¿ESTÁS AQUÍ?

Abrí la puerta de mi habitación y él entró detrás de mí. Las cemitas que mamá había preparado estuvieron buenísimas y Gerardo se comió tres. ¡Es de buen apetito! Y yo había olvidado que  era de buen diente.

Dejé caer mi celular cerca de la cama (o sea, el sofá que esta pegado a lo que es mi cama), eran las cuatro de la tarde y todo parecía estar bien. Yo diría que las cosas iban hasta más que demasiado bien, todo estaba súper chido. Gerardo insistió demasiado en que quería ver mi arte y como niño chiquito con curiosidad prendida, así se puso al terminar de comer.

—¡Tu habitación está muy chida! ¿Tú mismo la hiciste?

El rostro de mi amado estaba súper embobado con mi cuarto. ¿Qué era lo que lo tenía así? Mi habitación era una combinación aesthetic-retro, las paredes eran de color blanco, escurrían algunas series de luces cerca del techo y mi cama era lo mejor; una tipo litera-armario para que así, el demás espacio lo pudiese ocupar para pintar bien a gusto. Junto a mi cama estaba un mini sofá súper cómodo y bueno, pues también gozaba de tener mi propio baño.

—Sí, yo la diseñe y poco a poco la he ido transformando. ¿Cómo ves?

—¡La neta es que te quedo muy chida!

Sonreí, mi crush me estaba halagando y eso me hacía sentir demasiado bien. ¡Si tan solo supiera la verdad! ¿Qué verdad? ¡Tú sabes a que me refiero!

—¡Gracias! Y pues mira, aquí están mis pinturas.

Le quise mostrar mi área de trabajo, era obvio que esta noche no me la pasaría pintando y que todo se trataba de un descaro mío. ¡Le había mentido! Tal vez, puede que en este momento yo parezca de lo más tímido e inocente, pero no era así. ¿Dónde había quedado mi lado caliente y lleno de lujuria? ¿En dónde estaba el chico que abría las piernas para dar placer? ¿Donde resguardaba todo el placer que mi cuerpo podía ofrecer?  ¡De día era todo lo contrario a la noche! En parte, yo era una mezcla de ternura y deseo, pero bueno, desde hace cinco meses que estoy aprendiendo a esconder, tanto mis sentimientos reales para no mostrarme débil ante mis clientes y también, ando ocultando mi empleo nocturno a mi querida familia. ¿Cinco meses? Luego te cuento más sobre mi primera vez.

Le quise mostrar mi área de trabajo, era obvio que esta noche no me la pasaría pintando. ¡Le había mentido para ocultar todo! Bueno en este punto puede que comiences a creer que soy patético y algo cobarde. ¿A dónde había quedado mi lujuria y calor? Ahora más bien parecía y tenía pinta de chico nervioso, todo inseguro en mi interior.

—A ver. Eso si me interesa.

Caminamos hacia una esquina de mi habitación, del lado derecho justo en la esquina más cercana a mi ventana, allí estaba mi corazón abierto. Un caballete que yo mismo había hecho con algunos sobrantes de madera que papá sacó de sus últimos trabajos, la mesita de trabajo llena de pinturas y oleos; un lienzo a medio terminar en el área de trabajo y muchos cuadros terminados desde hace tiempo solían estar recargados en montón, a un costado de mi ventana.

Sus ojos parecían iluminarse cada vez que miraba mis cuadros.

—Veo que has mejorado demasiado, la neta es que nunca se me ha olvidado esa agilidad que tenías de dibujar. ¿Recuerdas que una vez te pedí ayuda para poder dibujar un perico?

Enarqué una ceja, no lo recordaba. ¿De verdad había sido un perico? ¿Un perico? Lo único que vino a mi mente en ese instante fue el recuerdo de una vez en que Gerardo me pidió ayuda para dibujar los testículos del aparato reproductor masculino. ¡Estábamos en la clase de biología! ¡Obvio que no le confesaría aquel recuerdo!

—Pues la verdad no me acuerdo, fue hace mucho tiempo.  Luego, ves que todos me pedían ayuda con sus dibujos.

Sonrió de forma curiosa.

—Bueno, no importa. Yo no lo he olvidado y eso es lo que a mí me importa.

¿Importa? ¿Qué cosa importaba? ¿Yo le importaba? Una chispa de ilusión me hizo sonreír como bobo. ¿Importa? ¿Le importaba tener recuerdos de mí? ¡No lo podía creer!  Necesitaba averiguar más.

—¿Qué es lo que importa?

De pronto todo esto me parecía como algo sumamente absurdo, un cliché que solamente estaba sucediendo en mi imaginación y que constantemente había visualizado en mi mente años atrás. ¿Mi crush frente a mí? ¿En mi habitación? ¿De verdad estaba sucediendo esto? Sin esperar su respuesta mi acción fue repentina y casual, así tal cual lo es el enamoramiento.

Me acerqué a él y sin pedirle permiso le toqué la mejilla como si fuera una necesidad sentirlo. ¡Ahora era mi turno de hacerlo tambalear! Hice que mi lado candente saliera a flote muy poco.

—Tú...

Parecía titubeante ante mi tacto, como si mis dedos fuesen ágiles y poderosos en su piel. Tracé un camino desde su pómulo hasta la barbilla y la picazón ocasionada por sus vellos me hizo sentir bastante bien. Tocar a mi crush de esta forma hizo que una parte se calentara en mi interior.

Durante cinco meses había estado tocando pieles de hombres desconocidos, mi agilidad tocando, era increíble. ¿Esto era oficial?

—¿De verdad estas aquí?

Tocarlo me hizo suspirar interiormente, como si todas mis emociones se hubiesen alborotado. Sus labios se curvaron en una estúpida sonrisa totalmente hermosa.

—¿Te sorprende que este aquí? —Gerardo parecía dominar sus emociones de forma perfecta, mi tacto no pareció tambalearlo tanto como yo esperaba.

—Sí. La neta sí. ¡Pero bueno! Esta chido que estés de regreso, aunque se me hace un poco increíble que me hayas reconocido después de mucho tiempo sin vernos.

Me encogí de hombros.

—¿Tú crees?

—Sí, es que por ejemplo, muchos de nuestra generación han cambiado bastante y ahora ni siquiera te voltean a mirar cuando andas en la calle.

—¿Apoco te han hecho eso?

—Sí, varias veces. Entonces por eso como que aún no me lo creo que estés aquí, conmigo en mi habitación.

Sus cejas se enarcaron de forma curiosa, las pupilas le brillaban mientras me miraba.

—Pues mira, yo no soy como ellos. Yo aún me acuerdo de ti. El que haya ido a los Estados Unidos no significa que ahora estoy tocado por Dios. Yo sigo siendo el mismo Gerardo de la primaria, solo que más alto y musculoso. ¡Pero sigo siendo el mismo!

No pude evitar reírme por la forma en que estaba hablando de si mismo.

—Por supuesto. Y qué bueno que estas de regreso. ¡Tu madre te extrañaba mucho! Algunas veces le hemos llevado pays y siempre habla de ti.

—¡Mi madre me quiere mucho!

¡Y yo también! ¡No tienes ni idea de lo mucho que me gustas! Se me prendió el fuego.

—Una madre siempre va a hacer todo lo posible por querer a sus hijos.

Asintió. De pronto nos quedamos mirando en silencio, solo nos bastaba con poder contemplarnos de forma inocente. ¿Inocente?

—¿Qué fue lo que le paso a tu padre exactamente?

Su pregunta me hizo sentir de forma nostálgica. Dejé de pensar en todas esas cursilerías que mi pensamiento fabricaba de nosotros dos. ¡Ojalá mis alas me hicieran alejarme de todo lo malo que pasamos aquí en casa! Luego me acuerdo que estaría siendo un completo cobarde al rendirme de esa forma tan cruel.

—Tuvo una meningitis a principios de este año. La neta casi se nos muere, pero su tratamiento le ha ayudado a mejorarse. Ahora está estable, está en recuperación con su tratamiento y bueno, la verdad es que nuestra vida ha cambiado mucho por todo esto.

—¿Tiene cura su problema?

—Al parecer sí y no. Bueno, tú sabes que esto de las enfermedades es totalmente incierto. Ahora mismo solo puedo decirte que todo mi trabajo es para poder pagar sus tratamientos y estudios médicos que necesita. ¡Yo tengo la esperanza de que pueda mejorarse! Y entré nosotros andamos echándonos la mano para darle lo mejor que podamos y ver si se recupera en el futuro.

La forma en que me miraba, me hizo sentir un poco sensible. ¡Me obligué a aclarar todo!

—Yo, también espero que las cosas puedan mejorar. Neta que no sabía nada de lo que estaban pasando, pero por lo que me dices y veo, han sabido ser fuertes. Si hay algo que yo pueda hacer no dudes en pedirme ayuda. ¡Sabes que un día yo prometí que cuidaría de ti!

¿Neta dijo eso? Todos los días mi mente dedicaba segundos a pensar en lo que un día me dijo en el salón de clases. ¿Se acordaba de aquella promesa?

—Yo, bueno...

Mi celular empezó a vibrar con el tono de llamada. La pantalla se encendió y el nombre que aparecía me hizo sorprender demasiado.

Romántico Empedernido está llamando...

Dude en responder, Gerardo me estaba mirando con atención y justo en este momento, me sentía entre la espada y la pared. Estaba entre mi lado tierno e inocente; y también estaba entre mi lado de lujuria y fuego. ¿Por qué justo ahora?

No podía rechazar a mi cliente.

—¿Hola? —Respondí.

Se escuchaba un poco de música y escándalo del otro lado de la bocina.

—¿Ángel dieciocho? —El tono de su voz me pareció elegante, fuerte, con un toque grueso y del norte, era un tanto seductor.

—¡Sí, él habla!

—Yo te marqué por accidente, estaba checado la ubicación y sin querer pulse el botón para llamarte. Justo cuando iba a colgar respondiste. ¡Qué rápido!

Los datos de contacto estaban a disposición en la aplicación de acompañantes. Sonreí como estúpido.

—¡Ah! Entiendo. ¿Entonces...?

—La verdad te estoy mintiendo, te marque porque ya estoy aquí en el bar que me dijiste.

—¡¿Que?! Tú eres el rápido.

Realmente me hizo sorprenderme porque faltaban tres horas para vernos.

—¡Sí! Lo sé, es mucho tiempo antes de lo que habíamos acordado.

—Si bueno, yo ahora mismo...

—¿Podrías venir? No importa si no puedes ahora mismo, es solo que pedí algo de botana y no me gusta estar solo.

Frente a mí estaba mi querido crush y a mi oído derecho estaba la voz de mi fuente de empleo. ¿Por que justo en este momento las cosas me aplastaron hasta hacerme sentir inseguro?

Gerardo se sentó en el sofá de mi cama, le regale una sonrisa.

—Yo estoy ocupado, quizá pueda en una hora.

—¡Sin problema! Aquí te espero.

—Bueno, entonces. ¡Nos vemos!

Colgó la llamada. ¡De verdad! ¿Pues que clase de persona era Romántico Empedernido? Dejé escapar un suspiro.

—¿Todo bien? —Preguntó Gerardo.

Alcé la vista y lo encontré mirándome fijamente.

—Sí, todo esta bien. Solo que surgió algo y...

—¿Es hora de que me vaya? —El tono de su pregunta me hizo doler, a mi corazón le desagrado tanto esa idea pero era algo necesario.

—Esté...

Sonrió. Yo no sabía que escusa debía usar para echarlo de mi casa.

—¡Yo entiendo! Seguro surgió algo importante. ¡No te preocupes por mí!

Metió su mano en su bolsillo y saco sus llaves del auto, del llavero comenzó a desprender algo que parecía ser un llavero en forma de brocha y pincel.

—Esto es para ti. Lo había comprado hace tres años cuando estaba por irme a los Estados Unidos y bueno, en ese tiempo ya no pude dártelo por equis razón. ¡Ahora por fin te lo estoy obsequiando! Siempre solía cargar con el.

Su mano se extendió hacia mí y a toda velocidad lo tomé con mi mano derecha. ¡Era un llavero un tanto curioso!

—¡Gracias por el detalle!

—No agradezcas, no tienes porque darme las gracias. ¡Ya me voy! Espero verte mañana, lo bueno que ahora ya tengo tu número de WhatsApp. Nos ponemos de acuerdo.

Qué bueno que hace rato, mientras él conducía de regreso a mi casa, me pidió que añadiera mi número en su celular.

—Sí, espero verte pronto. Me ha dado gusto volver a verte.

—El gusto siempre es mío.

—¡Vale! Te acompaño hasta la entrada.

...***...

Eran las cinco y pico , casi las seis de la tarde tarde cuando llegué al bar. Me escabullí sin problema de mi casa. La música sonaba a volumen alto y había varias mesas ocupadas. Al ingresar no hubo necesidad de enseñarle mi identificación al cadenero. Vi a Jared atendiendo en la barra de bebidas, me saludo con un movimiento de cejas ya que el cubrebocas no le permitía sonreírme ampliamente.

—¿Cómo estás? —Preguntó él.

—¡Muy bien! Ya sabes, en busca del pan de cada día. ¿Y tú, cómo estás?

—He tenido días mejores.

Asentí. Jared era el barman de este lugar.

—¡Ni modo! No hay de otra que seguir chambeando. Te veo en un rato, voy con un cliente.

La curiosidad se irradio en su mirado.

—¿Sabes quién es?

Le enseñé la fotografía del perfil de Romántico Empedernido, pasaron segundos para que Jared me diera la ubicación de su mesa.

—Es ese hombre que esta allí, lleva como dos horas sentado a solas. ¡No imagine que tú fueras su cita!

Sonreí detrás de mi mascarilla. ¡Yo tampoco lo había imaginado!

—Sí, ya se. Habíamos acordado a las siete de la noche pero él se adelanto. Ya no lo hare esperar más. Iré a verlo.

—Sí, adelante. Por cualquier cosa, solo me haces la señal.

Asentí.

Me alejé de la barra en busca de Romántico Empedernido, la cantidad de personas aquí era impresionante pues era fin de semana. Él estaba sentado de espaldas, llevaba puesta una camisa de cuadros y su cabello quebrado lucia bastante bien; parecía que estaba bebiendo un poco de cerveza.

Yo no tenía nervios y mi corazón latía a su ritmo normal. ¡Aquí estaba de nuevo para ser el placer de la tarde! Aquí no me sentía como el chico tímido e inocente.

Me detuve justo a un lado de él.

—¡Hola! —Mi voz hizo que se girara a mirarme.

Sonrió al verme. Yo me sentí un poco impactado por su semblante. No parecía ser de esos tipos con los que había estado en  todo este tiempo.

—¡Me da gusto verte!

¡Él inspiraba confianza!

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play