¿Fuerza?.

Forcejeo con Damián que me suelte necesito salvarla, el solo me dice que es demasiado tarde que no hay esperanzas. Me niego mis padres, ¡Mis padre!, me hace ver como la desnudan y como la forzan ante mis lágrimas me volteo con fuerza deseando olvidar lo que hacen con mi madre, hasta que no la escucho mas gritar.

Algo de mi murió ese día, mi corazón tiene una grieta.

Vuelvo a mirar y ellos tienes sus cabezas, como si fueran trofeos me siento mal, estoy mareada y la sangre hirviendo mi corazón pulsa al grado de salir, y es cuando muerdo con mis colmillos de despertando una parte de mi ser soltándome y corro hacia ellos enfurecida.

-Ahí está, atrápenla -ordena.

Lucho como puedo aun así no puedo me tiene sujétada de los brazos, él se acerca a mí, con aquella navaja, jugando con mi mejilla, deslizándola por todo mi cuerpo, busco a Damián que está ahí mirando esta por irse. Mis lágrimas recorren me dejara, lo prometió.

-Veremos que tanto mi hijo esta interesado en ti, asqueroso ser del diablo. -me niego cuando corta los listones de mi pecho.

Este es mi fin, es así como moriré junto con mi padres., cierro los ojos pensando en mis suelos, donde conocerá a mi loba, donde mis padres me felicitaría y donde el estaría conmigo. Mi boca esta seca y aun así no puedo evitar decir su nombre.

¡DAMIAN LO PROMETISTE!, ¡LO PROMETISTE QUE SIEMPRE ESTARÍAMOS JUNTOS! ¡LO PROMETISTE! - suplicando. - POR MIS PAPÁS DAMIAN. grito

Mis lágrimas recorren cuando mis senos están al aire, los toma quiero vomitar, esta su aliento asqueroso acercándose, grito al ser lanzada golpeándome la espalda. Veo a Damián despedazándo los cuerpos uno por uno, mientras yo me cubro entre lágrimas haciéndome un ovillo.

Veo su naturaleza es un monstro, él es peligroso para mí y aun así deseaba aferrarme. Todo acaba cuando la sangre del último hombre chispea mi rostro, el chupando sus dedos hambrientos y esos ojos rojos, es un vampiro.

-Micaela -me habla como si fuera un canto maligno.

Debería correr, debería huir de ese ser peligroso mucho más que esos hombres, la forma en como los destazo es la prueba de que es un dominio. Soy tal vez una tonta e ingenua corro hacia el abrazándolo con mis fuerzas.

-Lo siento Micaela.

-No me dejes tu prometiste, no me dejes Damián.

Me acaricio el cabello con fuerza, ahí estaba ese hombre quintándose su chalet entregándomelo cubriendo mi desnudez que no pudo evitar mirar. Tapándome rápidamente mí pecho.

-Pensé... - lo cayo tomando su mano.

-No lo hagas -dije solo para ver que en meses todo acabaría.

Solo fui arrastrada huyendo de ahí, solo para dejar mi agonía al borde de la locura. El oscuro que rompería mi corazón para siempre.

-Debes comer algo, estar en ese plan no va ayudar Micaela, necesitas tomar fuerzas.

- ¿Fuerzas? Las mismas que pudiste salvarlos - vuelvo a reprocharle que no entiende.

- ¿Salvar qué? Tu padre iba a morir y después que salvo a tu madre, será un estorbo y tú te hundirías con ellos, lo mejor fue que ambos murieran.

Es cruel como puede decirme eso, mis pies duelen hemos viajado por día y noches sin ningún rumbo, no tengo a que aférrame solo a él, y cada vez es más frio conmigo, me deja en cualquier parte desaparece y cuando regresa tiene comida no sé de donde proviene ni tampoco me interesa, miro el conejo en el fuego no tengo apetito.

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