¡PUM!

Las andanzas de Julian, trajeron conflictos en casa, por supuesto.

Eran frecuentes las discusiones en torno a sus bajas calificaciones, su falta de actividades extra curriculares, y sus ausencias esporádicas. Yo trataba de comprenderlo, de justificar de algún modo esa etapa de su vida. Hablaba mucho con él, pero no de cosas específicas, si no tratando de brindarle un espacio de contención y escucha.

Una fatídica tarde/noche, se desató el infierno.

Otra vez, Julián estaba demorando para volver, ya estaba llegando el invierno, por lo tanto, oscurecía más temprano. Me preocupaba, por eso decidí hacer el camino hasta la plaza, para ver si lo encontraba en el camino y me tranquilizaba. El cuco todavía no llegaba a casa, así que me fui con Cesar, caminando despacio con mi vientre prominente. No lo encontré en el camino, no lo encontré en la plaza, ni tampoco en las cercanías del colegio. Se me empezó a inquietar seriamente el corazón. Volvimos a paso rápido, pero mi mamá no tenía novedades en casa. Se me agotaban las opciones y tenía que avisarle al cuco. Busque mi teléfono, y vi que tenía dos llamadas perdidas de un número desconocido. "Tal vez sea Julián" pensé. Devolví la llamada rápidamente, explicando quien era, y lo que me respondieron me dejó helada.

_ Señora, soy el oficial Rodríguez, necesito que se acerque a la comisaría número 23, su hijastro se encuentra retenido aquí, hasta que un mayor responsable se haga presente y consciente de su situación._

El susto me empezó a marear, pero no era momento de mis malestares habituales. Me abrigué, recogí algo de dinero y le encargué a mi mamá que se quedara con Cesar mientras yo averiguaba lo sucedido. Y supliqué, obviamente, que no le dijeran nada al cuco hasta que yo volviera.

Me dirigí a la comisaría, llevando los documentos de Julián y míos, rogando que me permitieran llevarlo conmigo (no compartíamos apellido, ni tenía su guarda legal). Al llegar, supe ya estaba frente a una catástrofe doméstica, el auto del cuco estaba estacionado afuera del precinto.

Después que nos informaran de que Julián y sus amigos habían vandalizado una zona de la plaza, pintado bancos, pateado cercas y luego se habían resistido a ser detenidos, salimos en completo silencio rumbo a casa.

Allí se desató el huracán. Ni bien atravesamos la puerta, antes de mediar una palabra, escuché un sonido horrible

¡PUM!

Y Julián cayó contra mis piernas después de recibir una trompada que impactó en parte de su cara y parte de su cabeza. Comencé a gritar, exigiéndole al cuco que parara, diciéndole que esa no era la forma de solucionar las cosas, pero me ignoró y levantó a Julián con todas las intenciones de volver a golpearlo, sin pensarlo demasiado, me interpuse entre ellos y sentí como una bofetada caía sobre mi rostro. Me tambaleé, y estuve a punto de besar el piso, si no fuera por los brazos del cuco que me agarraron, aún en el aire. Todo lo que escuchaba eran gritos, culpas lanzadas de aquí para allá, el llanto de Cesar que vio la escena, muy a mi pesar.... y de repente el zumbido que había estado oyendo de fondo, comenzó a ganar intensidad, hasta que fue todo lo que pude oír. Mi vista se nubló y por un buen rato, estuve en silencio y quietud. Hubiera querido seguir así un poco más, pero mi maldita conciencia me insistía con Cesar, Julián y mi mamá, que debía estar muy preocupada.

Cuando abrí los ojos, tenía al cuco a mi lado con cara de preocupación y desvelo. Ni bien se dio cuenta de que me había despertado, se acercó a mi lado, me beso y se disculpó una y otra vez, repitiendo que él no quiso golpearme, que fue mi culpa por meterme en medio cuando él estaba así de nervioso... por poco me largo a reír por sus palabras...

Antes que comenzara a preguntar por los demás, mi mamá abrió la puerta del cuarto con un rostro de piedra. Hasta a mí me dio miedo ver su expresión. El cuco se levantó de la cama, me dijo que iba a ver a los chicos y salió de la habitación lo más rápido que pudo. Mi mamá, con esa serenidad impostada, se acercó a mí, beso mi frente y me preguntó como me sentía, cuando quise responder, me di cuenta de que el interior y el exterior de mi mejilla, estaban muy inflamados, y dolía. Aun así le dije que estaba bien y le pregunté por los chicos. Me dijo que Cesar se había tranquilizado, pero que Julián se sentía terriblemente culpable porque yo haya recibido un golpe destinado a él. Me enfurecí en el acto,¡ese golpe no debió tener ningún destinatario! En qué cabeza cabía la situación de arremeter a golpes antes de mediar palabra con tu propio hijo! Se me estaba yendo el miedo y el estupor por la situación, y me sentía cada vez más enojada...

Mamá tenía mucho que decirme, pero al verme como estaba, decidió postergar la charla. Me ayudó a levantarme y a poner la mesa para cenar. El cuco me dijo que Julián no saldría a comer, yo no quería discutir, así que pasé por su lado, entré al cuarto de Julián, que tenía los ojos encharcados, lo levanté de la cama y lo abracé con todas mis fuerzas y mi panzota. Sequé sus lágrimas, le dije mil veces que él no tenía la culpa de lo ocurrido, y que al día siguiente charlaríamos más tranquilos. Era la hora de alimentar a mi pequeño alien (mi mamá detesta que llame así a mi bebé) así que nos dirigimos juntos a la mesa y comencé a servir junto con mi mamá. Puse la televisión en un canal entretenido, como clara señal de que esta noche no habría charlas ni discusiones. Sabía que el cuco no estaba feliz con mis decisiones, pero por una vez no me importó.

Al día siguiente me esperaría otra batalla.

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Comments

Gleni Santos

Gleni Santos

muy irresponsable la señora en ese estado se interpone en una cosa así y si el golpe fuese en otro lado??

2023-09-15

6

Ana Nuñez

Ana Nuñez

a los hijos sé aconseja no sé golpean

2023-09-03

3

Beatriz

Beatriz

Un padre ausente y mezquino,no da ejemplo ni buen trato a sus hijos y si fallan pretende arreglar todo con violencia y maltrato. Mucha bestia

2023-08-14

2

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