CAPÍTULO II:

Sede empresarial:

"Terra Excavations" 

Annub sé quedó sorprendido mirando la pantalla del ordenador. No lograba entender por qué su amigo Jason había cortado la comunicación tan de repente. Los últimos días la situación con la excavación se había descontrolado y el consejo había decidido suspenderla.

La empresa solía controlar todas las excavaciones arqueológicas que se realizaban en la zona. De esa forma tenían el pleno conocimiento de cuando algún equipo se acercaba demasiado a uno de los portales o a algún resto que pudiese dar alguna pista de nuestra verdadera naturaleza. En este caso, la profesora Harris se había acercado demasiado al antiguo culto de sacerdotisas de Isis. De haber seguido excavando hubieran salido a la luz restos en los que se detalla nuestra llegada a la tierra a través de los portales dimensionales y de cómo mi familia luchó en la gran guerra contra los Dioses primigenios y los encerraron bajo tierra. Nada de aquello podía salir a la luz.

Tras cerrar el ordenador, se puso en pie y se acercó al gran ventanal desde el que se contemplaba gran parte de la ciudad de El Cairo. Observó en silencio cómo había cambiado aquella ciudad con el paso de los siglos. El único vestigio de aquella época antigua eran las pirámides de Giza que se erigían orgullosas en el horizonte. Pese a que extrañaba aquellos años, no podía dejar de agradecer que en pleno siglo veintiuno a nadie le extrañase que su familia y él mismo tuviesen aquellos nombres tan originales. Annub, Horus, Isis, Hathor… Durante siglos se habían visto obligados a cambiar de nombre cada determinado tiempo para no despertar suspicacias; pero en la actualidad los hombres y mujeres vivían tan enfrascados en sí mismos que les daba exactamente igual como se llamase aquella excéntrica familia que dirigía la mayor empresa dedicada a ser los mecenas de centenares de excavaciones.

Se apartó del cristal y regresó a su gran escritorio de madera de caoba. Cogió su teléfono móvil y comenzó a enviarle un mensaje a su amigo Sia.

»En mi despacho. Ven a verme. Ahora«

A Annub le encantaban aquellos trastos. Le parecía práctico no tener que estar invocando a alguien gritando al cielo como siglos atrás. Ahora un simple mensaje o una llamada y, quien fuese, podía tele-transportarse enseguida. De hecho, no le había dado casi tiempo a dejar el móvil sobre la mesa y a coger el informe del cierre de la excavación cuando su amigo apareció en su despacho.

Su cara reflejaba que le había tocado los huevos al llamarlo. No puedo evitar molestarlo un poco más.

—Vaya cara de culo tienes hoy —le saludo.

Lo escuchó gruñir y disimuló una sonrisa. Sia era un hombre gigantesco; Por sus pintas debía haberlo interrumpido en una de sus innumerables sesiones de entrenamiento que realiza a diario. Eso explicaría por qué estaba completamente empapado en sudor. En la actualidad Sia es el encargado de los entrenamientos físicos del personal de seguridad de “Terra Excavations”, pero en la antigüedad era reconocido como el Dios de la intuición, y era precisamente por esas habilidades por las que lo había llamado. Necesitaba que le confirmase que el cierre de la excavación de la ciudad perdida es la decisión correcta.

Tras escuchar el saludo de su amigo, Sia entrecerró los ojos y se dejó caer en uno de los preciados sofás de cuero de su amigo. Sabía cuánto odiaba que se sentara en ellos cuando estaba empapado en sudor, pero esa era su manera de vengarse.

—Como la tuya de cada día, capullo. ¿Para qué me has llamado?, no parece que estés preparado para una sesión de entrenamiento. ¿O pretendes entrenar con ese traje?

—Muy gracioso, pero no. No te he llamado por eso. ¿Podrías echarle un vistazo a este informe? —. Annub le entregó la carpeta que contenía el detallado informe que Jason le había hecho llegar.

Sia resopló al ver la cantidad de papeles que contenía aquella carpeta. Odiaba el papeleo.

—¿No puede esperar? De hecho, tengo bastante trabajo en el gimnasio. Los nuevos aspirantes son un desastre. —Contestó Sia mientras levantaba la vista de aquellos papeles, y se pasaba su enorme mano por los ojos.

Annub se cruzó de brazos. No era un día en el que estuviese de buen humor. Su familia se lavaba las manos en todo lo referente a las operaciones de la empresa, así que todas aquellas decisiones recaían en él. Al resto solo les interesaban las actividades lúdicas de la empresa cuando había que acudir a algunas de las múltiples fiestas a las que solían invitarlos. Entonces siempre aparecían. Tampoco es que aquello le importara. No era una persona demasiado sociable. Le gustaba estar solo y por eso habían decidido por unanimidad dejar la empresa en sus manos. El resto de su familia únicamente aparecía por allí si había alguna reunión importante del consejo.

Apartó a su familia de su mente, y volvió a centrarse en su amigo.

—Sí, es urgente. Necesito que me digas si estoy tomando la decisión correcta.—El tono, le hizo entender a Sia que no lo dejaría regresar a sus actividades hasta que no le diese su parecer, así que decidió no perder el tiempo discutiendo con quien ha pasado siglos negociando con Osiris sobre las almas de las personas que acudían a su juicio. Así que comenzó a leer.

Tras cuatro horas aproximadamente de lectura, Sia, dejó el informe sobre la mesita de café situada al lado del sofá. El dios se acercó a él.

—¿Y bien? —le presionó.—¿Hago bien en cerrar esa excavación?, ¿intuyes algún peligro?.

Sia se rascó la nuca. Parecía nervioso.

—Según ese informe algo va mal. La chica estaba a solo unos metros de sacar a la luz los habitáculos de sacrificio de Isis. De ahí a descubrir la ubicación del portal de la cruz atlante únicamente hay unas decenas de metros.

Ambos se miran entre sí, porque si algo sabían era que no podían permitir que la humanidad supiera que no son los únicos seres que habitaban en la tierra. En estos momentos, varios cientos de razas convivían camuflados entre los humanos. Dioses, vampiros, metamorfos, ángeles… Si esa información saliese a la luz, verían su modo de vida amenazado.

Por suerte la guardia de los NOX ARCANA se encargaba de cualquier persona que se acercara demasiado a nuestros secretos. Cada vez que alguna teoría sobre otros planos de existencia o portales inter-dimensionales comienza a dar vueltas por las redes sociales, son ellos quienes se encargan de desprestigiar cualquier teoría conspiranoica que no sea lanzada por nuestro equipo de comunicación. Primero lo intentaban por la vía pacífica, pero si la persona no cooperaba no dudaban en usar técnicas de persuasión más efectivas.

—Entonces, ¿crees que es lo correcto? Es una verdadera lástima. Esto va a ser un palo enorme para la profesora Harris—Parecía preocupado, al fin y al cabo, aquella chica era parte de su equipo. De momento.

Sia asintió con la cabeza.

—No podemos hacer nada más. El jodido templo de Isis no puede salir a luz. ¿Cómo has dejado que se acerquen tanto? —Le dijo. Estaba cabreado con su amigo por no haberlo visto antes y haber permitido que continuasen excavando.

—No pensé que fuesen a ser capaces de llegar hasta ese lugar.—Se defendió—Cuando esa chica me hizo llegar la solicitud de financiación. Me llamó la atención el conocimiento tan vasto de todo lo relacionado con el templo. Era como si lo conociese.

—¿Piensas que pertenece a alguno de los grupos de cazatesoros? —preguntó Sia llamando su atención.

—No,no lo creo. ¿Consideras que sería posible que hubiese engañado a Jason?, me ha parecido que ambos eran bastante cercanos. No sé si me entiendes…

Sía se encogió de hombros.

—Engañar a ese imbécil que no sabe mantenerla en los pantalones es fácil.—Podía sentir como la rabia crecía en su interior. ¿Tanto se había podido equivocar al estudiar a aquella profesora?.

De pronto Sia se levantó del sofá. Parecía haber tenido algún tipo de presentimiento.

—¿Annub, conociste a la profesora Harris cuando la contrataste? —preguntó

Él negó con la cabeza.

Sacó su móvil y tecleó. Sia lo miraba expectante.

—Según mis informes la entrevista la hizo con mi secretaria. Le causó una gran impresión.—Frunció el ceño al leer una anotación que había pasado por alto—. ¡Joder! Liz me dejó anotado que le llamaba la atención la gran cantidad de información parecía tener sobre el templo. Me pidió que hablase con ella, pero no lo hice. Tramité su contratación directamente.

—¿Crees que esa chica sería capaz de venir a la central a discutir contigo? —preguntó el hombretón. Parecía estar divirtiéndose con algo que él desconocía.

Annub frunció el ceño.

—No. Jason le ha dejado claro que tienen que preparar todo para dejar Egipto mañana mismo ¿por qué preguntas algo así? —contestó confundido.

Comenzaron a escucharse voces y extraños ruidos en el exterior del despacho. Sía comenzó a reírse.

—Estás a punto de averiguarlo. ¡Suerte!. La vas a necesitar, ¡capullo!.

No esperó a que su amigo le respondiera. Sin más, desapareció.

El jaleo sonaba cada vez más cercano a la puerta de su despacho, así que decidió salir a ver que estaba pasando. En cuanto atravesó el marco de la puerta se dio de frente con el motivo del altercado.

Una chica morena estaba intentando sortear a los guardias de seguridad que se encontraban de guardia en esa planta. Era asombrosamente veloz. Sin embargo, uno de los guardias consiguió atraparla. La pequeña fierecilla luchó con todas sus fuerzas, y tras propinarle una patada en las bolas a aquel guardia este la soltó de golpe, lo que hizo que la chica estuviese a punto de caer de cabeza sobre la esquina de la mesa de mi secretaria. Que observaba la escena con cara de horror.

Cuando fue consciente de que si se golpeaba contra la mesa podría sufrir daños, Annub se movió lo más rápido que pudo para atraparla antes de que cayese.

Al cogerla, una electricidad recorrió todo su cuerpo. Sintió como si el cuerpo de aquella pequeña morena estuviese hecho para encajar a la perfección entre sus brazos. Su corazón comenzó a latir rápidamente. Sentía la adrenalina corriendo por sus venas. ¿Qué diablos le estaba ocurriendo?.

Mientras estaba perdido en ese mar de sensaciones, la desconocida levantó la mirada hacia él. Unos enormes ojos marrones lo contemplaban mientras, que él aprovechaba aquellos últimos segundos para disfrutar de la sensación de tener su cuerpo entre sus brazos. Annub podía asegurar que no había sentido algo parecido en sus casi tres mil años en la tierra.

Ella tembló ligeramente e intentó apartarse de él mientras murmuraba una disculpa entre dientes, pero justo cuando iba a preguntarle si se encontraba bien, el guardia que la había dejado caer llegó hasta ella y se la arrancó de los brazos.

—¡Pedazo de zorra, voy a partirte la boca antes de lanzarte a la calle! —el hombre gritaba fuera de sí.

Tras el fugaz momento que habían compartido, el ver cómo aquel hombre trataba a la chica desató una rabia desconocida en el Dios. Un sentimiento de protección le erizó la piel y en un momento comenzó a verlo todo rojo. Quería matar a ese ser insignificante. Actuó sin pensar en donde se encontraban y en qué en ese instante muchos de sus trabajadores observaban la escena. Todo le daba igual. Solamente quería que aquel hombre quitase sus manos de su mujer. «Mía» . Así que sin pensarlo lo cogió por el cuello. La sorpresa y después el horror, se dibujaron en el rostro del guardia. Annub lo lanzó contra una de las paredes y cayó al suelo con un sonido sordo. Después se agachó junto a él y a pocos centímetros de su cara le susurró con la mandíbula apretada:

—Vuelve a tocarla, y te arrancaré los brazos y se los daré de comer a los cocodrilos. Luego dejaré tu cuerpo en el desierto para que lo devoren los coyotes. ¿Me has entendido?.

El hombre asintió aterrado. Annub se puso en pie y habló con otro de los guardias.

—Lo quiero fuera de mi edificio en cinco minutos.

Tras el incidente, se acercó a la chica.

—¿Te encuentras bien? ¿Estás herida?.

Como estaba demasiado cerca de la chica, esta tuvo que mirar hacia arriba para mirarlo a los ojos. Pareció dudar un momento, pero rápidamente se repuso y dio un paso hacia atrás como marcando las distancias con él. Quiso acercarse de nuevo a ella, pero algo en el rostro de la chica le hizo desistir de ello.

—Me encuentro perfectamente. Gracias por ayudarme, pero ahora te agradecería si me pudieras indicar cuál de todas esas puertas es el despacho del director ejecutivo.

«¿Venía a verme a mí?»

Decidió esperar a tener más información para identificarse.

—¿Tienes cita?.

La morena negó con la cabeza.

—No, no tengo cita, pero vengo a decirle algo importante y no pienso marcharme sin hacerlo…

—¿Podrías decirme tu nombre?.

La chica le sonrió mientras le ofrecía su mano a modo de presentación.

—Soy Danielle Harris. Encantada.

¡¡Joder!! Era la profesora encargada de la excavación. Annub estrechó la mano de la chica. De nuevo esa electricidad entre ambos.

—¿Y tu nombre es?.—Preguntó ella.

Había llegado el momento.

—Es un placer conocerla, profesora Harris. Mi nombre es Annub Kamal, director ejecutivo de "Terra Excavations". Es un placer conocerla.

Puso ver como su cara cambiaba el gesto en cuanto cayó en la cuenta de quién era él. Soltó su mano como si quemase.

—Me encantaría decirle que es un placer para mí también, pero no me gusta mentir. Necesito hablar con usted y no pienso marcharme sin haberlo hecho.

Era orgullosa. Y curiosamente aquello le gustó.

—Está bien. Pasemos a mi despacho.

Annub le señaló la puerta y le cedió el paso para que ella entrase primero. Ella pareció dudar un segundo, pero finalmente comenzó a caminar hacia el despacho. Detestaba la idea de tener que echar por tierra todo el tiempo que aquella mujer había invertido en la excavación, pero no tenía más remedio. Tendría que destruir los sueños de Danielle Harris. Y la sola idea de hacerle daño le devastó.

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