SOBRE LA MOTOCICLETA
Los problemas económicos normalmente afectan a todo el mundo, pero hace unos meses yo era de aquellos a los que no les afectaban para nada, mi Padre tenía un negocio lo suficientemente bueno como para satisfacer cada necesidad, capricho o deseo que tuviéramos yo o mi hermano mayor, pero ahora nuestra realidad es muy distinta. Papá hizo un muy mal negocio, el cual nos dejó sin nada en los bolsillos, perdimos la casa, el auto de Papá y el de mi hermano, entre muchas cosas más, las cuales desaparecieron para intentar saldar la deuda con el banco.
Después de un tiempo Papá encontró un trabajo (no tan bueno como el anterior) en el cual le ofrecían un lugar donde quedarse mientras descansaba, el problema, es que ni yo ni mi hermano Peter podíamos quedarnos con él, y Papá buscó trabajo por todos los lugares posibles, rechazar aquel empleo no era una opción.
Ese problema es justo el que estoy enfrentando es este momento, mientras Papá conduce el auto (prestado por un amigo) y mi hermano no deja de expresar furia y enfado en su rostro, yo solo dejo que mis pensamientos me llenen la mente y me alejen de todos estos problemas.
Los árboles que logro ver por la ventana de mi asiento me hacen expresar una muy débil pero cómoda sonrisa, mis ojos brillan al ver tanta naturaleza junta, de la gran ciudad a la vieja casa de mis abuelos hay una muy estrecha diferencia.
Mi Madre murió cuando yo tenía apenas unos 3 años, Peter tenía 4 pero tiene los mismos borrosos y escasos recuerdos de ella, una enfermedad se la llevó sin que yo pudiera conocerla, sería lindo haber crecido con ella, decirle mis problemas o dudas, que me ayudara con la tarea o me aconsejara la primera vez que me enamorara, pero eso jamás va a suceder, lo único que queda de ella son un par de fotos, algo de ropa y obviamente, su esencia en la casa en la que ella vivió durante casi toda su infancia. Es allí a donde Papá me lleva a mí y a Peter justo ahora, ninguna institución puede saber que él dejará a dos menores de edad viviendo solos, pero solo serán por dos meses mínimo, ya que Peter está a esa cantidad de días para cumplir los 18 años, y ante la ley se podría decir que hay un adulto en casa.
Papá no tiene otra opción que dejarnos solos, aún que realmente no le veo que esté muy afectado con aquello, no dudó ningún momento en escoger esta opción y aún más, creo que se siente aliviado de librarse de nosotros por al menos un par de meses.
– ¿Es mucho lo que falta? Ya estoy harto de estar sentado – Dejo mis pensamientos a un lado, y escucho la voz frustrada de Peter, comienzo a creer que desde que comenzaron a aparecer las casas algo viejas, su enfado aumentó de nivel.
– Ya casi – Le responde Papá, luego ambos se quedan en silencio y no dicen nada más, yo cierro mis ojos ya que comienzo a sentirme mareado por estar tanto tiempo viajando, unos diez minutos después Papá detiene el auto y nos indica que hemos llegado a nuestra nueva (vieja) casa.
Levanto la mirada para ver el lugar, el cual no está para nada mal, la casa no es pequeña pero tampoco es tan grande, es de ladrillos color rojo algo gastados por el tiempo, tiene un segundo piso pero solo hay una habitación allí, hay unos cuatro escalones en la entrada y toda el area está rodeada de árboles gigantescos. Me bajo del auto mientras Peter y Papá continúan peleando, pero al igual que yo, él tiene que quedarse en esta casa aun cuando no le agrade para nada este lugar.
Saco mi bolso con mi ropa del maletero, lo ubico en mi hombro mientras tomo mi mochila que tiene algunas de mis cosas que logré salvar, levanto mi mirada para despedirme de Papá, pero él ni siquiera nota mi presencia.
– ¡Papá, adiós! – le grito, él asiente rápidamente y luego vuelve a insistir en aquella pelea boba con Peter, rodeo la mirada frustrado y camino hacia dentro de la casa.
Todo está relativamente limpio ya que mi Padre vino hace un par de días a limpiar todo, admiro el amplio comedor y la cocina, todos los muebles y artefactos son algo viejos pero se ven tan cuidados que no parecen estar dañados. Mis ojos se encuentran con la escalera que va hasta el segundo piso de la casa, al mismo tiempo escucho como suena el motor del auto que conducía Papá, al parecer ya se ha marchado.
Camino hasta la escalera y recuerdo que la habitación que Mamá usaba era justo la que está arriba, comienzo a subir pero Peter me hace sobresaltar cuando aparece a mi lado de forma sorpresiva.
– Lo siento, pero la habitación de arriba es mía – dice con algo de sarcasmo y pesadez en su tono de voz, veo como su corta cabellera desaparece al momento que él sigue subiendo las escaleras y cierra la puerta del cuarto.
– De acuerdo – susurro cuando estoy a solas en la mitad de las escaleras. Camino hacia abajo y me voy hasta el cuarto que está al final de la casa, supongo que me quedaré con la habitación de mis abuelos. Dejo mis cosas caer en el suelo y me lanzo de espaldas a la cama.
La habitación es de un color café bastante oscuro, solo hay una cama, un closet escondido en la pared y un velador el cual no tiene nada adentro, supongo que mis abuelos antes de irse a vivir a la ciudad hace cinco años se llevaron todo lo que quedaba aquí. También tiene una ventana con un marco color blanco, la cual da directamente con el jardín.
Mientras pasa el día, trato de acostumbrarme a la casa, principalmente a mi cuarto y a la cocina, pero cuando llega la hora de dormir, agradezco que aún tengo mis luces de colores que logré sacar de mi cuarto anterior ya que no encuentro ninguna lámpara por ningún lugar. Mis luces son 20 estrellas de más o menos 5 centímetros de largo y ancho, funcionan con baterías y cuando las enciendo iluminan el cuarto, aquello me agrada ya que me da la sensación de que estoy en casa.
Busco mi teléfono el cual no he usado en todo el día, agrego alarma ya que debo levantarme temprano mañana para ir al Colegio, estoy en penúltimo año y mi hermano en último. Escojo cualquier sonido para la alarma y dejo que las frazadas de la cama me abrasen para descansar, duermo de forma tan cómoda, que no me doy ni cuenta cuando mi móvil comienza a sonar indicándome que ya es hora de levantarme.
Me doy un rápida ducha y busco ropa dentro de mi bolso, me visto como siempre lo hago, un jeans casual y como veo que hace algo de frío, me pongo una remera manga larga y un chaleco color azul claro. Dejo caer un gorro de lana en mi cabeza y salgo para ver si Peter está listo para irse, pero cuando me doy cuenta de que no está en ningún lugar, llego a la conclusión de que se ha ido sin mí, aquello no me sorprende, en el antiguo Colegio el hacía lo mismo, pero ahora que era el primer día de clases para ambos pensé que algo sería diferente, supongo que me he equivocado, todo será completamente igual, solo que ahora estoy mucho más solo que antes.
Cierro con llave la casa y comienzo a caminar hacia el Colegio, recuerdo que Papá lo señaló mientras viajábamos así que creo recordar en donde quedaba, doy pasos lentos ya que no estoy atrasado, respiro aire fresco y veo como algunas hojas de los árboles caen despreocupadamente hacia el suelo, aquello me distrae pero pasa a segundo plano casi de forma inmediata cuando un chico en motocicleta pasa por mi lado a toda velocidad, una mancha negra que viene de la motocicleta y su chaqueta se hace pequeña cuando él desaparece, yo continúo caminando hasta que finalmente logro llegar al Colegio. Supongo que el no haberme perdido es un nuevo logro.
Camino por los pasillos mientras veo el mismo ambiente que veía en mi antiguo Colegio: chicos pegados a su teléfono, algunos charlando y riendo a todo pulmón. Casi lo mismo que siempre se ve en todos los Colegios del mundo, yo soy de aquellos que caminan de forma solitaria y que pasan desapercibidos por todos.
Busco con la mirada mi salón, recuerdo haber visto la información esta mañana y estoy casi seguro de que me toca clases en el aula 22, espero no equivocarme.
Lo primero que veo al entrar son unos 4 o 5 chicos sentados y esperando que la clase comience, la profesa está sentada en su escritorio bebiendo té en una tasa y mirando su computadora portátil, me acerco a ella para preguntarle si estoy en su clase, a lo cual ella me responde de forma positiva y me sonríe con amabilidad mientras me indica una silla vacía al final del salón en la que puedo sentarme. Me quedo allí a solas, y así transcurre casi toda la semana. Me voy al Colegio y pasó casi todo el día allí hasta que llega la tarde y camino de regreso a casa, todo eso lo hago de forma solitaria.
Cuando es jueves por la noche y casi no me queda dinero, pienso que los diez dólares que Papá me envía a la semana no me alcanzan para casi nada, ni tampoco a Franco, y aun que para él no es una opción, yo decido trabajar.
Y justo tengo algo de suerte el viernes por la mañana, en el mural del Colegio donde ponen anuncios y esas cosas, hay una lista con varios lugares en los que puedo trabajar siendo menor de edad pero teniendo la autorización de mi Padre.
Miro la lista. ¿Limpiar baños? No gracias, ¿Cuidar perros? Aquello creo que funcionaría, pero no es mucho el dinero que pagan, ¡Tal vez cuidar bebes!... Oh, acabo de notar que solo permiten que chicas trabajen en aquello, entonces... solo me queda trabajar en un restaurant de comida rápida en el centro de la ciudad, creo que aquello podría servir.
Voy a la oficina principal del Colegio y les pido la hoja que necesita firmar Papá, la secretaria me la imprime y me la entrega junto con la información de a donde debo ir y con quien tengo que hablar. Salgo del Colegio y camino hasta el centro de la ciudad, cuando llego empujo la puerta del lugar y una pequeña campana color amarillo suelta un sonido cuando entro, veo que el lugar está rodeado de personas esperando su comida o algunas salen por mi lado y en sus manos llevan bolsas de color amarillo.
Me acerco a uno de los chicos que atiende el lugar y le pregunto por alguien a quien estoy buscando, él me responde de forma muy rápida que puedo encontrar a quien busco justo al final del lugar. Asiento de forma de agradecimiento y busco al tal Scott, que es quien recibe a los chicos nuevos que quieren trabajar, o al menos eso es lo que me dijo la secretaria del Colegio.
Encuentro a un hombre algo maduro, de unos 30 o 35 años, de piel bronceada y con anteojos color negro, creo que es él.
– Hey, ¿Usted es Scott? – pregunto para asegurarme, el hombre levanta la mirada y asiente.
– Sí, soy yo – Responde – ¿Qué necesitas?
– Sabe, estoy buscando empleo y en mi Colegio estaba el anuncio de que tienen convenios con este lugar, y aquí estoy – Suelto nervioso.
– Pues verás, creo que ya he contratado a bastantes chicos y estoy lo suficientemente lleno de empleados para cubrir lo que se necesita hacer.
– ¿De verdad? – pregunto sorprendido, mientras que rodeo la mirada para ver como el lugar se sigue llenando de personas y el pobre chico que hablé hace un rato está exhausto.
– Bien – responde él resignado – Pero necesito el permiso de uno de tus Padres.
– Oh aquí lo tengo – saco de mi mochila mi carpeta y le entrego el documento que me ha pedido, él me lo recibe y lo mira de forma dudosa, solo espero que no sospeche que la firma en realidad no es de mi Padre si no mía.
– Creo que está todo bien – sonrío aliviado cuando escucho aquello – Vas a trabajar lunes, miércoles y viernes, dime ¿Sales del Colegio a las 6:00 pm, cierto? – Yo asiento como respuesta – Bien, tú turno será de 6:20 pm hasta las 12:00 de la noche, ¿Está bien así?
– Claro, no hay problema – De todos modos casi siempre me duermo a las 1 de la mañana, será como trabajar mientras duermo... creo.
– Solo para que estés preparado, ve hasta adentro y busca a Lidya, es de cabello castaño y creo que hoy va vestida con una remera color pastel. Pídele que te enseñe lo necesario – Vuelvo a asentir y luego Scott solo sonríe y me dice que el lunes cuando aparezca para trabajar, tendré que firmar el contrato y todo eso.
Yo con mucha desconfianza en mí mismo, comienzo a buscar a la chica que Scott me ha nombrado, los chicos que atienen el mesón están tan distraídos que no se percatan que he entrado a la cocina, solo espero que no crean que estoy robando o algo así.
Unos tres chicos pasan por mi lado, vestidos con un delantal color rojo que llevan puesto en la cintura y cae hasta un poco más arriba de la altura que tienen las rodillas. En la freidora de patatas hay una chica de cabello castaño y con una remera del color que Scotty señaló, decidido camino hasta ella y la saludo.
– Hey hola, ¿Eres Lidya? – ella levanta la mirada.
– Si, ¿Tú eres? – cuando la veo con claridad, noto que a la chica la conozco de algún lugar, es algo sumamente obvio que la he visto en el Colegio, pero... creo que es de mi salón, aunque no estoy seguro.
– Soy Derek– respondo – Scott me dijo que te buscara porque me podrías enseñar las cosas del lugar y todo eso.
– Oh ¿Eres nuevo?
– Pues, sí. Aunque mi turno comienza el lunes que viene.
– Bien, te enseñaré un par de cosas entonces – ella deja la freidora encendida y me pide que la siga.
– Espera, ¿No estás ocupada? – pregunto, mirando como el aceite hierve en la freidora. Lidya se acerca a mí y me sonríe con maldad mientras susurra.
– En realidad estaba allí parada sin hacer nada, solo fingía que estaba friendo patatas, pero no se lo digas a nadie – Suelto una sonrisa cuando ella me confiesa aquello, ella solo me la regresa y comienza a enseñarme el lugar, me muestra cómo funcionan las freidoras, los dispensadores de bebidas y la máquina para hacer helados, luego comienza a señalarme a cada uno de los chicos que trabajan allí.
Caminamos por el lugar y a cada rostro, Lidya se encarga de darle un nombre, desde los helados aparece un chico al cual ella llama como Jackson, ese es su amigo del Colegio, luego de señalarme a casi todo el mundo, un chico aparece desde la bodega, yo me giro con rapidez y el pasa por mi lado, Lidya le toma el brazo y lo gira hacia ella para saludar.
– Derek él es Miguel Aristizábal, el último chico que me faltaba por presentarte – Aquel chico junta su mirada con la mía y me quedo embobado mirando sus ojos, el de la izquierda es de color café, pero el de la derecha es de color verde claro, sé que una persona en un millón tienen los ojos de distintos colores como él, pero aun así me obligo a despertar de mi trance para poder parecer normal.
¿Qué tal? – dice él con una voz algo fría.
–Miguel él es Derek, comienza a trabajar aquí el lunes – señala Lidya.
– Genial por él – dice de forma seca – Lidya ya debo irme, ¿Te encargas tú de la bodega? No terminé de ordenar las cajas con vasos.
– Claro – responde ella, después de eso el chico pasa por su lado y camina hasta la salida del restaurant, Lidya se gira hasta mí y hace una mueca con su rostro – Miguel es algo, pesado, pero es así con todo el mundo, no te sientas mal.
– No te preocupes – le respondo, estoy normalmente acostumbrado a que personas pesadas me rodeen así que no es algo nuevo para mí – Todo está bien.
Lidya se despide de mí y me dice que ella tiene el mismo turno que el mío, así que puedo buscarla el lunes y trabajaremos juntos hasta que me sienta a gusto, le agradezco y ella finalmente desaparece y camina hacia el lugar que creo es la bodega.
Camino entre medio de muchas personas, salgo del restaurant y miro la hora en mi teléfono, como ya son casi las 7:40 pm, no tengo ganas de cocinar nada para comer, pero tampoco quiero alguna fritura ya que el olor del restaurant me ha llenado aun cuando no he comido nada desde el almuerzo, decido que solo compraré una leche de chocolate, un par de galletas y luego me iré a casa.
Me alejo del restaurant mientras camino en busca de un supermercado, casi a 10 cuadras encuentro uno algo pequeño, entro y paso al pasillo de las leches y jugos, comienzo a buscar lo que necesito, entonces algo raro comienza a suceder, un par de personas comienzan a gritar un par de palabras y yo solo trato de ver que es lo que sucede, siempre y cuando no llame mucho la atención.
Me sobresalto cuando veo que unos chicos vestidos de negro están robando el lugar, llevan mascara en la cabeza y solo se les pueden ver los ojos, yo camino hasta la parte de atrás del supermercado para alejarme de aquella escena, pero al parecer los ladrones no están satisfechos con robar dinero a las cajeras, comienzan a sacar cosas de los pasillos, cuando creo que tendré suerte y ruego que no vengan al pasillo en el que estoy, me doy cuenta que me encuentro en el de alcohol y frituras. El pasillo más importante de todos.
Camino en dirección al pasillo de bebés, dudo que alguien vaya a robar pañales o toallitas húmedas, pero choco con uno de los asaltantes antes de salir del pasillo de alcohol, mentalmente comienzo a despedirme de mi billetera y de mí teléfono, pero mis pensamientos se quedan en blanco cuando logro ver que los ojos del chico son los mismos que vi hace un rato. El izquierdo es de color café y el derecho es de color verde claro, aquello es algo único, y no puede haber en un pueblo tan pequeño dos personas con lo mismo, solo puede ser él, uno de los ladrones, el que está al frente de mí, es el chico que Lidya me presentó en el Restaurant, es Miguel.
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