—Deja de decir eso, mira sé que irás a esa cita para no tener problemas con la loca de mi tía. Si llegas a arrepentirte llámame e iré por ti.
— Está bien, Martina.
— Me voy, piensa en lo que hablamos. Te quiero mucho, niña.
Martina me dejó con más dudas, en el fondo sabía que ella tenía razón, pero yo no tenía la fuerza para dar el paso fuera del nido. Así que un poco derrotada me puse a organizar algunas cosas de mi cuarto y de paso buscar en mi armario el atuendo que usaría para tal cena importante. Después de haber buscado durante un rato largo, por fin he elegido un lindo vestido azul celeste de tiras gruesas y corte recto hasta la rodilla, seguí con mi largo cabello aunque me molesta llevarlo, así mi madre se rehúsa a que lo corté, debido a que para ella el cabello es el velo y la belleza de la mujer. Sí, fuera por mí ya lo hubiera cortado hace años, sin más entre al baño, pues arreglarme me llevaría una eternidad, así que era mejor comenzar temprano.
Mientras Penny se bañaba, su madre limpiaba el desastre que había hecho por no controlar su ira, por qué por más que quisiera cambiar no podía. Eso la llenaba de resentimiento hacia ella misma, haciendo más amplia su desdicha, la cual terminaba arrojando a su única hija.
— Ofelia, ¿ya te has calmado?.
—Un poco, Marco.
— Ve a bañarte, estás toda llena de tizne, además no pudiste almorzar como es debido. — No te preocupes por eso, cariño más, luego comeré algo, además me acabo de acordar que Penny tiene una cita con el hijo de tu amigo. Debo lavarme para ayudarla a dar una buena impresión.
— Deja que ella lo haga, ya está bien grande y si ese muchacho no ve lo dulce que es no se la merece.
— Siempre tan romántico como la primera vez, cariño.
—Levántate, vamos, te llevaré al cuarto para que te asees.
El señor Marco durante el tiempo que estuvo en su pequeño lugar de silencio y libre de estrés de su esposa pensó en todas las cosas que había hecho con ella desde que se conocieron, la mayoría eran recuerdos felices y pocos angustiantes, pero aun así debía hablarle con sinceridad para que ella pudiera ver el problema de su comportamiento y como eso estaba destruyendo desde hace años la vida de su primogénita, lo que más lamentaba era el hecho de que nunca intervino a pesar de ver qué su retoño sufría a medida que su esposa cortaba cada sueño para moldear los suyos en ella. Por eso decidió buscar el espacio adecuado para charlas sobre el asunto sin lastimarla o atacarla, por qué a pesar de todo la amaba y entendía su frustración de dejar a un lado sus sueños y carrera para convertirse en una buena esposa y madre, esa era la razón por la que poco la contraríaba, pues en parte fue su culpa el hecho que ella haya puesto su vida en pausa.
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