Perseguido

Me tomé el té de pie frente al mesón del tren, miraba por la ventana y recordé el cuervo, miré en su búsqueda pero no le vi, respiré más aliviado y regresé a mi asiento esperando que aquella chica se hubiera bajado, pero no lo hizo, apenas me vio se puso de pie permitiendome pasar, hizo un gesto de respeto y se sentó. Era enana, me pareció tan pequeña que me dieron ganas de darle un golpecito en la cabeza, yo mido 1.85 y ella habría estado cerca del metro cincuenta. No la miré más, me senté y traté de acomodarme.

Era incómodo viajar con alguien a mi lado, saqué mis audífonos y me puse a ver unos análisis de partidas random de LOL donde vi cometer unos errores garrafales, tanto así que me largue a reír en reiteradas veces, recordé a la enana a mi lado y me comporté, pero nuevamente me cansé y terminé por dormirme.

Cuando desperté estábamos apoyados el uno en el otro, ¡era todo lo que me faltaba!, No solo bastaba con haberla abordado como un baboso disfonico, sino que ahora estábamos íntimamente apoyados, yo en su cabeza y ella en mi hombro. Me molesté sin entender bien el por qué, pero me moví con rapidez y miré por la ventana, noté que ella también se despertó y empezó a arreglarse. ¿Qué era todo esto?, ella era quizás hasta de escuela secundaria, ¿Tendrá unos 15?, mientras pensaba en ello, sentí como con su dedo me picaba en la espalda, reiteradas veces hasta que giré, vi una larga uña color negro con unos stickers encima, me dejó descolocado aquella usanza tan rara, la vi a la rápida, de forma que apenas pude mantener la mirada en su rostro.

-Eh... esto es tuyo- dijo con su dulce voz, miré y uno de mis audífonos yacía en sus manos.

-Gracias- dije y agaché un poco mi mirada, pero ella me miró divertida

-¿Eres mudo?- me preguntó osadamente mientras yo abría mis ojos ante aquel atrevimiento, sin alcanzar a reaccionar ella tomó mis lentes que se acababan de caer de mi cara.

-Mudo y miope- rio, y se puso mis lentes rotos en la cara.

Aquello me hizo enojar mucho, chisté y se los quité, hice mi mayor esfuerzo para decirle -Solo disfónico... Tengo hipermetropía-

-¡Apenas puedo oírte!- se acercó a mí tomando mi brazo, puso su oído cerca de mí y dijo- repítelo-

¿Qué mierda le pasa?, ¿no sabe de respeto?, la moví a su asiento y me giré enojado, la oí reír.

-Perdón, perdón, eres un chico muy lindo-

¿Qué dijo?, apenas podía entenderlo, ¿Ella dijo eso de mí?

-¡¿Te has sonrojado?!, Kawaiii!!- dijo emocionada- Me llamo Reika, pero puedes decirme Eloísa, mucho gusto-

Miré para el lado deseando llegar pronto, ella me incomodaba mucho, me intimidaba su forma tan atrevida de ser. Ella me tomó del rostro y me apretó la cara mis labios se pusieron como si fuera un pescado.

-No seas maleducado, ¿cómo te llamas tú?-

Harto de su atrevimiento me puse de pie molesto,, pero ella me miraba divertida sin ánimo de querer dejarme salir.

Me entregó su celular y me dijo - Escríbelo aquí-

Aquello me sorprendió, ¿ella acaso no entendía que me estaba incomodando?, le miré fijo, pude ver en mayor detalle su rostro, era una enana muy atractiva, sus ojos eran especiales, lucían más grandes y eran de color madera, como esa madera amarilla de los troncos de árboles quemados, ella me miraba sonriente mientras unos flecos de su chasquilla se le movían hacia adelante; resignado tomé el teléfono y me senté, anoté lo siguiente:

Liam Takahashi, por favor no me sigas hablando, ya estoy por bajar

Ella miró el mensaje y puso un rostro triste, guardó silencio y mientras arreglaba mi bolso para bajarme ella tomó mi manga jalándome hacia ella. Acercó su boca a mi mejilla y me besó.

Senti mi pecho extraño, no supe que decir, un tibio calor pasó por todo mi cuerpo y luego de eso vi el tren detenerse en mi estación, sin decirle nada me bajé algo atontado. -Que enana más atrevida- dije y empecé a caminar sin prestarle mayor atención.

Ya para ese entonces estaba nevando y se veía muy poca gente en la calle, debían ser cerca de las 9 de la noche, estaba oscuro, hacía frío y sentía resentida mi mejilla como si ella estuviese acompañándome.

Un ruido me molestaba de hace rato, era el de unas ruedas a lo lejos, no quise hacerme problemas y aceleré el paso, pero el ruido de las ruedas no se iban. Cuando estaba cerca de casa miré hacia atrás y no pude evitar imaginar a aquella muchacha a lo lejos, pero miré bien y no vi a nadie. Suspiré y recordando su extraño comportamiento subí las escaleras hasta el tercer piso y al fin llegué a casa.

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