Tres veces

Capítulo 5

Nunca entendió cómo llegaron a casarse sus padres, con tantas diferencias de carácter y culturales. Pero en realidad no solo estuvieron juntos toda la vida, sino que se amaron profundamente. Su madre, terriblemente enamorada del guapo japonés, pronto se dio cuenta de que para que su matrimonio perviviera, debían producirse cambios, en ella misma y en él.

Y se dio a la tarea de “enseñar” a su marido a ser un buen hombre, tomando el compromiso de ser ella una mejor mujer para él. Su esposo la amaba tanto que aceptó todo lo que ella quiso. La esposa también lo quería, pero nunca perdió de vista aquello de que "el amor no quita conocimiento". Un valioso refrán de su madre. De modo que a su manera, sutil a veces y otras directamente y de manera brusca si se requería, le hizo entender lo que iba a ser la relación entre ellos. 

¡Una sola vez!, una, él cayó  en la tentación de tener a otra en sus brazos. Su amada esposa entonces tuvo tres amantes, uno tras otro y le hizo saber con detalle de cada uno de ellos. Él jamás volvió a buscarse otra amante más. Entendió el mensaje. Si acaso él no hubiera perdonado la infidelidad de su mujer, o si hubiera recaído, ella simplemente se había marchado con su hija, sin más y sin posibilidad de retorno. Así que el hombre, que de verdad las amaba a las dos, sopesó el asunto, se hizo responsable por ser el causante de todo y prometió no volver a errar.

Después de eso, sus años juntos se volvieron miel sobre hojuelas la mayor parte del tiempo. Y cuando no era así, solucionaban el conflicto en cuestión juntos, como un equipo. Al día de su muerte seguían amándose, quizá ya no como en sus primeros años, pero sí como el amor maduro y tranquilo que al final es el que permite vivir con paz en el corazón. “A eso se le llama felicidad”, le decía su mamá a Gala. 

—Olvídate de los grandes amores apasionados, con el que creas que es el hombre de tu vida, tu alma gemela, tu príncipe de cuento. Eso no es amor Galita. —aseveraba la bella mujer que fue su madre. —Ya lo descubrirás.

»Si tienes suerte encontrarás a alguien como tu papá. Pero de estos hay pocos. Y aun así, ya viste que una vez me engaño. —Sus ojos se empañaron un poco al recordar esto. —Me vengué, se la devolví por tres y luego seguí a su lado por el resto de mi vida. Pero nunca fue lo mismo, hija… no para mí.

»Tu papá lo sabe y ha pasado todo este tiempo lamentándolo, pero ya sabes, eso es llorar sobre la leche derramada. —Su mamá miraba a lo lejos cuando decía esto, revelando así el dolor que aún anidaba en lo profundo de su corazón por la traición de su padre. 

Ella era pequeña cuando todo esto sucedió y, sin embargo, aún recordaba escuchar el llanto silencioso de la señora Ana Reiko cuando el papá no estaba en casa. Jamás lloró delante de él. Años después, Gala se enteró de los pormenores del suceso y también de lo que había hecho su madre para vengarse.

Llegó a recordar incluso que ella la presentó a uno de sus amantes en una heladería diciéndole que era el tío Shota. Un hombre alto y con cara gris. No entendía que había visto su madre en él, aunque daba lo mismo. Solo había sido la herramienta para hacer sufrir a su marido tanto como él a ella.

En esa ocasión, después de volver a casa, la mujer la sujetó por los hombros con firmeza y la hizo mirarla a la cara directamente. Quería decirle algo de suma importancia y que quedara grabado en ella.

—Recuerda bien esto, Galita. A cualquiera que te la haga, ¡a cualquiera!, le harás pagar tres veces cada ofensa. ¿Entendiste? —La nena la miró, un poco asustada por la expresión de su madre, llena de ira y determinación. —Prometémelo, Gala

Asintió con la cabeza, pero su mamá no la soltó hasta que constató que había una firme convicción en los ojos de la niña al acceder a hacer es promesa. Fueron valiosas lecciones las que aprendió Gala de sus padres, sobre la vida y las relaciones. Nunca olvidó nada. Tampoco faltó jamás a la promesa que hizo a doña Ana.

......................

Gala Reiko entró en el Sheisin como la reina de la noche que era. El señor Tanaka fue avisado de inmediato, pues hacía tiempo que la mujer no aparecía y él sabía que el motivo solía ser que tenía un amante en ese momento y hasta que no terminaba con él no volvía a las andadas.

Ahora estaba aquí, lo que quería decir que estaba libre de nuevo y Tanaka se alegró grandemente. Esa era una nueva oportunidad para ellos de ingresar una buena cantidad. Siempre que la señora venía era así. El único problema era saber de qué talante venía. A veces su carácter la conviertía en una verdadera arpía con sus chicos y no era raro que alguno terminara lesionado si ella se ponía demasiado borracha y violenta. Nunca era grave, pero tampoco era grato.

El grupo entero de anfitriones corrió a esmerarse especialmente en su vestimenta y maquillaje. Esa noche podían ser los elegidos y eso suponía duplicar o triplicar el sueldo de ese mes. Gala podía gastar un millón en una noche sin despeinarse.

Sekkusu, sin embargo, no participaba de esa excitación pues ni sabía de quien hablaban y ni tampoco conocía aún lo que este trabajo le requería. Kai le había explicado todo lo que podía, pero hay cosas que simplemente no lo entiendes si no lo vives.

Esperó con paciencia a un lado observando el movimiento de todos. Solo dos de ellos se habían presentado amablemente al llegar, mientras que la gran mayoría lo había ignorado o mirado no de manera agradable, ya que era la nueva competencia. No se lo tomó como personal. Era su primer día.

Aún no estaba en condiciones de ser competencia, ni siquiera sabía si al final de ese mes seguiría aquí, después de estar a prueba. Todo dependía de lo bien que se adaptara y de que el dueño estuviera contento con él. A su favor tenía su belleza, aunque él de eso nada sabía. En contra tenía que jamás se había relacionado con una mujer. Tendría que aprender por imitación, copiando lo que los demás hostos hacían. Esta noche sería su primera vez. 

Kai lo buscó con la mirada y le hizo señas para que se acercara. Iban a salir juntos. Le entregó un paquete pequeño lleno de tarjetas con su nombre. Esa sería su presentación a las clientas para ser escogido. También debía pensar en algunas palabras que decir y en cómo poner una cara que resultara seductora. Eso le dijo Kai. Sekkusu asintió de forma vacía. No sabía hacer eso tampoco. El chico se rió viendo la expresión que ponía y recordó que su primera noche de anfitrión fue algo parecido.

Aunque no exactamente… Sekkusu poseía una especie de ingenuidad absurda, casi como si fuera un hombre de campo puesto repentinamente en el sitio más cosmopolita de Tokio. “Una amapola en medio del asfalto”, pensó. Y el nombre que escogió… Fue terrible. Kai había intentado persuadirlo, pero  no hubo forma de hacerle cambiar de opinión.

Tampoco le explicó por qué deseaba llamarse el dios del sexo. ¿Acaso era un portento en la cama? ¿Estaba muy bien dotado?. No lo parecía, pero nunca se sabía. De todas maneras, esa falta de humildad al escoger tan ostentoso alias, quizá le funcionara y fuera motivo de atracción para las féminas.

Con las mujeres nunca se sabía.

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Comments

Tere Roque 🇨🇺

Tere Roque 🇨🇺

sííííííííííí y k cierto ése refrán sinceramente

2024-12-15

0

Arelis Quintero

Arelis Quintero

¡Cuanta determinación la que tenía la madre de Gala! Coke, me encanta esta historia.

2023-11-12

5

Adelia Perez

Adelia Perez

muy interesante

2023-10-30

1

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