Ella movió una escalera no tan pesada, pero sí larga, de color gris, con toques negros no tan notables, en la cual se subió para buscar un libro de su agrado que no fuera tan largo, ya que por el motivo de su partida no podría llegar hasta su fin. Busco por un buen tiempo a tal punto de que pensó que su búsqueda en dicho estante fue una batalla perdida en localizar algo de su interés hasta que por fin encontró una novela de nombre Dulces besos como la miel, se fue a sentar a las sillas colgantes y con la nariz metida en ello su alegría, atención asimismo el tiempo pasaron tan rápido como el agua de un arroyo sin obstáculos, dejando que se lleve hasta caída abajo; el reloj colgado en la pared hace un eco con el tic tac que emite, ella no le tomo importancia, pero al sacar su vista un diminuto momento del libro se percató que ya se acercaba más la cena. “¿cómo ha pasado esto?, la cena ya casi estará lista y yo ni he notado cuanto tiempo me ha tomado leer… pero la verdad es que está muy interesante tal libro no creí que pudiera existir una historia tan romántica es similar a los cuentos que me leía mi abuela”, “es momento que me aliste para la comida si no puede que se moleste mis padres y hermanos, si es que llegan a estar ahí” pensó la chica quien se levantó de su aposento y se colocó nuevamente sus zapatos al igual que con el libro en la mano, ya que quería terminarlo de leer en su habitación además que se fue directo al comedor.
Cuando iba llegando las risas y carcajadas de los integrantes de la familia se podían notar al igual que noto que todos ya están por las risas, pero que se terminaron de oír cuando ella entró en dicho lugar por lo que se sintió triste por el motivo de que nunca reían con ella aunque fuese su cumpleaños y eso la hizo extrañar más a su abuela que murió hace años, pero que podía hacer con llorar no serviría de nada, por lo que no lloro solo se sentó y encima de sus piernas coloco el libro al igual que no pronunció nada y se dispuso a cenar.
—¿De qué es esta basura?... Dulces besos como la miel que asco hasta el nombre están cursi que dan ganas de vomitar… es en serio que te gusta esto hermana mayor —preguntó jalando el libro y al terminar de leer el libro demostró una expresión de desagrado y molestia, como siempre Marena se burla de ella; sin embargo, que a Lirían no lograba entender debido a que nunca vio nada malo de lo que decía su hermana.
—Me lo podrías dar de nuevo... además no llego a comprender que es lo que tiene de malo leer este género de literatura, ¿por qué? ¿A caso tiene algo de malo? —interrogó al mismo tiempo que encogió sus hombros y daba a relucir su agrado por los libros.
—No… cómo que tiene de malo este tipo de libros, es basura, no entiendo el porqué estaba en la biblioteca de la mansión —respondió frunciendo el ceño y tomando de una punta como si de algo asqueroso se tratara.
—Hermana, regrésamelo, además a ti no te gusta este tipo de lectura… es más, no te gusta leer —habló con los puños cerrados y para segundo a más tarde retomar más aire en sus pulmones y mencionar lo otro.
—Ya te dije que no te lo voy a regresar… es más, podrías añadir este pedazo de papel inservible a la chimenea —dijo aparte que le hizo una seña al mayordomo, él sin más lo tomó y lo arrojó al fuego, Lirían sin poder creer lo que su hermana acaba de hacer solo lanzó un fuerte grito por lo sucedido.
—¡Lirían! ¡Compórtate por el amor de Dios!... No puedo creer que un miembro de la familia aupequet tenga tan desagradable comportamiento —habló con un alzamiento de voz que provocó que Lirían voltease a ver con la expresión en su cara de confusión, del mismo modo que todos quedan sorprendidos de tal suceso inesperado.
—¿P-pero padre no vez lo que ella acaba de hacer? —cuestionó un poco confundida y con la mirada en el señor aupequet el cual con su taza en la mano, su molestia se puede notar más porque él solo azotó contra la mesa la taza como si de un martillo de juez se tratase.
—¡Lirían! ¡Basta de tus estupideces y discúlpate con tu hermana! ¡¿Es acaso que no puedes observar que no era su intención tirar dicha baratija de libro?!. —el padre con la mirada de enojo se levantó de dicho asiento, además con las manos posadas encima de dicha mesa.
—Si tu abuela estuviera aquí estaría tan decepcionada que de un coraje volvería a morir por tu culpa —pronunció burlonamente la madre, quien ingreso una gran cucharada de comida a la boca; el pequeño hermano no pronunció ninguna palabra, pero sus ojos llenos de enojo y con una mirada amenazante volteo a ver a su Lirían.
—Perdón, padre, hermana y resto de la familia prometo comportarme más adecuado desde ahora… será mejor que vaya a mi habitación para prepararme para mañana que es mi partida, buen provecho —charlo disculpándose fue lo que pidió Lirían y sin más salió de aquel lugar “por qué mi familia nunca me apoya” “sin tan solo Marena no hubiese lanzado el libro, esto no hubiera sucedido en primer lugar… es mi culpa por llevar el libro al comedor y hacer enojar a mi padre”.
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