X. el callejón diagon
Eran pocas, casi nulas, las cosas que podían detener a las palabras de Atenea.
━━Pero... ¿Cómo...? ¿Es posible...? ━━murmuró observando detenidamente el diminuto bar atrapado entre la librería y la tienda de música. Y decir atrapado, era poco. Parecía como si lo hubieran encajado a la fuerza.
━━Yo no veo nada ━━dijo su padre entrecerrando los ojos ━━Creo que vinimos...
━━Por favor toma la mano de tu padre, Atenea ━━le pidió su mamá, tan serena como siempre.
Atenea salió de su trance y asintió tomando la mano de John. Entonces él lo vio. Dio un paso atrás sorprendido y un bar de mal aspecto apareció frente a él. El Caldero Chorreante era una estructura medieval que el resto de personas que no poseían una gota de magia parecía no notar, incluso no ver.
Aurora tomó la mano de su pequeña hija y sonrió viendo la expresión de su esposo.
━━Hora de seguir con nuestros asuntos ━━dijo la mujer dando un paso adelante, a lo que su familia le siguió ━━Recuerda la promesa que me hiciste Atenea.
━━No soltarte la mano en ningún momento.
━━Muy bien cariño.
Algo que esa mañana Atenea encontró muy peculiar fue el aspecto de su madre, que llevaba una pañoleta grande rodeando su cabeza como si fuera una capucha junto a unos lentes negros, una forma en la que nunca antes había vestido.
Entonces cruzaron la entrada. Por dentro el bar parecía mucho más grande de lo que se veía por fuera, Atenea empezó a creer que su padre tenía razón en cuanto a su bajo intelecto porque no había manera de que las proporciones de afuera sean las mismas que estaba viendo en ese momento.
Y si el aspecto de su madre le había parecido extraño, en ese momento se percataba completamente de su error. Su mamá lucía muy normal a lado de todos los presentes con colores chillones y sombreros triangulares.
John estaba aún más hundido en su trance sorpresivo sin poder disfrutar del silencio que tanto anhelaba de Atenea hasta que una jarra voladora pasó tan cerca de él que tuvo que dar un paso al costado.
━━Mi amor te pedí que no le sueltes la mano a Atenea ━━le recordó Aurora sintiendo ternura por su esposo en mucho tiempo.
━━C-claro.
John por primera vez obedeció a su esposa sin cuestionarle volviendo a sostener la pequeña mano de Atenea.
Aurora avanzó llevando el curso del paso de su hija y esposo hasta la alargada barra de madera.
━━Buenos días ━━Aurora se quitó los oscuros lentes al saludar al hombre detrás de la barra.
━━Buenos días señorita Prince... ━━dijo aquel hombre con una mezcla de sorpresa y alegría al reconocer el hermoso rostro frente a él.
━━Señora, es mi esposa ━━reaccionó John de inmediato.
El hombre miró casi con desprecio a John y corrigió: ━━Señora. ¿Qué la trae aquí?
━━Es mi hija, señor. Es hora de comprar la lista escolar.
━━¿Su hija? ━━repitió asomándose encima de la barra para ver a la pequeña niña que era una miniatura idéntica a su madre ━━¿Tiene la misma edad que el niño?
━━Huh... Si, creo que si, entonces, ¿podemos usar la puerta trasera?
Todo era extraño ese día. Podía jurar que sintió que su madre le apretó la mano más de lo debido y que estaba nerviosa, Aurora, quien siempre estaba calmada y conservaba perfectamente la compostura.
━━Claro, que tengan un buen día.
━━Gracias, igualmente ━━Aurora inclinó un poco la cabeza con la digna elegancia que ella poseía y avanzó más rápido a la puerta trasera.
En cuanto dejó de sentir que todos la observaban reconociendo su sangre, Aurora le echo una mirada rápida a su hija emocionada por la magia que le esperaba.
━━Entonces... ¿Ahora qué? ━━dijo John confundido en frente de una pared de ladrillos, creyendo que la magia había acabado.
━━Empezamos con lo mejor cariño.
Atenea vio como su madre sacó una varita de su manga con la punta de sus dedos, delicadeza y feminidad destacando en sus movimientos cuidadosos, o tal vez solo eran esas uñas pintadas de un rosa pastel, quizás ese era el color de su madre.
Entonces Aurora le dio tres golpes a la pared y eso les abrió paso a la vista de magos y brujas con ropa y objetos extraños e increíblemente llamativos. Un nuevo mundo para John y Atenea, una vieja vida para Aurora.
Atenea trataba de observar todo al mismo tiempo y entender, pero le estaba resultando difícil continuar con su concentración mientras avanzaba por el suelo rocoso. De ese modo, tropezó cayendo sobre sus rodillas y sus palmas.
Esto despertó a John de su trance al ver como la boca de Atenea empezaba a tomar una forma rara y ya conocida por él.
━━No llores ━━le exigió tomando con brusquedad la mano de Atenea para ayudar a que se levante lo más pronto posible, la niña parpadeó varias veces conteniendo las lágrimas.
━━Esta bien ━━le dijo su mamá con una sonrisa suave ayudando a limpiar el vestido de su hija.
John se pasó una mano por la cara asimilando lo nuevo a lo que debía acostumbrarse.
━━Supongo que fue esto de lo que estuve escapando todo este tiempo y resulta que Atenea es igual a ti.
━━No podíamos negar su magia por más tiempo ━━dijo Aurora tomando la mano de su esposo con cariño━━, pero no te preocupes, que a donde va a ir le van a enseñar a poder controlarla. ¿No es así, bonita? Lo vas a hacer increíble.
Aurora miró con orgullo a Atenea y esos bonitos ojos grises llorosos. La pequeña rubia asintió olvidando su dolor y sonrió nuevamente.
━━Sigamos.
El callejón Diagon era algo que Atenea quería explorar a detalle.
━━¿Qué sigue en la lista?
Atenea seguía distraída con una tienda de animales.
━━¡Atenea! Qué sigue en la lista ━━le exigió Aurora sacándola de su distracción.
En su defensa, Atenea no había dejado de balbucear desde que atravesaron la pared de ladrillos.
━━Varita.
Aurora sonrió con nostalgia, casi como si el simple hecho de decir esa palabra la transportara a sus propios recuerdos de infancia. Tomó un respiro y se volvió hacia su hija con la mirada más cálida que Atenea pudiera recordar.
━━Muy bien, entonces vamos a Ollivanders. Te aseguro que será una experiencia mágica, cariño.
El camino hacia la tienda de varitas era una combinación de maravilla y caos para Atenea. Cada vitrina que pasaban era un espectáculo de luces, criaturas exóticas o algún objeto mágico que hacía cosas inexplicables. Atenea tiraba de la mano de su madre, queriendo detenerse y observar cada rincón del Callejón Diagon. A pesar de su desbordante curiosidad, Aurora mantenía un paso firme, consciente de la importancia de no perder el enfoque.
Finalmente, llegaron a la tienda de Ollivanders, una tienda estrecha y algo sombría, con estanterías llenas de cajas polvorientas apiladas hasta el techo. Al entrar, un tintineo suave los recibió, y el aire parecía cargarse de una energía especial, como si las varitas pudieran percibir la presencia de un nuevo mago.
━━Buenos días... ━━la voz de un hombre anciano resonó desde el fondo de la tienda, y unos momentos después apareció el propio señor Ollivander, delgado y con unos ojos brillantes e inquisitivos.
━━Buenos días, señor Ollivander ━━dijo Aurora inclinando la cabeza respetuosamente. Atenea se aferró un poco más fuerte a la mano de su madre, mirando a su alrededor con ojos muy abiertos.
━━¿Otra pequeña bruja buscando su primera varita, verdad? ━━Ollivander sonrió, inclinándose para mirar a Atenea directamente, sus ojos destellaban como si el momento fuera igual de emocionante para él que para la niña. Atenea asintió sin palabras, lo cual era un acontecimiento raro.
━━Bien, bien, veamos qué tenemos para ti... ━━dijo el anciano, girándose con rapidez hacia las estanterías. Empezó a sacar cajas de diferentes tamaños y materiales, murmurando para sí mientras lo hacía.
━━¿Sabes, pequeña señorita? La varita elige al mago. Vamos a descubrir cuál de todas estas te ha estado esperando.
Atenea miraba fascinada cómo Ollivander probaba varitas en ella, cada una con un efecto diferente. Algunas sacaban chispas, otras hacían un ruido extraño, y una incluso lanzó un chorro de agua al suelo. John, que observaba desde un rincón, estaba cada vez más aturdido, luchando por asimilar lo que estaba viendo.
━━Vamos a probar con esta... Madera de cerezo, núcleo de pluma de fénix, once pulgadas y media, bastante flexible.
Atenea tomó la varita y sintió un calor que le recorría el brazo, como si una corriente de energía la atravesara. Un destello dorado salió del extremo de la varita, iluminando la tienda. Aurora sonrió con orgullo, mientras Ollivander asentía satisfecho.
━━¡Oh, sí! ¡Es la indicada! ━━dijo el anciano con una sonrisa cálida ━━Muy poderosa y con un núcleo excepcional. Trata a esta varita con cuidado, pequeña. Te ayudará a hacer grandes cosas.
Atenea miró la varita con asombro, sosteniéndola como si fuera lo más precioso que había tenido en sus manos.
━━Gracias señor Ollivander ━━dijo Atenea, recuperando algo de su habitual entusiasmo. Aurora acarició el cabello de su hija suavemente.
━━Vamos cariño, hay mucho más que comprar aún.
Mientras salían de la tienda, Atenea seguía observando la varita con una sonrisa deslumbrante. Su madre la miraba con el mismo cariño y orgullo de siempre, mientras su padre aún parecía procesar lo que acababa de presenciar.
━━¿Puedo intentar un hechizo, mamá? ━━preguntó Atenea, sus ojos llenos de expectativa.
Aurora sonrió y negó con suavidad.
━━Todo a su tiempo, mi amor. Primero tienes que aprender a controlar la magia. Pero estoy segura de que lo vas a haver muy bien. Vamos ahora a por los libros, que la educación es lo más importante.
Atenea asintió, aunque su mirada ya se había desviado hacia una tienda cercana donde un grupo de niños observaba emocionado una jaula con lechuzas.
━━¿Puedo tener una lechuza? ━━preguntó de repente, girándose hacia sus padres con una expresión de súplica en sus ojos. John soltó un suspiro mientras Aurora soltaba una risa ligera.
━━Vamos paso a paso, ¿de acuerdo? Primero los libros ━━y aquí iba una de las más grandes enseñanzas que Aurora le podía dar a su hija ━━Nunca olvides que el conocimiento es poder.
Atenea asintió con algo de resignación, pero la sonrisa no desapareció de su rostro. Todo lo que estaba experimentando aquel día era un sueño hecho realidad. Y con cada paso que daban en el Callejón Diagon, sentía que se acercaba un poco más al mundo mágico que, sin saberlo, siempre había pertenecido a ella.
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