensando en ese chico de mirada intimidante. Dejas las cosas en la mesa, la luz está apagada, se te hace extraño que tu abuela no haya llegado aún, ya que ella solo trabaja pocas horas y siempre llega primero que tú.
– ¿Abuela? - buenas en su dormitorio pero no está.
Golpean la puerta, la abres y es la dueña del negocio donde trabaja tu abuela.
– Mija, tu abuela está en el hospital.
– ¿Cómo que en el hospital? ¡Qué le pasó! - tus ojos se llenan de lágrimas de miedo.
– Tuvo un accidente, la chocaron aquí en la esquina, ahora está en el hospital.
– Llévame con ella por favor, señora Lía.
Suben al auto que allí estaba detenido y van hacia el hospital.
Al llegar al hospital, hablan con la chica que está en recepción, las guía por el pasillo y toman asiento.
Te sientes asustada por tu abuela, no paras de llorar, no quieres perderla.
Sale uno de los médicos con una lista en sus manos.
– Mariza Castañeda - llama al leer la lista.
– Sí, yo soy la nieta. Doctor, ¿cómo está mi abuelita? Dígame que está bien por favor.
– Lo siento señorita, pero su abuela acaba de sufrir un infarto, no pudimos salvarla.
Al escuchar esas palabras, te desmayas.
– Chicos, ayúdenme por favor - llama - justamente a dos enfermeros - traigan una camilla.
Uno de ellos trae una camilla, te acuestan en ella y te llevan a una sala para reanimarte. La señora que fue contigo se queda allí para cuidarte.
Mientras tanto:
En la mansión James, Hannah está sentada con su amiga Xiomara, ambas mojando sus pies en la piscina. Ven llegar un auto.
–Ya llegó mi hermanito- Dice Hannah mientras mira hacia el garaje.
Los del servicio de la casa van por las maletas.
Grace se acerca a recibir a su hijo al verlo bajar.
–Hola hijo se acerca más a él y lo abraza, él responde su abrazo- ¿Cómo estás?
– Vamos a saludarlo, así te lo presento- Dice Grace a Hannah y Xiomara.
–Holaaa hermanito– saluda Hannah dándole un gran abrazo– Te extrañé, me has traído regalo seguro?– pregunta.
Él ríe.
– Si, lo primero que preguntas enana– le responde, despeinándole el cabello.
–Mentiras- bromea- mira te presento a mi amiga Xiomara, amiga te presento a mi hermano Stephen– dice Hannah.
– Mucho gusto– dice Xiomara extendiendo su mano.
–El gusto es mío– responde Stephen dándole un leve apretón.
Ella se sonroja y baja la vista.
– Hijo, ¿qué le pasó a tu auto?– pregunta Grace
–Una loca le dio una patada en la puerta– responde Stephen.
–Ay Dios que salvaje y desubicada– dice Hannah acercándose a ver.
–¿No hiciste denuncia?– pregunta.
– No, pero ya la cruzaré– responde Stephen.
–¿Vamos adentro hijos?– dice Grace.
Al otro día:
Te despiertas y ves que estás en una sala del hospital. Recuerdas la noticia de tu abuela, te levantas de la cama de golpe y ves a tu amiga Clara.
– Amiga– se levanta del asiento y te abraza, tú comienzas a llorar.
–Lo siento mucho, amiga.
Entra uno de los doctores.
–¿Se siente mejor?– pregunta.
–No, estoy destrozada, mi abuela– dices entre sollozos.
–Lo siento mucha muchacha. Lamento decir que debe de componerse para firmar unos papeles– dice el doctor.
–Sí, ya estoy mejor un poco– dices limpiando tus lágrimas.
Tu amiga te ayuda a levantarte.
– La espero afuera– dice el doctor saliendo de la sala.
– Ay amiga, yo no sé qué haré ahora– dices llevando tus manos a la cabeza–No sé.
- No estás sola, amiga. Yo estaré aquí contigo, ¿vale? - te abraza.
Horas después, todos los vecinos estaban allí. Habían puesto dinero para ayudarte a despedir a tu abuela.
[...]
Un mes después:
Ya no vives en la casa donde vivías con tu abuela. No pudiste pagar la renta, ya que ganas poco dinero. Hoy estás en un convento donde vive tu amiga Clara, quien también quedó huérfana desde muy pequeña.
- ¿Vamos de rumba esta noche? - te habla en voz baja para que las hermanas del convento no escuchen.
- ¿Qué? ¿Estás loca? - dices mientras sirves la merienda a los niños allí.
- Ay, dale, amiguis, porfas - poniendo cara de perrito triste - no seas mala.
- ¿Y con qué dinero? - la miras mientras te diriges a la cocina, dejando las cosas.
- No te preocupes por eso, vamos, dime que sí - junta sus manos 🙏- dime que sí, ¿sí?
- Está bien, está bien. ¿Y cómo lo hacemos? - te cruzas de brazos.
- Yo te digo cómo - responde con mirada pícara.
Noche:
Todo el convento está oscuro. Tu amiga está lista.
- ¿Ya estás? - Clara entra a tu habitación, salís del baño lista - uy, estás muy bonita.
Llevas puesto un vestido negro un poco corto y descubierto en la espalda, y unos zapatos de igual color. Tu cabello liso suelto.
- Vamos antes de que me arrepienta - dices bromeando.
- Ay, no seas así - abre la ventana.
- ¿Para qué abres la ventana? - la miras.
- Para salir por aquí, ¿para qué más? No podemos salir por la puerta del convento o nos pillan las monjitas.
No puedes evitar reír.
- Vente ya, así subes y vamos - ella salta y sale.
- Luego dices que yo tengo las ideas locas - le dices mientras subes tú.
En la discoteca:
Ambas están bailando solas, divirtiéndose.
Pasa un hombre por detrás de ti, un poco borracho, y toca tu trasero.
- ¡Pero qué mierda te pasa, idiota! - te das la vuelta automáticamente y le pegas un empujón al chico, provocando que este moje con su bebida a otro que se encuentra a su lado. El tipo que está mojado te mira muy seriamente, te quedas atónita al reconocer esa mirada intimidante...
– Disculpa, no fue mi intención. - La mirada de él se dirige hacia el hombre que empujaste, este tartamudea. - Fue esa loca que me empujó. - Te señala a ti.
– ¡Jódete, cabrón! - Le respondes molesta. - Tú me tocaste el trasero. - Te le vas para enfrentarlo, pero tu amiga te detiene. - Déjame, Clara, que le quiero partir la cara.
– No, ya ya. - Dice ella tomando tu brazo.
– Pero mira quién está aquí. ¿Me recuerdas, no? - Te mira serio.
– ¿Tú? - Lo quedas mirando.
Llegan dos chicas, una pelirroja y otra rubia, se acercan a donde está el tatuado con su amigo.
– ¿Qué pasa con esa salvaje? - Dice una de ellas.
– Esa loca empujó a otro hombre y mojó a Stephen en la camisa.
– Qué bárbaro, cómo dejan entrar a esta clase de gente.
La rubia se acerca a Stephen y te mira.
– No entiendo cómo pueden dejar entrar a salvajes aquí. - Te mira a ti con asco y acaricia el brazo de Stephen.
– ¿Y tú a quién le dices salvaje? - Te vas hacia ella y se te opone el tatuado enfrente.
– Si no se comporta, la haré sacar del lugar. - Te toma del brazo y te habla en el oído, causando en ti una sensación extraña, escalofríos en tu piel al sentir su toque y oír su voz en tu oído. - Ya fue suficiente, mojaste mi camisa ¿y ahora quieres pelear? - Te dice serio y te suelta bruscamente.
– ¡Ya, muñeca, cálmate! - Tu amiga te toma de la mano, trata de que te tranquilices. - Vamos, vamos, amiga, ese tipo aquí no me da buena espina. - Hablándote al oído.
– Sí, hazle caso a tu amiguita. - Dice el tatuado.
– No, ¿por qué nos vamos a ir? - Lo miras a él. - No, mija, aquí nos quedamos, que se vayan ellos.
Él hace una sonrisa ladeada y te da la espalda.
– ¿Vamos al VIP? Es mejor que estar aquí con estas. - Comenta la rubia.
– Sí, Jennifer tiene razón, ¿vamos? - Comenta la otra chica.
Ellos las siguen.
– Ay, muñeca, tú me vas a sacar el corazón del pecho. - Lleva una de sus manos a su pecho. - ¿Cómo quieres pelear aquí con esos sangrones?
– Sí lo haría, y aquella rubia sin cerebro me llamó salvaje. - Aprietas tus puños. - Si no se pusiera ese tipo en frente, ayyy, la dejaría calva.
– Cálmate, ¿vamos a la barra? Para bajar un poco tu enojo.
Tomas de tu mano y se van a la barra a tomar unos tragos.
Horas después:
Ustedes se ponen a bailar, y tú no puedes quitar tu mirada del chico de tatuajes, aún no sabes su nombre.
Tu amiga se da cuenta de eso.
– Si lo sigues mirando así lo vas a gastar. - hablándote al oído, quitas la mirada y ríes por su dicho.
– ¿Vamos? Es que me duelen los pies ya amiga. - le dices con un poco de queja, ya que no estás acostumbrada a usar mucho tiempo zapatos.
– Ok, vamos, pero espérame que quiero ir al baño, ¿me esperas aquí?
Das un suspiro.
‐ Sí, ve amiga. - te quedas parada en medio de la pista. De pronto aparece el chico que te ha molestado pero estando aún más ebrio.
– Princesa mía, mamacita - te habla al oído- vamos a bailar, ahora no puedes decir que no. - te toma por la fuerza de la cintura.
– ¡Déjame idiota, déjame! - tratas de sacarlo de encima, pero este te tiene con fuerza y te lleva hasta lo oscuro de la disco, apoyándote contra la pared- ¡déjame! - luchas con él, ya que este está besándote por el cuello, se iba bajando el cierre de su pantalón, cierras los ojos y bajas la cabeza, le das golpes en su pecho para intentar alejarlo, pero este es más fuerte que tú, de repente no sientes que continúa, abres los ojos y en tu campo de visión aparece el chico de ojos grises, este está dándole de golpes en la cara al hombre, hasta que aparecen los de seguridad del lugar y los sacan a los dos, tú vas detrás de él- ¡déjenlo, él me salvó de ese degenerado! - le gritas a los de seguridad, sales detrás de ellos.
Afuera los sueltan a ellos dos.
– Vuelve a acercarte a ella - lo señala con la mano, amenazando- y no te reconocerá ni tu madre. - le dice el chico de tatuajes.
El tipo solo le hace una seña con las manos de que habrá otro encuentro, y se va.
Adentro, en el VIP:
– Oye Brian, ¿viste a Stephen? - pregunta Jennifer al amigo de su novio.
– Dijo que iría al baño pero no ha llegado. - se le hace algo extraño al ver a los de seguridad volver a entrar por la puerta- ahora vuelvo damas, espérenme. - baja las escaleras y va a buscarlo, pero al no encontrarlo, le pregunta a unos de los de seguridad, le avisan que se encuentra afuera, sube rápido las escaleras- me lo imaginaba, vamos chicas 'el chico problemas' está afuera.
Salen afuera.
Tú te acercas a él.
– Gracias por defenderme.- lo miras a los ojos, esos ojos que te están empezando a gustar por su color y por su forma de mirar.- no sé tu nombre.
Se acerca la chica rubia a donde están ustedes.
– ¿Qué pasó Stephen?- te mira a ti y luego a él.- ¿Y esta que?
Se acerca tu amiga Clara casi corriendo hacia ti.
– ¿Qué pasó amiga? ¿Qué hizo?- lo mira a él.
– Nada vamos amiga.- le pides- te cuento en el camino.
Ella te toma del brazo y ambas van caminando y se suben al autobús, se van al asiento del fondo, tú del lado de la ventanilla y tu amiga al lado.
Apoyas la cabeza en la ventanilla y mirando hacia afuera, ves al chico de los tatuajes que va abrazado de la rubia, subiéndose al auto.
– Me vas a contar lo que sucedió con ese chico que causa un poco de intimidación y por lo visto te atrae la atención.
Tú te quedas mirando, y recuerdas su perfume y sus ojos, de cuando se acercó y habló a tu oído.
– Ay muñeca baja de la nube- te da un leve empujón, sacando de tu pensamiento.
– Él me salvó de el degenerado que me tocó.- le dices mirándola- le pego y ese hombre se fue.
– Es broma? Osea te salvo!- se sorprende.- primero te dijo que nos iba a correr de la disco y luego te salva.
– No no es broma.. y sí me salvó.- vuelve a tu mente su mirada que te atrapa.‐ bueno descansamos hasta que lleguemos.
– Ok.
Ambas se acomodan y se quedan dormidas.
Cuando llegan al convento, te sacas los zapatos para evitar hacer ruido. Clara te ayuda entrar por la ventana y luego ella.
– Voy al baño a cambiarme.- Le dices te diriges hacia la puerta pero antes de abrir el cerrojo, alguien lo abre desde el otro lado, dejándote quieta y a tu amiga.
– ¿Qué hacen así vestidas?- mira hacia la ventana que está abierta- ah salieron, Clara?
Tu amiga se acerca sin saber qué decir.
– Ok- las mira- en una hora las quiero en el despacho del convento.- Cierra la puerta y se va.
Horas más tarde
Clara y tú están en la oficina, Ambas están en silencio.
Entra la directora del lugar junto con la monja que las vio. Se siente y las mira, pero luego posa la mirada en ti.
–___(Tn), hoy debes irte del convento lo siento, pero lo que hicieron tú y Clara anoche no ha sido lo correcto.
Ambas se miran.
–No, señora Adriana no la eche por favor, fue mi idea.- habla tu amiga- a mi echeme, yo fui yo fui.
– Está bien señora- la miras a tu amiga- tranquila amiga.- le pones la mano en su hombro.
Golpean la puerta.
– ¡pase!- grita la directora.
– Señora Adriana, es el señor James.
– oh sí ya lo atiendo. Chicas salgan un momento, luego las llamaré para continuar este tema, y tú Muñeca prepara tus cosas.
Salen de la oficina y van al patio.
– ¿No te puede echar amiga a donde vas a ir?- dice con tristeza, mientras caminan.- yo le voy a ir a insistir a que te quedes, que nos dé un castigo no sé, pero que no te eche.
– Tranquila Clarita no te pongas mal- miras tu collar de tu madre- ya voy a ver que voy hacer.
– Pero a donde vas a ir si no tenes casa? .- Dice preocupada.
Se sientan bajo un árbol.
– ¿Y si me voy contigo?- la miras- ¿no?
– No, tú te quedarás aquí, ¿qué dices? .- la miras- yo te vendré a visitar.
Minutos después:
Se acerca una de las monjas y te llama a ti. Vas con ella hacia la oficina donde estuviste.
– Ainara él es el señor Jhon James.
– Hola- lo miras, notas como está vestido y te das cuenta que es alguien importante. Te cruzas de brazos.
– Bueno pensando en tu situación, el señor James necesita una chica que quiera trabajar en su mansión, y cómo tú debes irte pensé que podrías ir si quieres.
– Eso es correcto lo que dice.- habla el hombre- ¿te interesaría? Bueno si tus padres te dejan comienza hoy.
– No tengo padres, tengo una mamá muerta y un padre que jamás conocí.- Le dices- y sí acepto, peor es quedar en la calle, ¿no? .- la miras a la directora.- voy a tomar mis cosas.- Salís de la oficina.
– Disculpe señor James, es que…- interrumpe él.
– Está bien no se preocupe.- dice con una sonrisa.
En la habitación;
– Ay pero no te voy a ver más.- llora Clara.
– Si que me verás no seas tonta- guardas todas tus cosas- ya te dije te voy a venir a ver.- terminas de guardar todo y le das un fuerte abrazo- te quiero mucho enana y gracias por tu ayuda en mi momento cuando perdí a mi única persona que fue mi abuela, sin ti no sé qué hubiera pasado conmigo.- la miras y le quitas las lágrimas- te prometo que vendré a verte.
– Sí, y yo te espero amiga.- Te da otro abrazo fuerte, hasta que golpean la puerta, se separan.
– Vamos muñeca te esperan.- Dice uno de los preceptores.
Salis de la habitación, vas con él hacia afuera del convento y ves a un auto de lujo en la puerta. El señor Jhon abre la puerta de este para que subas mientras él entra al lado del copiloto, antes de entrar saludas a tu amiga con la mano y luego subes…
En el transcurso del viaje vas callada pensando.
– señorita Ainara entonces usted está sola no tiene familia?- Dice sacando de tu pensamiento.
– Sola sola que digamos no, tengo a mi amiga que es como mi hermana.- le dices mirando por la ventanilla.
‐ Ok, bueno, como le comentó la superiora en el convento, tiene un puesto de trabajo para hacer servicio de limpieza, necesito una chica responsable, es temporal para cubrir el puesto de una de las chicas, una de ellas que trabaja tiene unos problemas le di un tiempo. Si acepta tendrá domingo de descanso. También si quiere hacer la tarea de cuidar a mi hija más pequeña, le pagaré un extra por eso, solo son los jueves. ¿Le interesa eso último?
– Sí, me parece bien.- le respondes segura.
‐ Ok, ahora cuando se acomode la llamaré para que venga a mi oficina y así firma contrato, ¿le parece?
– Sí claro.
En La Mansión;
– Mami ¿cuándo llega papá?- pregunta la pequeña Adeena a su madre que está sentada con unas amigas en el patio.
– En unos momentos hija no seas impaciente. Hija, ¿puedes esperar en el living si? Que estoy hablando con mis amigas y no seas insistente.
•••••••☆☆☆☆Presentación de Personajes☆☆••
Familia de Stephen:
Grace (Madre)
John James (Padre)
Hanna (Hermana) 20 años- Estudiante.
Adeena (Hermana menor) 5 años de edad.
Jennifer Kempster (Novia)
Stephen James (Ig Whoiselijah)
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Ainara Castañeda (Muñeca)
Clara- Amiga de Ainara
La pequeña Adeena entra en la casa con un poco de tristeza.
– ¿Qué pasa, Adeena? - Hannah le acaricia la mejilla.
– Es que papá no llega con la chica - responde jugando con sus pequeñas manos.
– Estarán en camino - le acaricia su cabello a la pequeña - ven, vamos al jardín.
Salen afuera un momento dirigiéndose a un precioso jardín lleno de flores de muchos colores.
A los minutos, estaciona un auto en la entrada de la casa. Y otro auto está de salida.
Te quedas atónita al ver la mansión enorme y de lujo delante de tus ojos.
– Vamos, señorita, bajemos - diriges tu mirada hacia delante y ves un auto que se te hace conocido, el corazón comienza a latir fuerte, pareciera salirse de tu pecho al ver al chico bajar del auto, reconoces que es el chico de los tatuajes.
– Papá - baja del auto y lo saluda a su padre con un corto abrazo - al fin llegas, Adeena está impaciente - del auto baja una chica rubia, la misma que ha estado con él en el baile.
– Oh, sí, mi pequeña. Ya voy - responde John.
– Ella es mi novia, Jennifer, amor. Él es mi padre, John - presenta a la rubia.
– Hola, señor, mucho gusto - ella le extiende la mano.
– El gusto es mío. Yo también luego te presentaré a alguien, hijo.
El tatuado mira hacia el auto, pero te escondes detrás del asiento.
– ¡Maldita sea mi suerte! - dices en voz baja.
– Ok, bueno, nosotros estamos de salida. En unas horas volveremos porque vamos a cenar aquí en familia - pone sus manos en la cintura y le da un beso en la mejilla a su chica.
– Bueno, los esperamos entonces - le responde su padre con una sonrisa.
Ellos se suben al auto y se van. John abre la puerta del auto para que bajes, tomas tu bolso y bajas.
– ¿Te sientes bien? Te ves pálida.
– Sí, sí, estoy bien - le respondes.
– Bueno, bienvenida. Esta es mi casa, por cierto, luego te presentaré a mi hijo. Ven, por favor, vamos adentro.
Caminas detrás de él, tragando saliva. Sientes nervios, tus manos te sudan.
Abre la puerta, pasa él primero. Antes de que lo hagas, logras oír a dos mujeres que hablaban, y al momento en que entras, se quedan calladas con sus ojos puestos en ti. Te das cuenta de que hay una chica casi de tu misma edad, una pequeña niña y una mujer.
– Papi, papi – la pequeña lo abraza y él la levanta en sus brazos. – ¿Es ella? – sonríe.
– Sí, es ella hija. – la pequeña te saluda
– ¿Se llama Ainara? ¿Va a cuidar de ti?
– Sí papi, sí. – contesta feliz. – Me llamo Adeena. – extiende su pequeña mano.
– Mucho gusto, pequeña. – le respondes con una sonrisa.
La mujer y la chica solo te miran seriamente como si hubieras hecho algo malo.
– Y bueno, aquí te presento a mi hija Hannah y a mi esposa Grace. Amor y hija, ella trabajará para reemplazar a Delina y cuidará de la pequeña Adeena.
– Hola. Mucho gusto. – les extiendes la mano, pero ninguna te corresponde el saludo. Solo te miran, llevas tus manos a tus bolsillos.
– ¿Y esta niña se quedará aquí a dormir o se irá y luego regresará? – comenta la mujer mirándote de pies a cabeza.
– Sí, dormirá en una de las habitaciones de aquí. – él nota tu incomodidad. – En una de las de arriba.
– ¿Qué? No, no de ninguna manera John. – se levanta del asiento escandalizada. – Ella tiene que dormir en la habitación de aquí de los del servicio, que ellos le hagan un lugar.
John la fulmina con la mirada.
– Por favor Grace. – hace una sonrisa incómoda. – Hannah, llévala a una de las habitaciones por favor, hija.
– Ven, acompáñame. – Tomas tus maletas y vas con ella.
Suben las escaleras, en el piso de arriba notas que hay varias habitaciones, es una mansión grande.
– Aquí es. – se detienen en una puerta.
– Ponte cómoda. – Te regala una sonrisa y tú respondes también igual. Ella se va y pasas a la habitación.
– ¡Wow! – Te quedas sorprendida de lo grande que es la habitación. Te subes arriba de la cama, saltando en ella. Te bajas y te acercas a la ventana, ves el patio trasero de la casa, donde aprecias una enorme piscina y un patio grande con un gran jardín.
Abajo:
– ¡Por qué no me consultó de qué iba a traer a una mocosa! – su esposa lo sigue hasta su oficina y entra detrás de él – ¡a la casa, una que no conocemos John! – cierra la puerta con fuerza.
- Estabas ocupada de viaje cuando fui a decirte, pero no pude porque estabas con tus amigas y yo también tenía reuniones. Además, no es malo - se acerca a ella - es para que cuides también a nuestra pequeña Adeena.
- ¿Ya viste la facha esa con la que entró? - lo mira molesta.
- No empieces con eso, por favor - él se sienta en su escritorio - no la juzgues por cómo se viste.
Ella se acerca a la puerta.
- Si me hubieras dicho, le diría a una de las chicas hija de mi prima, no a una desconocida. ¿Qué tal si nos roba?
- Por favor, Grace, eso no va a suceder - le responde mirándola.
Ella no dice nada más y se va.
Horas más tarde:
Bajas al piso principal y Robert se acerca a ti.
- Muchacha, sígueme por favor que el señor James te llama.
Vas con él hasta un cuarto, este golpea la puerta.
- ¡Pasen! - responde del otro lado. Ustedes pasan, Robert cierra la puerta - tomen asiento. Bueno, los llamo porque Robert - este lo mira - ella es la chica que te conté, se llama Ainara Castañeda. Ainara, él será como tu supervisor, digamos, te dirá lo que tienes que hacer, ¿sí?
- Ok, mucho gusto - le extiendes la mano y él responde también.
- Pero antes, lee el contrato aquí para firmar, Ainara, por favor.
Te da unos papeles y los lees, luego los firmas.
- Bueno, ahora sí - dice revisando los papeles y luego los acomoda -. Pueden retirarse y empezar.
Ambos salen y Robert te trae el uniforme.
- En este cuarto están las cosas de limpieza - abre la puerta y saca un carrito con cosas para comenzar -. Vamos, comenzamos por las habitaciones de arriba. Lo sigues, suben las escaleras y te indica la habitación de al lado de la tuya. - Esta es la habitación del joven Stephen, cambia las sábanas y luego todo limpio. Y por favor, que sea un poco rápido porque al joven no le gusta encontrar su cuarto en plena limpieza. La dejaré con su trabajo - cierra la puerta.
Te quedas parada un momento recorriendo con la mirada la habitación. Hay unos cuadros de arte en la pared, un retrato de él con su familia en una cómoda y unas carpetas.
Comienzas a acomodar y limpiar. Cuando pasas la escoba debajo de su cama, encuentras ropa interior de mujer. La levantas con el palo de la escoba.
– Ugh, de él no creo que sea -dices.
Más tarde:
Terminas con todo lo que te han indicado. Entras en la cocina con Robert, donde están tus compañeros.
– Atención chicas, ella es nueva, comenzó hoy. Su nombre es Ainara. Ellas son Maricel y Ana, son cocineras, y Lisa es tu compañera ayudando en las tareas de limpieza.
– Hola chicas, mucho gusto -les extiendes la mano-. Por cierto, me pueden llamar Muñeca, así me apodó mi abuela -les dices con una sonrisa.
– Ok, Muñeca -responde Lisa sonriendo.
– Bueno, en un momento les aviso para que lleven la comida a la mesa. Por cierto, Lisa y tú -por ti- preparen los cubiertos en la mesa y todo porque ya -mira su reloj- van a querer que esté todo listo. Hoy, el joven presentará a su novia.
– ¿Otra? -comenta sin pensar Lisa. Robert la mira seriamente.
– Ups, lo dije en voz alta. Perdón -dice Lisa. Tú la miras e intentas no reír.
– No digamos nada de los jefes -agrega Robert-. Bueno, vamos chicas, no se me queden allí mirando. Lisa, mesa formal.
Ustedes dos van tomando los platos para llevarlos a la mesa.
– Ok. Ven, sígueme, Muñeca -dice Lisa caminando delante de ti. Vas con ella a preparar la mesa. Tú pones los cubiertos.
– No entiendo cómo comen con tantos cubiertos -dices mirando la mesa al ver 3 tenedores y 2 cuchillos-. Para qué ensuciar tanto.
Lisa ríe por tu dicho, y tú igual.
– Vamos chicas -dice Robert apareciendo de la nada-. Lisa, por favor.
Ambas van por las demás cosas. Una vez listo con la decoración de la mesa, van hacia la cocina.
Robert sale de la cocina y va hacia el patio trasero, donde está Grace con la pequeña Adeena.
– Señora Grace, la cena está lista.
– Ok, Robert. Ya vamos. Avisé a mi esposo y a Hannah, por favor. Y llame a la chica esa nueva que venga a preparar a mi hija para la mesa que sea rápido.
– Sí, señora. Con permiso -se va y entra a la cocina-. Ainara, tiene que cambiar a la pequeña Adeena antes de que comience la cena. Están en el patio trasero.
- Ok. Vas hacia el patio y allí está la niña que, al verte, sonríe al igual que tú, hasta que cruzas mirada con Grace. Luego la miras a ella.
–¿Vamos, princesa? -le preguntas a la niña
–No se tarde con mi hija, que sea ya- dice Grace con voz seria.
– Sí– la tomas de la mano a la niña cuando estás por entrar.
–¿Sí qué?– te detienes en la puerta- Diríjase a mí como señora Grace. Se dice 'Sí, señora Grace' o 'como mande, señora Grace'
–Sí, señora Grace- respondes.
Entras dentro de la casa con la pequeña y van al piso de arriba.
–No te pongas mal por mi mamá, ella es así, pero es buena- te dice la pequeña sacándote de tus pensamientos.
–Está bien- le sonríes- ¿Este es tu cuarto, verdad?.
–Sí, ese es- ella abre la puerta y pasas junto con ella.
Su habitación está muy decorada con peluches, es toda rosa, el suelo de un color violeta.
–¿Te gusta?- pregunta al verte quedarte mirando.
– Sí, es muy hermosa- le sonríes.
–Gracias, yo elegí todo y el color mis padres así lo hicieron cuando nos mudamos.
– Pues les quedó preciosa. Bueno, vamos a prepararnos, ¿sí?
– ¡Sí!- responde sonriendo.
Van al cuarto de baño, buscas toda su vestimenta y vas a prepararla para la cena.
20 minutos después, terminas de hacerle un lindo peinado con trenzas cosidas luego de haberla vestido. Ella tiene un vestido rosa con unos zapatos del mismo color.
– Listo- la miras al espejo.
–¿Te gusta?.
–Me encanta- sonríe contenta al verse en el espejo– Eres la mejor.
– Gracias, hermosa, Bueno, vamos- le dices dándole la mano.
–Sí, vamos.
Ambas bajan por las escaleras y van hacia el comedor, donde están todos sentados.
–¿Mami, cómo me veo?- La pequeña da una vuelta delante de ellos.
Tu corazón palpita fuerte al encontrarte con la mirada del tatuado y su novia. Él, al verte, se levanta de la mesa con una mirada asesina hacia ti.
–¿Qué hace ella aquí?- cuestiona alzando la voz.
– ¿La conoces, hijo?- su madre lo mira y luego a ti.
– Bueno, Stephen interrumpe John- ella es la nueva mucama Ainara, y cuidará de Adeena los jueves. Por cierto, ¿de dónde la conoces?
Tú no dices ni una palabra. Por dentro, quieres que la tierra te trague y te escupa en el convento con tu amiga.
– Hijo, ¿no dirás nada? –contesta– ¿De dónde la conoces? –vuelve a preguntar Grace.
Él no contesta, solo hace una media sonrisa.
– No, nada –Jennifer lo mira–. Olvídenlo. Así que será nuestra sirvienta, me parece bien –te vuelve a mirar seriamente.
– Bueno, Ainara, se puede retirar.
– Con permiso, señor John –te retiras y vas a la cocina donde están tus compañeros.
– ¿Te pasó algo? –te preguntan al unísono.
– No, no, nada –te sientas en la mesa.
– Bueno, chicas, vamos a cenar –agrega la cocinera.
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