—¡El gusto es completamente mio! —Dije y ocupé la silla frente a él.
Sobre la mesa estaba su celular, un plato con cacahuates enchilados, dos tarros de cerveza, uno a la mitad y el otro completamente lleno. Romántico Empedernido era un hombre idéntico tal cuál en sus fotos. Veinticinco años, mirada profunda, ojos cafés con un brillo peculiar en las pupilas, barba abundante y las cejas super pobladas. ¡Era un tipo atractivo!
Se detuvo a examinarme completamente, sus ojos se convertirían en escáneres de mi alma.
—¿Puedes quitarte el cubre bocas? —Su tono de voz irradiaba seguridad y algo de autoridad.
—Por supuesto.
Y con un movimiento rápido hice que la mascarilla de color negro desapareciera de mi rostro. La expresión de su rostro me confundió un poco. ¿Qué pensaría de mí? ¿Por qué esa expresión? ¿No cumplía con sus expectativas? Parecía como si él no lo creyese y al final, con una sonrisa nítida asintió.
—¡Eres muy lindo!
¡Caramba! Regularmente, la mayoría de mis clientes suele decirme eso. Suelen halagarme de esa forma y en verdad que yo no me siento tan lindo como ellos afirman, pero, fue en esta ocasión que realmente se sintió diferente escuchar algo así. Su voz me hizo sentir demasiado bien. ¡Diferente!
—¡Gracias! La neta no me siento lindo, pero gracias por los ánimos.
—¿Cómo que no te sientes bonito?
—Pues no. Yo solo me siento normal y ya.
Asintió.
—¿Y como es sentirse normal? —Era su barba la que reafirmaba los movimientos de sus labios cuando él hablaba.
—Mi nombre es Jair. ¿Tu nombre es Ángel?
Me lanzo una mirada curiosa, me sentí un poco inseguro tocante a mi respuesta. ¿Debía responderle con la verdad? ¿Me faltaban las alas para poder ser un Ángel? ¡Canijo!
—¡Sí! Un gusto de conocerte Jair, soy Ángel —Mentí, como era mi costumbre.
—¡El gusto es mío Ángel!
¿Que significaba esa sonrisa? ¿Saber mi nombre falso le causaba alegría? ¿O era placer? Era momento de cambiar el tema de nuestra conversación. ¡Quise saber más sobre él!
—Y entonces, llegaste demasiado temprano, ¿no?
—Sí yo me adelante porque no tenía mucho que hacer en casa. Te digo que apenas llegué a la ciudad y pues no conozco a nadie. ¡Literalmente! Soy nuevo por estos rumbos.
Me causo un poco de curiosidad escuchar que él me decía eso. ¿Nuevo por aquí? ¿Con su familia o en soledad? La curiosidad me convirtió en el gato de ese dicho, el gato que probablemente sería asesinado por esta canija curiosidad de averiguar algo más allá de su hermosa barba. ¿Por qué pagarme para ser una simple compañía en conversación y botana enchilada? ¡Ni yo entendía a veces!
—¿Y entonces de dónde eres?
—Soy de Jalisco.
—¡Eso está lejos de aquí! —No fui capaz de ocultar mí sorpresa.
—Solo a unas cuantas horas. Ocho, para ser exactos.
Me quedé pensando en la distancia que existía entre nuestras ciudades.
—¿Quieres beber un poco de cerveza? La pedí para ti, por eso está lleno el tarro.
Su acento era un poco pronunciado, entre norteño y súper norteño. Siempre me ha parecido muy atractivo el acento de los del norte del país. ¡Como si sus palabras fuesen parte de una canción sincera! Aparte de que, la mayoría de los norteños, suelen ser muy directos y francos a la hora de hablar.
—¡Ah! Gracias. Sí, suelo beber muy poco en realidad.
Me dio el tarro de cerveza que estaba lleno.
—¡Tranquilo! Si no te la acabas, pues yo te ayudo. ¡Aquí me tienes!
—Gracias —sonreí ligeramente.
—De nada.
Atraje el tarro de cerveza a la orilla de mi lado de la mesa.
—¡Eres muy educado para ser escort! —Dijo de repente.
—¿Lo crees? —Enarqué mis cejas.
—Sí, bueno, antes había salido con uno o dos escorts en mi tierra, pero nada que ver contigo. ¡Me has impresionado en tan poco tiempo! Como que estás muy fino.
Sonreí. Te digo que los del norte siempre son más abiertos a hablar y su franqueza, no inventes, me desarmo por escuchar su franqueza. ¡Algo estaba en el ambiente!
—¿De qué parte de Jalisco eres?
—Soy de Tequila.
—He escuchado de ese lugar, vi que hay como que una zona donde la gente puede dormir, pasar el rato en barriles gigantes de tequila.
Sonrió, es obvio que cuando una persona deja su lugar de origen, la nostalgia es de lo más grande y puede llegar a ser sumamente aplastante.
—Sí, aunque en realidad esos barriles están vacíos, si estuvieran llenos de tequila la gente no podría dormir dentro. Es un lugar muy bonito. ¿Nunca has ido para allá?
—No. Solo he visto fotos en Instagram.
—Pues te diría que te llevo. Pero, ahora ando por acá. ¡Ni modo!
¿Llevarme a su tierra? Eso fue muy rápido e inesperado. Seguro era su nostalgia. ¿Debía tratar de interesarme por él y sus sentimientos? ¿Averiguar más sobre su estadía aquí?
—¿Y viniste aquí por vacasiones?
Mi pregunta hizo que su mirada se clavara en mi tarro de cerveza.
—Por servicio social. Estoy por graduarme y vine al INAOE para hacer mis prácticas. ¡Ya casi me recibo!
—¿Eres ingeniero, científico o maestro?
—Ingeniero en ciencias computacionales.
—¡Que chido! Entonces solo estas de paso por algunos meses.
—Sí, pues esa es la intención. Aunque, si soy demasiado bueno con lo que hago, me pueden ofrecer un puesto de planta en el INAOE.
—Suena bien, que genial que te den esa oportunidad. ¿La piensas aprovechar?
—Sí, ando checando la posibilidad también. La neta si extraño mi tierra y eso que solo llevo dos días por estos rumbos. Pero, igual y no me dan ganas de regresar a mi casa.
El tono de su voz irradiaba un poco de indiferencia.
—¡Oh! Pues quizá solo deberías dejar que el tiempo te haga tomar una buena decisión.
—Eso es lo que pienso hacer. Dejar que las cosas se den y darle meco pa’ no fracasar.
Asentí. Me pareció muy optimista su comentario.
—Espero que tu estadía en Puebla sea de lo más agradable y que al final puedas lograr todo lo que deseas.
Le sonreí. Jaír correspondió con otra sonrisa. ¿Que era todo esto? No con todos los clientes mi carácter era igual. En esta noche mi situación era completamente diferente a los encuentros sexuales que los hombres a veces pedían. ¡Así es! Yo era su placer nocturno, pero, esta vez fue diferente. Yo lo sentí desde el momento en que me senté frente a Jair. ¡Aquí había más que solo sexo!
—Pues solo llevo dos días aquí y me parece que es una ciudad bonita y muy diversa.
Asentí.
—Si, es un poco grande pero no tan grande como lo es Guadalajara o Ciudad de México.
—Creo que cada lugar tiene lo suyo.
Di un trago de cerveza y el sabor dulzón amargo recorrió mi garganta. Sus ojos estaban bien puestos en mi boca.
—Cuéntame sobre ti. ¡Tengo curiosidad por saber más sobre un chico tan lindo como tú!
Su petición me tomo por sorpresa. Regularmente nadie esta interesado en conocer esa parte de mí, lo que es toda mi realidad. Por qué resulta que siempre me contratan para obtener orgasmos y mi culo. ¡Esto era extraño! Pero se sentía bien.
—Pues tengo dieciocho años, actualmente no estoy estudiando la universidad, trabajo haciendo varias cosas. Una de ellas, pues es esto de ser escort y me gusta pintar. El arte me apasiona.
—¿Eres artista?
Enarcó sus cejas con un movimiento muy atractivo, me regalo una sonrisa.
—Algo así. Me gustaría serlo en un futuro.
—¿Tienes fotos de tu arte?
—Si yo...
—¿Me las enseñarías? Claro si no te molesta —parecía que le interesaba conocer mi trabajo, noté sus ansias.
—Si te las enseñaría, pero la neta es que como me vine a toda prisa se me acabo la batería, así que mi cel murió.
Mentí, no me sentía listo de compartir esa parte intima de mí con un hombre al que apenas estaba conociendo. ¡Mi arte era parte de mi intimidad! Mis pinturas eran la fragilidad de expresarme sin miedo. ¿Sentimientos crudos?
—No te preocupes, ya será en otra ocasión.
¿Habría otra ocasión entre nosotros? Sonreí para aparentar tranquilidad.
—Sí, bueno...
—¿Puedo preguntarte algo?
—Claro.
—Dices que tienes dieciocho años y deberías estar en la escuela.
—Aja.
—¿Por qué no estás en la universidad?
De pronto sentía que la plática estaba tomando un rumbo diferente a lo que yo estaba acostumbrado. Dejé escapar un suspiro.
—Pues porque a veces no todo sale como se planea.
—¿No aprobaste?
Sonreí.
—No fue eso, si aprobé. La verdad es que...
—¿Gustan algo más para botanear? —pregunto el mesero—. Esta es la carta.
Jair se me quedo mirando y se le veía muy despreocupado. ¡El mesero me había salvado de dar explicaciones!
—¿Quieres algo para cenar? —Fue atento.
—¿Tú tienes hambre? —Enarque mis cejas junto a una sonrisa suave.
—La verdad sí. ¿No se te antoja una hamburguesa?
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 31 Episodes
Comments