Rose, había nacido para ese nombre, creo que sus padres no pudieron darle un nombre más acorde a su personalidad era como una rosa salvaje, una hermosa flor que florece rodeada de espinas y nadie puede verla porque se encuentra escondida entre las espinas que había colocado a su alrededor, y si de casualidad alguien podía notar a la pequeña flor y quería acercarse las espinas no lo permitían, pero solo en eso se parecía a las rosas, tenía el Pelo negro, tan negro como la noche, era alta entre las damas, pero no más que el promedio y tenía unos ojos negros y una mirada sincera que intimidaba a sus oponentes casi siempre, a primera vista siempre parecía seria pero una vez entablabas una conversación con ella era risueña y su mirada cambiaba a una más suave, lamentablemente, durante mucho tiempo, nadie se dio el trabajo de descubrir a la risueña señorita que habitaba bajo la dama de postura seria, ella era consciente y se sabía responsable de gran parte de eso, no era una persona difícil de tratar la mayoría del tiempo. Rose era huérfana, no recordaba la última vez que había visto a su madre y solo había crecido al cuidado de su padre, él era un buen hombre y siempre puso como prioridad la educación de su hija, no se casó por el temor de que su nueva esposa la intimidara, Rose jamás fue una niña sociable, pero era dedicada, y paso la mayor parte de su vida tratando de complacer y llenar las expectativas de su padre. Su padre no conocía la educación que debían recibir las damas y le dio a Rose la educación que se les da los niños que heredaran la posición de su padre ya que era el único tipo de educación que conocía y había recibido, habría sido muy probable que no asistiera jamás a la escuela de señoritas si no habría sido por su tía Sofi. Fue cuando Rose tenía 9 años la hermana de su padre que vivía en otro país vino de visita por un mes y cuando la vio por primera vez soltó un grito horrorizada y dijo – ese vestido es horroroso ¿cómo puedes vivir así? Niña, ni las mucamas se visten tan mal- Rose también lo había pensado muchas veces cuando era pequeña pero ya se había acostumbrado a los gustos minimalistas de su padre en vestidos, el padre salió con una sonrisa de su oficina,- Sofí ha sido un tiempo, - si lo he notado, la última vez que nos vimos la niña vestía como una niña, no como una mucama, -¿qué tiene de malo el vestido que lleva? es una tela fina, de la mejor calidad y es un diseño sencillo y limpio, - el color es terrible y ¿dónde quedaron los adornos? ¡¿los encajes?! – Sofi, es suficiente, a Rose le encantan sus vestidos, no quiero oír más quejas – dudo mucho que Rose opine lo mismo. Sofi se quedó todo el verano, y fue ese verano cuando Rose se convirtió en una dama y empezó a asistir a la academia de Señoritas, paso noches enteras soñando con ella convirtiéndose en una señorita, y asistiendo a muchas fiestas de té en el jardín, o sonrojándose ante los piropos de los caballeros, pero el primer día en el que asistiría a la academia, se miró al espejo con un vestido rosa de mangas cortas que había elegido junto a su tía Sofi, con ese vestido por primera vez en su vida se había visto hermosa y se lo había probado todos los día antes de ir a la academia, y ahora, frente al espejo no era suficiente, si usaba ese vestido solo sería la burla de las jóvenes, entonces decidió cambiarse por uno que no llamara la atención, un vestido color tierra, sencillo, de mangas largas y sin encajes, se recogió el pelo y empezó su vida en como una dama. Lamentablemente la ilusión le duro poco, las jóvenes no la notaron como era su objetivo, sin embargo Rose tenía una personalidad especial, estaba acostumbrada a que le mencionaran de forma directa sus defectos, todo con el propósito de alcanzar la perfección y eliminar conductas que la alejen de ella, ella sabía que esto lo hacían con el propósito que sea mejor día a día, de allí su costumbre de decir de forma directa si algo le molestaba o si tenía una opinión, hasta ahora no había sido un inconveniente, su círculo social se reducía a su padre y sus maestros, hasta ahora nadie nunca le había dicho que este podría ser un hábito desagradable para las personas, no a todos les gustaba escuchar sus defectos, cuando desde su punto de vista, le hizo un comentario de cómo podría mejor su bordado a la señorita Cristine Bale, ya que había notado una cantidad exagerada de puntos torcidos, la reacción de la señorita fue totalmente inesperada, al principio se puso colorada y después se puso a llorar, Rous no era tonta sin embargo no le atribuyo el llanto de Cristine a su comentario, sino a la hecho de enterarse que no era buena bordando, muy a pesar de lo que pensara Rouse el hecho de que había hecho llora, el primer día, a otra señorita, la puso en la vista de todas las damas, las miradas que le dirigían era de total desprecio, algo dentro de Rose murió ese día, cuando regreso a casa quiso comentarlo con su padre, pero dudo cuando le escucho decir, mi querida Rose ya te diste cuenta que es inútil asistir a la academia de señoritas, tu naciste para más que ser una esposa o una dama dedicada al cotilleo, Rose que aun quería llegar a ser una dama le respondió, querido padre de hecho fue fructífero aprendí muchas cosas, su padre le acaricio la cabeza y le dijo: me alegra que te haya ido bien hija. Rose reprimió sus lágrimas hasta la noche donde su padre no pudiera escucharla o verla llorar. Su vida en la academia fue dura, muy dura y solitaria, había decidido seguir su convicción y la escena del primer día se repitió pero tenía un objetivo y los comentarios de los demás, sus miradas, y desprecio ya no le hacían nada, hasta que conoció a Caroline, o más bien se hizo amiga de ella, cuando Rose cuenta la historia siempre dice que Caroline era una persona difícil de ignorar: La primera vez que la conocí era más pequeña que yo y no hablaba mucho, sin embargo siempre daba su opinión decididamente, era torpe y para nada seguía los modales de las señoritas, sin embargo su caminar era elegante y era la mejor es matemáticas y en los cursos de economía doméstica y contabilidad, pero siempre olvidaba su bordado definitivamente no seríamos amigas, solía pensar. Siempre creí que era mi deber como compañero y ciudadana hacer notar sus errores a los demás para que tengan la oportunidad de corregirlos y mejorar, pero los demás no compartían mi visión, no me importaba, el propósito era que lo noten y casi siempre funcionaba. Yo era feliz de esa forma, hasta que un día en mi cesto de bordado encontré una nota escrita con bella caligrafía reconocí de quien era porque la había puesto como modelo a seguir, lady Maril hace unos días le había dicho que cuando levantaba su vestido mostraba sus tobillos, no era propio de una dama, debía practicar o sería deshonra por cualquier caballero. La nota decía ven a verme en el Jardín de la academia, allí no sólo estaba ella habían muchas señoritas, me rodearon, no recuerdo bien que pasó, el sentimiento del primer día regreso a mí, en ese momento lo único que tenía, lo único que le quedaba y con lo que quería morir intacto era mi dignidad, y como ese día con mi padre me trague mis lágrimas, esta vez también me las tragaría, ellas querían humillarme y si no lloraba, si no perdía los estribos, la calma, ellas solo quedarían como tontas que intentaban quebrantar un muro inquebrantable, ignoro totalmente la mirada que tenía en ese momento, en mi mente mantenía una mirada estoica, Caroline suele decirme que tenía ojos de cachorro abandonado, mi único propósito era no llorar, cuando de pronto Caroline se acercó y les dijo que llamarla a Madame Loisa si no se iban, en ese momento note que ella era muy alta y esbelta, me tendió su mano y desde ese día disfrute de su compañía.
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