Capítulo IV.

Iraida:

Bueno, somos novios formalmente, mi madre aceptó la relación, claro, le hizo las respectivas recomendaciones, que me hacen sentir mal, si ella supiera no estuviera tratando de cuidar a su hija pura y virginal. Pero bueno, como dicen "el que no sabe, es como el que no ve". Ya son muchos los meses qué mantengo relaciones con Raúl.

En el liceo corrió la noticia como pólvora, para algunos estaba muy bien, pero para algunas chicas yo no era la mujer adecuada para semejante papacito. Pero igual, al que no le gustaba que viera que hace.

Siempre había muchas chicas que se le insinuaban, y ahora lo hacían a propósito, a sabiendas que yo estaba cerca. Eso me causaba ataques de celos, y le peleaba constantemente, que el fuese tan agradable con todas esas chicas.

En parte me alegraba que ya estaba por terminar el año escolar, pero me preocupaba que ahora comenzaría la universidad y allí sí es verdad que hay chicas bien, pero bien osadas, y yo no estaré allí para estar viendo lo que hace o lo que deja de hacer esa situación Me tenía enferma.

Ya he conocido a sus hermanos a su mamá y a su abuela, me ha presentado como su novia y hasta invitó a mi mamá para que también se conocieran.

O sea, que cada día la relación se va haciendo más formal, pero yo no podía evitar los constantes celos, que traía como consecuencia que siempre estuviese peleada con él.

Ya estaré dentro de poco en 4to año de bachillerato, desde ya se que estudiaré Auditoría. Ésa carrera siempre me ha llamado la atención... La señora Yolanda, madre de Raúl es licenciada en finanzas, y cuando le dije lo que que quiero estudiar me felicito y le pareció muy bien.

Un día ella estuvo conversando conmigo, y al igual que mi mamá está muy preocupada por nosotros. Hasta me dijo que mi madre siendo enfermera, debería buscarme un método anticonceptivo.

—No señora Yolanda, como cree que mi mamá haría eso. Ella es muy moralista, a pesar de ser tan joven, pero claro, su educación la recibió a través de las monjas, y debe imaginar cómo son las cosas con ella. De hecho no la culpo.

—Mira, yo sé lo que tengo. Estoy Clara con mi hijo qué con diecisiete años sus hormonas están revolucionadas totalmente, lo mismo que debe de pasar contigo. Entonces, si tu mamá no toma medidas en ésto, yo sí te voy a llevar al ginecólogo y obviamente lo haremos a espaldas de tu mami, pero ustedes no van a malograr sus estudios por un embarazo no planificado.

—Asi que pediré cita.

Bueno, pasan los días, las semanas, los meses y los años....

Año 1996.

Raúl y yo vivimos en pareja desde hace siete años. Cuando cumplí los dieciocho decidí irme a vivir con él y formar el hogar qué tanto anhelo.

Más adelante cuando tengamos hijos, a lo mejor nos casaremos. Pero por ahora estamos muy bien así.

Ya tengo veinticuatro añitos, desde hace dos trabajo como Auditor en una empresa privada.

El tiempo ha transcurrido, y hasta ahora nuestro amor se ha fortalecido a lo largo de ésta década. Por supuesto, es una relación en la que hemos pasado por situaciones de todo índole, pero se han superando los inconvenientes, y seguimos cada día más enamorados.

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