Capítulo 5: El otro lado de la historia (Parte 1)
Un repentino viento hizo danzar las hojas otoñales alrededor de Ethan. Sintió un estremecimiento y se ajustó el abrigo, mientras sacudía la cabeza recordando aquellos días de su adolescencia en los que utilizaba una melena por debajo de los hombros. En esos otoños, las hojas se enredaban entre sus cabellos negros y su novio de aquel momento le quitaba con suavidad lo que a él le parecían malditos desechos de los árboles.
Soltó un suspiro añorante, mientras ajustaba su bufanda para ocultar la mitad de su rostro. Una mujer que parecía un poco más alta que él le tomó la mano, trayéndolo de regreso a la realidad.
—Estás pensando en Mark —comentó la mujer, con voz juguetona. Ethan asintió—. Sigue viviendo en esta ciudad, ¿no? ¿Quieres buscarlo?
El hombre negó con la cabeza e iba a decir algo, pero antes de que pudiera hablar, otra mujer, un poco más baja que ambos, le dio un codazo suave a la mujer más alta, negando con la cabeza.
—Maggie, no incites a Ethan a que pierda su dignidad. Sabes muy bien lo que le hizo ese tipo, él no puede ir a buscarlo, es Mark quien le debe una disculpa.
Ethan alzó suavemente las comisuras de sus labios, pero las dos mujeres solamente notaron su mirada triste, pues la parte inferior de su rostro la cubría la bufanda.
—No voy a buscarlo, pero no es porque tenga tanta dignidad —les comentó a ambas—. Es por lo de siempre, tengo miedo de enfrentarme a su rechazo, además... —volvió a suspirar—. Conozco a mi madre y estoy seguro de que en cuanto recibió las invitaciones de mi boda, envió una a la casa familiar de Mark. ¿Alguna de ustedes cree que él querrá saber algo de mí ahora? Eso sin contar que han pasado demasiados años, estoy seguro de que en este momento él ya rehízo su vida. ¡Auch! ¡Maggie!
Margaret pellizcó con bastante fuerza el costado de Ethan, atrapando un poco de su piel pese a las capas de ropa que lo cubrían.
—Siempre es lo mismo contigo, Ethan. Nunca te atreviste a ir tras él, por eso terminamos en una situación como esta.
—Vamos, Maggie, no hables como si no hubiera sido idea tuya usarme como fachada para satisfacer a tu familia.
—Si no te hubiera utilizado como fachada, ¿habrías vuelto a esta ciudad? —Margaret bufó—. Y, de todas formas, sigo pensando que deberías averiguar dónde trabaja Mark e ir tras él. Si todavía siente algo por ti, podría venir a vivir con nosotros, como mi Pauline.
Maggie sostuvo a la otra mujer por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo, dejando que sus feromonas dominantes flotaran a su alrededor, tiñendo el aire con un leve aroma picante, a canela. La mujer más baja se sonrojó ligeramente y trató de soltarse de las garras de la otra alfa.
—Maggie, todavía estamos en el aeropuerto, no te pongas así —reprochó Pauline.
Ella había planeado ver a los otros dos pelearse como perros por un hueso desde una distancia prudente, pero Margaret la había hecho partícipe de un momento a otro. Infló los cachetes y la alfa retrajo su aroma inmediatamente, soltando una suave risita.
—Ustedes son tan malas, siempre comiendo pan enfrente del hambriento —Ethan también hizo un puchero.
Margaret rodó los ojos y les pellizcó los cachetes a ambos.
—Ustedes dos parecen unos niños pequeños. Compórtense como los treintañeros que se supone que son, maldita sea.
—Pero Maggie —reprocharon ambos al unísono.
Margaret soltó un suspiro, resignada y luego negó con la cabeza, tanto su mejor amigo como la mujer a la que amaba eran unos bebés sin remedio. ¿Se suponía que tendría que hacerse cargo de ambos en el futuro? ¡Realmente le urgía que Ethan volviera con Mark! O al menos, que lo dejara ir y buscara a otro omega que pudiera hacelo feliz.
El chófer de la familia Prince le envió un mensaje a Margaret informando que ya estaba en el aeropuerto y ella internamente suspiró, aliviada. Al final podría ir a su casa para descansar un poco y estar un rato a solas con Pauline.
—Bien, bien, ya dejen de hacer el tonto. El chófer está aquí para llevarnos a nuestras casas.
—Viva, finalmente volveré a vivir con mis padres —dijo Ethan, con un tono de voz plano.
—Al menos podrías volver a colarte por la ventana de Mark, si es que él aún va a visitar a sus padres a menudo.
—Viva, Ethan quedará sin dignidad —dijo Pauline, con un tono evidente de sarcasmo.
—No haré nada de eso —suspiró—. Cómo sea, al mal paso, darle prisa. Vamos ya.
Ethan comenzó a caminar hacia el estacionamiento, seguido muy de cerca por las dos chicas. Aún se preguntaba cómo demonios Margaret se las arreglaba para caminar sobre tacones de más de ocho centímetros todo el día, sin cansarse ni caerse e incluso haciéndolo igual de rápido que él. O quizá incluso más rápido, pues en un abrir y cerrar de ojos, ella ya lo había rebasado.
OoO
La casa familiar de Ethan no era demasiado grande. Pese a que su familia fue prominente por varias generaciones, su abuelo había perdido grandes sumas de dinero, haciendo que su familia descendiera algunos grados en la escala social y se convirtieran en una familia de clase media con aires de grandeza.
Cuando era un niño, sus padres eran muy estrictos y no lo dejaban salir mucho, pues no les resultaba agradable que su pequeño señorito jugara con cualquiera que no tuviera un estatus social similar al que habían tenido ellos anteriormente. Además, en primera instancia, su familia asumió que sería un alfa dominante y le habían enseñado a qué solamente los que eran de su casta valían la pena para relacionarse. Por ello, sus días pasaban de forma aburrida y tenía muy pocos recuerdos de su infancia temprana. Siempre estaba solo con la niñera, haciendo las mismas cosas día tras día, en una rutina asfixiante.
Sin embargo, entre toda esa extraña monotonía, llegó él.
Mark fue su primer amigo sincero y más adelante, su primer amor.
Ethan salió al jardín de la casa de sus padres y vio la avejentada verja del patio, aquella que tenía pequeños agujeros que comunicaban con el jardín vecino y por dónde había conocido a su primer y único amor.
Suspiró, recordando los inocentes días de su niñez mientras contemplaba las estrellas. Algunas noches, antes de que aprendieran a saltar la barda, ambos contemplaban ese mismo cielo estrellado, cada uno desde su respectivo jardín, mientras hablaban sobre las caricaturas de moda y sus problemas infantiles.
Habían pasado más de veinte años desde que sucedieron aquellos mágicos momentos, pero a Ethan no le importaba, los seguía añorando igual. Se recostó sobre la grama de su jardín, mirando las estrellas y comenzó a contarle a un Mark imaginario cómo había ido su vida en todo el tiempo que no estuvieron juntos.
En el fondo, no perdía la esperanza de escuchar la voz de Mark respondiéndole del otro lado, pero eso nunca sucedió. A fin de cuentas, no había nadie dispuesto a oír sus palabras esa noche.
Mark estaba lejos, muy lejos de la casa de sus padres, embriagándose dentro de su apartamento mientras achuchaba a su gordo gato Mufasa, pensando en él y su boda.
Pero Ethan no lo sabía. Solamente sabía que lo único que podía responderle en esa noche era el sombrío silencio del jardín de al lado.
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Updated 38 Episodes
Comments
Renata ... Arocha
no entiendo o0o
2023-03-23
2
Faty Kaneki
mmmmmm solo diré mmmm
2022-11-08
2
PatoPatosa
Entonces todavía no toca boda?
2022-11-08
2