Warren
Sigo mirando a la mujer que camina a paso rápido, parece ajena a todo y a todos, ahora lleva zapatillas deportivas y jeans que estoy seguro de que ya han pasado por muchos lavados, incluso desde lejos ya se puede ver lo descolorido que está. ¿Y por qué demonios sigo mirándola?
- No entiendes porque aún eres solo una niña, no puedo usar mi placa para resolver este tipo de situación, mi trabajo podría poner en peligro su vida, por eso ni la gente en mi trabajo sabe de ustedes ni de nada de mi vida - le advierto y ella cruza los brazos haciendo un enorme puchero, así es como ella consigue las cosas del idiota de su padre, porque Nadine tiene mano dura y no se deja chantajear por este pedacito de persona. Entro en el asiento del conductor, me pongo el cinturón de seguridad y enciendo el coche - no sirve de nada hacer pucheros, aún eres una niña y hay ciertos asuntos que solo los adultos pueden resolver.
- Mira a la princesa Diana - dice abriendo los ojos sin prestar mucha atención a mi explicación, comienza a golpear el cristal del coche, esto era lo que faltaba, desafortunadamente el camino que la señora iba a tomar era el mismo que el mío, el retorno estaba un poco más adelante.
- Deja de golpear el cristal del coche, eres una niña comportada - digo todavía conduciendo y me detengo en el semáforo más adelante.
- ¿Podemos ofrecerle un aventón? - me pide y mira hacia atrás tratando de ver a la mujer - ¿está triste? ¿Por qué está triste?
Por eso no convivo con niños, muchas preguntas y muchos porqués, no saben solo obedecer, siempre tienen que cuestionar. Y además de todo está el berrinche. Me froto los ojos odiando a Dylan en este momento y abro la ventana cuando la mujer pasa a mi lado.
- Entra al coche - le pido impacientemente, tengo que acompañar la transferencia de un preso en una hora y no tengo mucho tiempo para rodeos.
- No tengo nada de valor, pero puedes llevarte mi bolso, solo no me mates por favor - ella dice con las manos levantadas y frunzo el ceño y casi me echo a reír cuando entiendo la situación, al menos está bien instruida para no reaccionar.
- No te voy a secuestrar, matar ni robar - advierto y poco a poco ella abre los ojos castaños como la miel y luego el reconocimiento atraviesa sus ojos, otra cosa que ella hace que no pasa desapercibido para mí es que se lame los labios como si estuvieran secos y luego los muerde.
- Princesa Diana - Flora comienza a llamar desde el asiento trasero y la mujer la mira con la puta sonrisa más hermosa que he presenciado en mi vida. En el instante en que sus ojos se encuentran con la mariquita en el asiento trasero, brillan como si perder el trabajo no la hubiese afectado, su sonrisa se ilumina de una manera genuina - vámonos contigo.
- No quiero molestarte, señor - me dice mirándome a los ojos y luego baja la cabeza, la forma en que "señor" salió de sus labios envió una señal a mi polla que instintivamente se levantó, pero pronto la ignoré.
- Haremos lo siguiente, estoy retrasado y seguir en este juego de yo mandar y tú fingir que no quieres obedecer solo hará que me retrase más y no lleguemos a ningún lado con esto - inquiero mostrando mi impaciencia y como dije, odio los juegos y odio aún más no ser obedecido - así que entra y pon tu dirección en mi GPS.
Ella mira hacia atrás como si fuera a cuestionar, pero cuando su mirada se encuentra con la mía, noto cuánto está furiosa, pero es demasiado amable y dócil para contradecir, sobre todo cuando Flora comienza a pedirle que entre y los coches detrás de nosotros comienzan a tocar frenéticamente el claxon.
Quería que ella se negara, que abriera la boca e impusiera su voluntad, pero no lo hace, baja la cabeza y accede, rodea el coche y se sienta junto a Flora como si yo fuera el conductor de ellas, eso es lo que me faltaba.
Cuando la miro, ella me devuelve la mirada y veo un destello de sonrisa, como si me retara, como si quisiera que la mandara a mi lado. Pero, como dije, odio los juegos, así que solo le pido su dirección y veo que vive lejos, en el Bronx, en una zona no muy peligrosa, pero tampoco buena para criar a un niño.
- Primero vamos a llevar a Flora a su casa, para que esté segura - le aviso y ella hace gesto de desprecio, sabiendo a qué me refiero. Se atrevió a rodar los ojos ante mí.
Además de provocarme y desafiar mis instintos, es valiente. No puedo esperar a dejarla en su dirección y no volver a vernos nunca más.
Al menos, eso es lo que quiero.
Louis Warren era un hombre alto y delgado, con una mirada severa y penetrante. Su cabello negro y lacio le caía sobre la frente, dándole un aire misterioso. Tenía una cicatriz en la mejilla izquierda, que le daba un aspecto aún más intimidante. Vestía elegantemente, con trajes oscuros y camisas perfectamente planchadas. Siempre llevaba consigo un maletín negro, que guardaba celosamente. Entre la gente del pueblo, Louis era conocido por ser un hombre reservado y solitario. Rara vez se le veía en compañía de otros, y cuando lo hacía, parecía distante y desinteresado. Sin embargo, aquellos que se atrevían a acercarse a él descubrían una mente brillante y una personalidad intrigante. Había algo en sus ojos, una chispa de curiosidad y conocimiento, que atraía a aquellos que buscaban algo más en la vida. Louis Warren era un enigma, un hombre rodeado de misterio y secretos bien guardados. Sólo aquellos que se tomaran el tiempo para conocerlo realmente podrían descubrir la verdadera historia detrás de su apariencia impenetrable.
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Mildred Álvarez
A él lo que le interesa es saber la dirección de ella para ver como cuadra para volver a verla.
2024-07-24
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