04

Llegamos a cinco minutos para la cita con el ginecólogo.

No había nadie en la sala, así que me senté en la silla más cercana a la puerta.

Tras un momento de duda, Daniel ocupó la silla a mi lado.

Había estado nervioso y en silencio todo el viaje, y yo ya no aguantaba más.

—¿Qué te pasa? — pregunté.

—Emily— gimió, enterrando la cara en las manos —. Por poco me deja.

—¿Qué ha pasado?

Daniel se tocó el cabello.

—Bueno, le dije que esta tarde tenía que ir al ginecólogo con una amiga embarazada, pero solo se centró en la última parte. Empezó a preguntarme qué diablos pintaba yo con una embarazada, y, bueno... No quise decirle tu nombre, así que ¿creo que se montó una película ella sola? Ahora cree que la engaño o algo así.

—Lo siento — le acaricié el brazo —. Seguro que lo acabará entendiendo.

—Espero que sí.

Pensé en decirle de la persecución de ayer, pero decidí que sería mejor que no,al menos no ahora.

—Si quieres puedo hablar con ella. — me ofrecí. Me sentía mal que tuviera problemas por mi culpa. Daniel negó con la cabeza.

—La tomaría contigo, y no quiero que te alteres. Debes de estar lo más tranquila posible a partir de ahora.— me miró —. ¿Qué vas a hacer con el trabajo?

Suspiré.

—No lo sé — confesé —. De momento seguiré con mi vida normal, ya veremos dentro de dos meses.

La puerta del consultorio se abrió y salió una mujer rubia acompañada de una señora más mayor. Las vi alejarse y me sobresalté cuando la voz de Bastian pronunció mi nombre.

Agarrando la mano de Daniel, entramos juntos.

Bastian era un hombre maduro, de unos cincuenta años. Llevaba siendo mi ginecólogo desde que cumplí los dieciséis y perdí mi virginidad con el imbécil de Kurt Maxwell en una fiesta.

Me saludó efusivamente y miró a Daniel.

—¿Es el padre? — preguntó. — Si no lo es debe esperar fuera.

—Es el padre— dije al mismo tiempo que Daniel lo negaba—. Bueno, el más posible — añadí sonrojándome ante la mirada de ambos.

Bastian indicó que nos sentáramos, y empezó una serie de preguntas sobre mi estado.

Respondí con sinceridad, dándome cuenta de que aún sujetaba la cálida mano de Daniel.

—¿Es posible que le hagan pruebas sobre enfermedades venereas? preguntó Daniel.

Bastian asintió.

—Por supuesto, le sacaré muestras y os llamaré con los resultados lo más pronto posible. Ahora Olivia, túmbate en la camilla.

Noté lo incómodo que estaba Daniel, y me sentí un poco culpable por arrastrarle a esto.

—Puedes esperar fuera si quieres — le propuse soltando al fin su mano.

—No, no pasa nada. Vamos.

Cuando al fin salimos del consultorio me sentía mareada.

Estaba embarazada de un feto de cuatro semanas.

Aún me costaba creérmelo.

—¿Estás bien Liv? — preguntó Daniel.

Asentí.

—Gracias por esto — le dije—. Por acompañarme en todo esto.

Daniel sonrió.

—Para eso están los amigos, ¿no?

Amigos.

Sonreí ante la palabra.

Me gustaba eso.

Me ofrecí a acercarle a su apartamento, pero se negó. No quería que Emily me viera.

—Y piensa bien que vas a hacer con el trabajo — me dijo despidiéndose.

Una vez en mi piso, dejé los suplementos vitamínicos que Bastian me había dado en el gabinete de medicinas, y me eché en el sillón.

Puse mi mano derecha sobre el estómago, aún no me creía que una personita estuviese creciendo ahí.

¿Sería niño o niña? En realidad me daba igual el sexo, solo quería que estuviera sano.

Nombres. Eso es importante.

Hice una rápida búsqueda por Internet en el móvil.

Me decidí por Andy. Servía tanto para niño como para niña, y significa

"valiente y bello". Me gustaba como sonaba.

—Bien, Andy, vamos a comer algo, ¿sí?

Me hice una sopa de fideos y verduras.

Estaba viendo la televisión cuando oí como tocaban la puerta.

Frunciendo el ceño, apagué el televisor y fui a abrirla.

No había nadie.

Resoplé molesta e iba cerrar cuando la noté.

Una carta asomaba bajo el felpudo.

Me agaché a recogerla. No tenía remitente, solo mi nombre escrito en tinta negra.

Cerré la puerta y me senté en el sillón.

No sabía que hacer.

Al final la curiosidad pudo conmigo y abrí la carta.

Me sorprendí al ver fotos de aquella noche.

Había dos de mi cena con Alberto, una mía vomitando en el callejón, tres de mí con el desconocido del bar — había olvidado lo atractivo que era —, y, lo que más me asustó, cinco de mí y el hombre teniendo sexo en mi piso.

Las últimas estaban tan bien detalladas que era como si alguien las hubiera tomado estando allí mismo.

¿Cómo era eso posible?

Las solté asustada, y me obligué a tranquilizarme para pensar con claridad.

Llamadas amenazantes de Rebecca Montoya, la nueva novia de mi ex.

El intento de matarme en la carretera. Y ahora esto.

¿Estarían relacionadas las tres cosas? Posible.

Bien, que no se diga que soy una cobarde.

Mañana es sábado, así que no trabajo.

Buscaré a Alberto y exigiré que me lleve a ver a la loca de su novia.

No voy a quedarme sentada permitiendo este acoso.

Rompí las fotos y las tiré a la basura.

Me di una ducha con agua caliente, me puse el pijama, tomé las vitaminas y me acosté.

Me quedé dormida pensando en la posible reacción de Alberto al volverme a ver.

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Comments

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Rebe estás loca tu tomaste las fotos Olivia tienes que parar el acoso ya sabes el rostro de tu desconocido

2023-09-08

3

Vicky Galarreta V

Vicky Galarreta V

🙄🙄🙄🙄🙄🤔

2023-01-31

1

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