Muerte.

Estos días me he preguntado que me está pasando, mi forma de verlo esta tan diferente a como era antes, no soporto su mirada, ni estar cerca de él, me hace huir como una niña tonta aunque no lo soy ya soy una mujer. No es lo único su forma de verme están extraña es como si quisiera descifrar todos mis pensamientos, los cuales me causaría tanta pena que el supusiera...

Sigo remojando mis pies sobre el agua, hoy no tarda en llegar mi padre después del pueblo de vender el cultivo de otoño, de eso sobrevivimos. Mi padre decidió irse de la manada Delta, solo padre y madre durante todo estés años hasta la llegada de Damián. Siempre ha sido un misterio.

-Una moneda por todos tu pensamientos -me llega por detrás susurrándome.

Mi piel se eriza, y algo en mi vuelve a estremecerse, temo voltear y verlo a sus ojos azules, no me ayuda cuando el lanza sus botines sentándose al lado mío mojando los pies.

-Has estado muy callada hace días, ¿Te pasa algo? Sabes que puedes contármelo.

-La verdad es solo que... Sigo pensado que quiero de cumpleaños, sabe que nunca ambiciono nada.

-Es lo que te hace diferente de las demás jóvenes Micaela -decirme eso es como algo que pulsa en mi corazón.

-Gracias por el cumplido -doy mis respetos agradeciendo.

-No tienes porque, sé que cuando seas una mujer serás la más bella -otra pulsada me hace voltearle al cara.

-Ya soy una mujer.

-Una mujer que está por madurar.

Puedo sentir mi mejilla ardiendo y una sensación hormigueante en mi estómago que llega hasta mis rodillas. Su cuerpo aproximarse me hace desear correr, me toma de la barbilla obligándome a verlo tan cerca de su cara, me detalla y eso me hace relamer mis labios.

En un movimiento tengo mi mano entrelazada con la suya, como aquellas parejas que aprecian en el camino despidiéndose, esa forma de tocar, tan tierna y llena de dulzura, para mi este momento se detiene no hay el sonio de las aves, ni mucho menos el rio correr solo nosotros dos.

-Te noto extraña conmigo, mírame -me exige como si tuviera la autoridad sobre mí.

-Damián -solo dijo aun tengo la vista hacia abajo y veo como juega con mis dedos.

-Dime porque no puedes verme a los ojos, ¿Quiero saberlo? Y sabes que yo si lo sé.

-Sera mejor irnos está oscureciendo - comento apartando mi mano.

Aun así me vuelve a sujetar, esta vez su boca está casi rosando mis labios, porque me pongo nerviosa, porque me provoca desear lo desconocido, se lo que es Damián, yo lo vi esa noche alimentándose con un ciervo, él no es como nosotros y lo que seré en tres meses, siniestro y perverso tan oscuro que a veces me da miedo, lo peor de todo no puedo dejar de estar llena de curiosidad, prometí guardar su secreto ese día, mis padres no lo saben, es tan preciso en ocultar su naturaleza.

Me insiste en verlo, poco a poco subo la mirada y ahora está el escalofrío que corre mi cuerpo.

Soy muy joven el despierta cosas que no me atrevo a contarle a mi madre, por temor me reprenda él es como mi hermano, el me vio crecer ahora yo lo veo tan distinto a como llegó con nosotros.

-Damián -no aparta la vista hasta bajar a mis labios.

-Dime Mica, que es lo que vez - su aliento me quema.

-Yo...

Me aparto cuando escucho de lejos el grito de mi madre, Damián me mira, y salimos de ahí a prisa hasta ver mi padre golpeado siendo arrastrado por aquellos hombres. Mi madre suplica que lo suelte, pero aquel hombre tiene el arma apuntado en el pecho de mi padre que escupe sangre.

-Son animales - grita el hombre.

-Mato a mi hijo, mi único hijo por tu mocosa, debió entregarla y todos felices. Guardando inhumanos son peste.

Mi madre está entre lágrimas, quiero ir pero Damián me sujeta evitando hasta adonde encuentra. Incite que salga de la casa creyendo que estoy adentro, me quieren a mí, ella se niega gruñéndoles la rodean puede matarlos a todos pero su debilidad es mi padre al verlo de esa forma. Quiero hablar mi boca es forzada a callar, obligándome que solo vea como tiene a mis padre ocultos entre los árboles.

Suplico que me suelte pero no lo hace, él puede ayudar a mi madre, lo miro y el solo está ahí con esa mirada fría. Sé que puede es más fuerte porque no lo hace, es mi familia quien están matado.

Cierro los ojos con tanta fuerza olvidando como el disparo perfora el pecho de mi padre ante la risa de aquellos hombre, el grito de mi madre me hace ahogarme en mi grito de dolor, los abro y ahí está ella pelando con ellos, me desespero como otro por detrás la amarra con una cadena de plata en el cuello debilitándola.

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