01

En la actualidad.

No sé cuánto tiempo me quedé en mi baño mirando la prueba de embarazo.

Por fin me levanté del suelo y, nerviosa, me acerqué al espejo.

—De acuerdo, Liv, cálmate. Lo mejor que puedes hacer es pedir cita con un ginecólogo para confirmarlo. Pero no de tu hospital. El cotilleo allí es horrible.

Respiré inhalaciones cortas para que mi corazón recuperase su ritmo normal.

¿Y luego qué?

¿Tendré al bebé? Por supuesto. Se me revolvió el estómago ante la simple idea de abortar.

O, diosa, por favor, que el padre no sea Alberto. No quisiera tener nada que me ate a él.

Aunque supongo que eso no había forma de averiguarlo.

No iba a ir a buscarlo para pedirle una muestra de sangre para poder verificarlo. Tendría que explicarle lo que pasa y no, a Alberto no, no quiero volver a ver a ese imbécil.

Pero había otra posibilidad.

¿Y si el padre era aquel desconocido? Tampoco es que vaya a empezar a acechar aquel bar en su búsqueda. Fue un polvo de una noche y nada más.

Muy bien, decisión tomada. Criaré a este bebé por mi cuenta. No necesito saber quien es el padre para hacer eso.

Asentí al espejo, y tiré los tests a la papelera del baño antes de volver al salón. Sin embargo, un impulso me hizo detenerme y regresar a coger uno de los tubos. Idiota.

Suspirando,guardé el objeto en un cajón de mi habitación y cogí el teléfono para concertar una cita con Bastian, mi ginecólogo. Me la dio para dentro de tres días.

Me dejé caer en el sillón con un suspiro, tocándome mi largo cabello pelirrojo.

Fui una estúpida esa noche. Yo jamás había actuado de esa forma antes.

Pero estaba tan dolida, sintiendo que había tirado nueve años de mi vida a la basura.

Ahora solo me queda aceptar las consecuencias de mis actos.

Este bebé es una señal.

No tengo porqué envejecer sola — algo que di por sentado desde mi ruptura con Alberto —, centrada únicamente en mi trabajo.

Tendré a alguien que me amará incondicionalmente, a quien corresponderé de igual manera.

Sonreí.

En verdad me entró ganas de buscar al desconocido, solo para darle las gracias por esto.

Me tumbé en el sillón, mirando el techo blanco de mi salón.

Ya tengo ganas de que pasen estos nueve meses. Sé que serán horribles y estresantes, sobre todo porque no tengo nadie para ayudarme en el proceso, pero al final valdrá la pena.

Toqué mi barriga,con la vaga esperanza de sentir alguna cosa.

Nada, por supuesto. Aún era demasiado pronto.

El cansancio se apoderó de mí y cerré los ojos, con imágenes de bebés sonrientes en mi cabeza.

Desperté mareada,un sonido estridente retumbándome en los oídos.

Me senté con cuidado y miré hacia la ventana, era ya de noche. Había dormido toda la tarde.

El sonido estridente volvió a escucharse, y parpadeé dormida mientras alcanzaba mi móvil, que estaba en la mesita al lado del sillón.

—¿Diga? — respondí con voz ronca.

—¡Oh, Olivia, querida, gracias a la diosa que has contestado, empezaba a preocuparme!

Fruncí el ceño ante la voz de Micaela, la madre de Alberto.

—Hola— dije en un susurro, sujetándome con fuerza al forro del sillón. ¿Para qué me llamaba?

—¿Como estás, querida? Hace tiempo que no hablamos y no puedo evitar preocuparme por ti. Estás tan sola...

Suspiré.

Sí, de acuerdo, mi ex—suegra y yo tenemos una buena relación. ¿Es eso tan raro? Solo que con la ruptura con su hijo di por sentado que la incluía a ella. Al parecer Micaela no pensaba igual.

—Estoy bien, Mica, gracias por preguntar.

—¡Olivia, no tienes que agradecer nada! Eres como una hija para mí. Si conocieras a la nueva pareja de mi hijo... Es una perra.

Me reí, no pude evitarlo. Micaela era así, franca y sin filtros entre lo que pensaba y decía.

—Sí, estoy de acuerdo. Son tal para cual, ¿no? — dije, sabiendo que no se ofendería por el insulto velado hacia su hijo.

—¡Alberto es un imbécil! ¿Cómo ha podido cambiar a alguien tan bueno como tú por esa zorra? Tendrías que verla, pegada a él, manoseándolo todo el tiempo. ¡No la soporto! Sonreí.

—Mica, si Alberto quiere estar con ella, tienes que respetar su decisión.

— le aconsejé.

—¡De ninguna manera! Tiene que volver contigo, Olivia. Sois perfectos el uno para el otro.

—No lo creo— dije con amargura—. Muy tonta tendría que ser para volver con alguien que me ha puesto los cuernos.

—Olivia, por favor, no te cierres. Dale otra oportunidad.

—Micaela, no. Por favor, no insistas. Eso se acabó.

La escuché suspirar, y durante un segundo me sentí culpable.

Micaela ha sido como mi segunda madre durante nueve años, y me disgusta ser desagradable con ella.

—Oye, ¿qué te parece si quedamos para almorzar? Mañana a las tres y media, ¿qué me dices? — sugerí como ofrenda.

—¡Por supuesto querida! ¿Trabajas mañana?

—Sí, espero terminar el turno a tiempo. Pero por si acaso te cito media hora más tarde.

—De acuerdo, Olivia. Mañana a las tres y media te esperaré a la entrada de ese hospital tuyo. ¡Qué tengas dulces sueños!

Colgué con un suspiro.

Bien, almuerzo con mi ex—suegra. Seguro que no será incómodo ni nada por el estilo.

Volví a dejar el móvil sobre la mesita y, sin ganas de dirigirme a mi dormitorio,, me acomodé en el sillón y me dormí de nuevo en un sueño sin sueños.

Nick-Luke Arnold

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Comments

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Tu ex suegra te quiere Alberto no merece ni el saludo sola que mal acompañada no creo que el sea el papá

2023-09-08

2

Daniela ❤️

Daniela ❤️

asi le gustó Perra,zorra bandida 🤦🤦

2023-03-05

1

Aidee Morales

Aidee Morales

bueno ya habían terminado ella no le montó el cuerno

2023-01-29

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