Las Flores De Miel
No deberíamos de juzgar o pensar cosas erróneas por rumores y chismes que las personas inventan, además si no tienen fundamentos, ya que las personas se pueden confundir de cuál es la verdad y cuál es la mentira; ya sea pequeño o grande por lo que debemos primero averiguar si lo que se dice de boca en boca es cierto o simplemente una falacia.
Ella se encontraba con la nariz metida en un libro de la biblioteca de la casa, al igual que está tan concentrada en ello que oír el leve crujido de la puerta al abrir no pudo percatarse; sin más un fuerte grito de su padre, la espanto cerrando de pronto el libro golpeándose en el rostro con el mismo no tan duro pero sí dejando un diminuto dolor.
—¡Señorita, perdoné por entrar tan deprisa y alzar le la voz, pero hay un problema con su padre, del mismo modo que con su hermana! —hablo con el cabello despeinado ligeramente por correr mucho, hasta llegar hasta la habitación de la muchacha, agachando la cabeza por la falta de respeto que acaba de hacer.
—¿Clefel que es lo que pasa para que la voz de mi padre llegue hasta esta aquí? —pregunto la magnífica y atractiva mujer levantándose de su aposento preferido.
—Joven ama lo que pasa es que su hermana se niega —contestó levantando un poco su cabeza y un tanto con las manos temblando y la garganta seca, pero no tan riesgoso, ya que aún puede hablar.
—¿Negar? ¿A qué cosa podría negarse mi hermanita? —interrogó con la voz más tranquila posible y con el pulgar en la punta de sus labios, rozándolos y con la duda en mente.
—Podría mejor venir para que pueda entender el asunto mejor, puesto que no me siento capaz de poder explicar dicho suceso —respondió la mucama luego de tragar saliva y con el corazón entrante palpitante similar al terminar de hacer ejercicio o correr demasiado.
Sin más ella asintió con la cabeza y su sirvienta se la llevó hasta la sala de estar donde el elevador las dejó en el lugar, pero que de un fantasma se tratara y que Clefel no deseaba subir, ya que el señor aupequet les advirtió que el elevador es exclusivamente para los invitados al igual que para los que viven ahí y no para los sirvientes incluyendo al mayordomo, chófer, cocineros, entre otros; pero Lirían le dijo que no habría problema por lo que en menos de cinco minutos ya se encontraba en ahí donde los muebles grandes, onerosos demostrando que si hay bastante dinero en la familia aupequet; con las paredes color negro carbón y los muebles color gris plata y ceniza parece un lugar deprimente.
Ella entró sin tocar la puerta, como mayormente lo hace todos los días la sirviente mordiéndose el labio con fuerza y cerrando los ojos, así como apretando su mandil color blanco, pensando que el señor de la casa la acusara de ser una lengua suelta, pero la señorita Lirían la tapó con su cuerpo.
—¡Yo no me pienso casar con él! —grito la hermana de Lirían de nombre Marena una mujer de cabello con bucles café como un árbol podrido por la lluvia, labios gruesos y pintados con color rojo carmesí, uñas bien cuidadas al mismo que sus manos suaves, nariz perfilada de diosa gruesa, cuerpo delgado y atlético que cualquier chica quisiera tener, ojos grandes como los de un gato, pero que detrás de ellos ocultan mucha maldad, piel blanca como el algodón para colocar el alcohol para una inyección, con los pómulos marcados y el mentón pequeño con la barbilla diminuta, cejas delgadas y depiladas del color café similar al de la tierra seca en un día de verano con un fuerte calor, los dientes todos cuidados, pero un tanto amarillentos por la inmensa cantidad de dulce que come, pero que oculta con blancura para tapar esa imperfección; con los shorts pequeños de mezclilla color azul claro como el cielo, una cola de caballo sujetado por una bolita del mismo color que el short, un delineado muy ligero, unas botas llenas de lodo que anteriormente por entrar a la casa tan apresurada terminó manchando el piso que luego las criadas finalizarán por limpiar, una blusa rayada parecida al de los reclusos en las caricaturas, de manga larga color negro y blanco.
—Hija, piensa con esto, nos puedes ayudar mucho, si te casas con él puede que nuestra empresa no llegue hasta el punto de la bancarrota —suplico la madre de ambas mujeres con los ojos un poco llorosos, pidió de favor.
—¿Madre que es lo que pasa? ¿Qué es a lo que mi hermana se niega hacer? —cuestionó la chica con la expresión en su rostro de que se encuentra sorprendida por dicha situación, que no podía comprender del todo el porqué su madre pedía de esa forma aquello.
—Hija, lo que pasa es que tu hermana no quiere casarse con el heredero de la familia rogueyet —dio su respuesta el padre, quien previamente se encuentra en el sofá sentado con las manos en la cabeza; además de que la madre con un nudo en la garganta no pudo responder.
—¡Que ya dije que yo no me casaré con el maníaco de sur, solo porque ustedes me lo piden!... hay rumores de que es un psicópata… que por su apariencia es todo un adefesio, que no sale de su casa… además que su actitud hacia todo que lo haya visto o conocido ha salido traumatizado con el simple hecho de estar a su lado.
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