Me levanté con una cara muy hinchada, pasé llorando toda la noche, parezco más una niña que una adulta sigo siendo manipulada, lo peor es que debo llamar a ese tipo que no conozco solo por capricho de mi madre.
Vaya vida que llevo y lo peor es que me quejó, pero no hago ni mierda. Necesito salir de aquí antes que termine golpeando a alguien.
– Penny, ¿Por qué te demoras tanto?. Levántate que tienes que ayudarme con el almuerzo.
– Sí, señora. Salí de mi cueva arrastrando mis pies, aunque sea sábado no tengo tiempo de descansar, la señora Ofelia se enfrasca en que debo aprender a ser una buena esposa. — Pon la cara de ponque, Penny. (Me digo a mí misma).
— ¡Dios mío, qué cara!. Te compré muchas mascarillas para evitar un rostro demacrado. — Madre, por favor. Podemos pasar a lo de la comida.
— Casi se me olvida, hablé con ese lindo muchacho, Santiago. Esta noche vendrá por ti.
–¡¿Qué has hecho?!.
– ¡Lo necesario para que te cases!, Crees que no me doy cuenta, que te quieres rebelar. ¡EN ESTA CASA MANDO YO!.
Mire a mi madre con horror, eso era cierto, ella es la cabeza de la familia, ni siguiera mi padre, Marco se atreve a contradecirla, el único que tiene los pantalones para hacerlo es su niño. Lo peor del regaño es que ella cambia su enojado rostro automáticamente por una sonrisa, eso es de horror.
De manera inmediata me puse a preparar los alimentos para el almuerzo, a pesar de mis quejas internas le tengo mucho miedo a ella, siempre he tratado de hacer todo lo que me pide para ver si algún día dejará irme y abrir mis alas, pero las esperanzas se me van cómo agua entre los dedos.
Sin perder tiempo termino el almuerzo y esperó la aprobación de mi madre, ella de manera delicada prueba cada cosa y no se guarda ninguna crítica.
— Esta vez te has superado. Por lo visto que necesitabas era más motivación. Llama a tu padre mientras pongo la mesa.
Salí en busca de mi padre el cual se encierra horas en su pequeño estudio, desde su jubilación se ha dedicado a leer los libros que nunca pudo y a pasar tiempo con sus viejos amigos evitando lo más posible a mamá.
– Padre, el almuerzo está listo.
— Gracias hija.-- grita desde adentro del estudio. Cuando regreso al comedor escucho gritar a doña Ofelia, solo pienso que fue algo que hice mal, pero me doy cuenta de que no. Le gritaba a su sobrina, a la cual no soporta por tener actitudes deplorables.
— Hola, mi maltratada prima. --- me abraza.
— Martina, me asfixias.
— ¡Oh!, lo siento. Bueno, Penny siéntate a mi lado.
La cara de mi madre era un poema, sí fuera un animal, ya le hubiera mordido el cuello a Martina, la odia profundamente. Esa pequeña mujer de cabello corto rosa con cuerpo curvilíneo es un espíritu libre, hace y dice lo que quiere, no tiene ningún filtro a la hora de dañarle el día a su "querida tía".
– Vete a tu casa, solo vienes a importunar en la mía.
— Tía, debería poner en práctica sus valores cristianos, al parecer debe cambiar de religión, esa no la ha cambiado, es nada.
—Martina, por favor. Puedes comer, pero trata de no discutir con tu tía.
— waou, tío Marco, por fin lo escucho. Creí que no tenía voz en esta casa.
Al ver la escena me dieron ganas de reír, mi prima estaba lanzando dardos mientras se servía, por eso me gusta pasar tiempo con ella aunque sea a escondidas de mis padres.
—Penny, iremos a un bar muy bueno en el centro, allí conocí una banda superbuena. Los integrantes están para morirse.
— Ella no saldrá contigo. Penny tiene un compromiso.
— No me digas que conseguiste el yerno perfecto. Entonces me quedaré para verlo.
— Tú te irás después de comer, no te quiero merodeando por aquí. ¡Qué vergüenza!.
— Tía querida, debes cambiar tu repertorio, por eso mi abuelo no te dejo toda la herencia.
Eso fue suficiente para que mi madre pasará de rojo a negro, esa mujer se había pasado, había escarbado en la herida que no se había cerrado a pesar del tiempo. Mi madre sigue resentida por ese día cuando se leyó el testamento de mi abuelo y solo le dejo el diez porciento, el resto pasó a mi tío Heráclito.
Mi padre y yo esperábamos la hecatombe, pero no llego, en cambio, ella se retiró al jardín en completo silencio.
–Parece que gane esta batalla. La comida está rica, Penny.
— Gracias, Martina.
— Tienes buena sazón, así que no te cases nunca. Ja, ja, ja.
— ¿Cómo sabes que yo cocine?.
— Eso es obvio, siempre le echas cilantro, aunque la receta no lo lleve. Te conozco muy bien, niña.-- me guiña.
Los tres seguimos comiendo sin la presencia de mi madre, todos sabíamos que sí, ella no grito, debe estar haciendo pedazos el jardín. — ¿Tienes algo importante en el jardín?-- preguntó papá.
— No, creo que está tu sillón.
— ¡Mierda! --- grito, papá.
El escuálido hombre se levantó corriendo, pues sabía que si no llegaba a tiempo la señora Ofelia sería capaz de quemar su preciado sillón.
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Comments
Mercesan
Un personaje doña Ofelia
2024-03-22
0
Melisuga
Obsesiva, manipuladora, caprichosa,... roza con lo insoportable doña Ofelia.
2023-08-27
2
Melisuga
Directa y sin filtros la Martina. Me gusta.
2023-08-27
0