Capítulo 3

...Imperio Dankworth...

El oscuro imperio Dankworth situado en las costas del norte, donde los inviernos eran más crudos, donde aquello conocido como flores, pasto y el verde no existía por el motivo que la nieve cubría todo aquello dejando solo aquellos árboles hechos para el frío.

Constantemente las tormentas de nieve eran comunes en el imperio oscuro.

El imperio Dankworth era temido por aquellos pequeños reinos, poblados que no tardaban en entregar su reino ante tal imperio majestuoso y poderoso, todos temían ante aquel caballero de armadura negra cuyos ojos dorados atrapaba el alma de sus enemigos en un eterno sueño de sufrimiento.

Alexander Wolfhard regresaba de una batalla descomunal, donde una vez más un misterioso grito terminó de derrotarlos, caminando por los pasillos de aquel inmenso castillo, tomando con su mano izquierda la espada amarrada su cintura caminaba a paso firme y en cólera.

¿Quién era Alexander Wolfhard? Bien era el nuevo y joven emperador de Dankworth, el único que permanecía con vida, después de sufrir una redada donde toda su familia había sido asesinada, quedando solo el cómo el único sobreviviente de la familia imperial.

Llegando hasta sus aposentos, azotó la puerta detrás de él con una fuerza inmensa, si las preguntas lo tenían hecho un manojo de furia y frustración.

Años, llevaba años intento derrocar aquel imperio, aquel emperador que había exterminado con su familia entera, sus planes se encontraban frustrados por el extraño aparecimiento de tal mago en un reino que le era insignificante, pero a la vez muy importante.

El reino de Newels era uno de los más poderosos e influyentes del sur, era vital que deshacerse de ese reino para poder llegar a su destino, en ese momento la puerta obstruyo su momento de furia al presenciar la visita de una mujer mayor que vestía un vestido negro con delantal blanco en su cintura.

— Joven amo —lo llamo amablemente

— Ah, lamento si mi molestia se escucha hasta el pasillo, pero no soporto tal derrota —manifestó molesto al patear una silla que se interponía en su camino

La mujer de edad mayor se acercó y levantó la silla acomodándola devuelta en la posición que está estaba antes.

— Joven amo, he servido a la familia real por décadas, he visto a sus hermanos crecer, casarse y morir, he visto más incluyendo las derrotas —

— Estoy eufórico, mi ira es demasiada por aquellos guerreros de la luz, han utilizado una joya preciosa para derrotarme a mí y a mi ejército, es simplemente cobarde — menciono mientras desgarraba su camisa blanca y pura de tan solo recordar lo sucedido

— Joven amo, es tiempo de que le cuente un secreto, que he guardado por esta familia por décadas —

— De que hablas —

— Hace mucho tiempo, los magos protegían la tierra, naturaleza y la humanidad y jugaron con algo fuera de sus límites y eso causa su ruina, la reina de la luna al ver tal poder estallar confirmó, que aquel poder debía ser portado por alguien fuerte quien no se llegara a corromper por el enorme poder —

— Por qué me dices esto —

— Porque el linaje de esa familia, era de este imperio joven amo, el llamado cristal de hielo ya se en descendiente de esa familia extinta —

— Entonces por me hableis de una familia que ya se desecha —

— Joven amo, ese es el pensamiento que todos en estas tierras tienen creencia, pero había una mujer, que huyo de aquí a las tierras de la luz y ya se viviendo ahí —

— Escuchando tu historia, no logro entender por qué me cuentas esto —

— Joven amo, aquella persona tiene un cristal en la frente el cual es el acto evidente de que porta el poder de la luna, a esa persona la ayudé a salir de este imperio —

— Que acabas de mencionar —

— Joven amo, esa mujer sufría en este hogar, por lo que la ayudé a salir y ahora probablemente sea el poder de este calibre quien frustra sus victorias a derrotas —

— Logro entender lo que me has informado, queda claro que la única forma en la que podré derrotar al imperio que destruyó mi familia es estando cerca —

— A que se refiere mi señor —

— Quizás deba visitar a mi enemigo el emperador de la luz — menciono tajante mientras observaba por aquella ventana

— Mi señor no haga eso, sería peligroso —

— Es la única manera de derrotar el reino Newels y descubrir a ese mago que frustra mis planes —

— Señor es peligroso que vaya en estos momentos al reino de la luz, saben que es su enemigo más persistente —

— Entonces mandaré un decreto, donde asistiré unos días a la capital con tal de declarar mi derrota y hacer el tratado de paz —

— Pero mi señor —

— Lila, mi pueblo muere, la economía decae, los inviernos son más crudos matando todos los pastizales y las siembras de maíz —

— Mi señor puede hacer tratados con otros pueblos del sur con los que no esté en guerra —

— No Lila, no descansaré hasta ver el final de la familia que destruyó la mía sin remordimiento, todo esto será una fachada para introducirme en las líneas enemigas, entonces, solo entonces podré poner en marcha mi plan de conquista —

— Como ordene su majestad imperial — Salió la mujer con su rostro inclinado,

Alexander Wolfhard miró con tristeza a la mujer mayor, quien no tuvo otra opción que asentir a las órdenes de su majestad, no había otra opción, todas las ideas se habían agotado, quedó vacío de sus pensamientos, solo podía pensar en una sola cosa, convivir con el enemigo, fingir una alianza y después poder poner fin a ese reino y por fin vengar su familia.

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