Capítulo 3
Lo que se temía Nao era justo salir a la calle de esa guisa, pantalón blanco ajustadísimo, marcando paquete, camisa de motivos florales y colores entre rosas y naranjas, chaqueta blanca, pañuelo al cuello naranja… un cromo.
Kai además lo sentó en una de las sillas frente a un tocador y le aplicó cera a su pelo recio y negro, dejándolo rígido y casi como el que llevan los personajes de películas de animación. A él le vino a la cabeza, Goku, de la película Dragon Ball. También le aplicó un labial transparente que dejó su boca jugosa y brillante, y una raya negra en los ojos, que acentuó su mirada profunda. Quiso ponerle algo de rimmel pero lo rechazó con la mano y Kai se encogió de hombros.
—De cualquier forma no lo necesitas. Tienes unas pestañas larguísimas —Lo levantó de la silla y lo tomó de los hombros observando el conjunto. Desabrochó dos botones de la camisa dejando parte de su pecho a la vista y cuando Nao lo interrogó con la mirada el chico le aclaró.
—Eres la mercancía ahora, querido. Tienes que lucirla. Tienes un cuerpo espectacular, definido, bien formado y eso es lo que te va a dar dinero de ahora en adelante.
—¿Quieres decir que tendré que tener sexo con todas las mujeres?. —Los ojos de le abrieron un poco preocupado. Nao lo haría si fuese necesario, pero se sentía incómodo por su falta de experiencia y porque no se veía acostándose con cualquier mujer, así sin más.
—¡Que dices!. Esa es la idea que tienen muchos sobre nosotros, pero no es así. Rara vez nos acostamos con una clienta porque además suele ser problemático. Si quieres durar en este trabajo, mantén tus manos apartadas de ellas. —categorizó. Se encogió de hombros tratando de que entendiera como funcionaba el asunto.
»Claro que van a tentarte, sobre todo con tu físico. La mayoría de ellas son mujeres jóvenes y hermosas y con bastante dinero. Lo único que tienes que hacer es conseguir que lo gasten en ti, complaciéndolas pero sin cruzar los límites. Hazme caso y te irá bien
—¿Tú cruzaste los límites alguna vez? —Nao se dio cuenta de que Kai hablaba con pasión y hasta con algo de dolor cuando le contaba esto. Efectivamente, la cara del otro cambió por un segundo antes de responder.
—Solo una vez. Me enamoré de ella, perdidamente. Terminó muy mal. —Inclinó su bello rostro y su perfil se oscureció con melancolía. —No hagas lo mismo. —suspiró.
Nao asintió, dispuesto a hacer caso a todo lo que le dijera. Quitando su impresión inicial en realidad le pareció que Kai era un buen tipo. Lo siguió fuera un poco a disgusto debido a su aspecto, pero si esto era lo que había que hacer, eso haría. No era peor que sus otros trabajos.
Según Kai, los mejores anfitriones podrían llegar a ganar entre 10.000 y 50.000 euros al mes. Él abrió los ojos, impresionado y un poco desconfiado, pero el otro le iba explicando como funcionaba todo y como era posible algo así.
El host se llevaba una comisión del 50 % sobre las copas. También era posible recibir regalos como ropa, zapatos, relojes e incluso, los más afortunados, coches y apartamentos. El dinero que un hosto conseguía iba a depender de su trabajo cada mes, principalmente de las copas que hiciera consumir a sus clientas.
Nao le preguntó cómo eran las mujeres que venían al club. Se imaginaba a un montón de fracasadas y desesperadas por estar con un hombre, porque de otro modo no entendía la necesidad de usar sus servicios. ¿Pagar hasta cien euros por una copa solo para que un chico les dé conversación? ¿Acaso no son capaces de seducir a un hombre y conseguir compañía gratis?
Kai lo iluminó diciéndole cómo son las cosas pues la mayoría de las demandantes suelen ser chicas relativamente jóvenes y atractivas. En un alto porcentaje son “hostesses”, es decir, chicas que hacen a su vez el mismo trabajo pero para hombres. En otros casos son empresarias o ejecutivas con buenos sueldos que, tras un duro día de trabajo, lo último que quieren es seguir aguantando a un colectivo masculino en general bastante machista, más centrado en la búsqueda de sexo que en cubrir las necesidades de una mujer. Y ahí es donde entraban ellos.
La primera noche que una clienta entraba en el club era recibida por todos los hostos disponibles y cada uno le entregaría su tarjeta y daría una breve presentación lo más seductora posible. La chica elegirá a uno de ellos y a partir de ahí cuando vuelva será siempre atendida por él. La clienta solo podrá cambiar de hosto en casos especiales y hablando con el dueño del club. Hablar con clientas de otro anfitrión está muy mal visto y puede incluso acarrear un despido. Los encuentros fuera del club (viajes, comidas, karaokes, etc.) son poco frecuentes y no están bien vistos.
—Aunque parece un bonito trabajo, la competencia es muy dura -—terminó Kai de explicarle. —El margen de edad para ejercerlo es muy corto, de hecho es raro que con tu edad Tanaka te haya aceptado. Creo que vio algo en ti, algo especial.
—¿Tú crees? —Kai lo miró fijamente sin creer que esa ingenuidad fuera sincera. No sabía si buscaba que lo halagaran pero la expresión del chico era auténtica. Le preguntaba porque no tenía la certeza.
—Estoy completamente seguro. Tanaka es un lince para evaluarnos. Tiene a los mejores anfitriones de la ciudad y todos lo sabemos. Así que siéntete orgulloso. Él no escoge a cualquiera.
—Viendo que necesito este trabajo, me alegro de eso. Sea lo que sea que vio en mí, daré lo mejor que pueda.
—Eres realmente lindo, Nao. —se rió el otro, sin poder evitarlo. —Creo que voy comprendiendo por qué te escogió.
—¿Hay algo más que deba saber?
—Solo queda escoger tu nombre. Normalmente escogemos el de algún personaje de manga o algún ídolo de Kpop. Piensa en cómo te gustaría que te vieran todas esas hermosas mujeres
Nao pensó por un momento.
-Me gustaría… Me gustaría ser Sekkusu no kami. El dios del sexo - afirmó.
......................
La señora Gala Reiko era una gran dama. Elegante, estilosa, hermosa a pesar de sus años. Tenía 53 recién cumplidos y al mirarse en el espejo la invadía un sentimiento de desazón e impotencia. Su otrora legendaria belleza se iba desdibujando mientras cobraba fuerza esa señora de buen aspecto, pero ya no más joven y bella. Las comisuras de su boca señalaban hacia abajo, las líneas paralelas a la nariz se marcaban profundamente y el entrecejo permanecía arrugado sin su voluntad. La piel se ajaba sin remedio.
Con las manos sobre los pómulos empujó la carne hacia arriba y durante un momento recuperó la tersura de unos años atrás, pero en cuanto soltó la piel, esta volvió a su cómodo sitio, marcando cada imperfección. Resopló frustrada. El cuello también denotaba su edad. Tenía que aceptarlo, ya no era una mujer joven. Ni siquiera una mujer madura. Empezaba a entrar en la edad de la abuela.
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Updated 55 Episodes
Comments
Arelis Quintero
Juventud divino tesoro.
2023-11-12
5
Lidia Cano
me encanta
2023-11-10
1
Adelia Perez
me encanta!!
2023-10-30
1