Entrega parte 2

La joven gemía sin control alguno por el acto tan carnal que ejercía el emperador en su intimidad, con su hábil lengua recorría sus pétalos lamiendo su punto más  sensible haciéndola gritar  de placer, sus lamidas se volvieron feroces como el lobo que devora su presa con devoción, pasaba sus dientes delicadamente por ese punto tan sensible que hacía  gritar desesperada a Briana la cual aferraba sus manos a las sábanas arqueando toda su espalda clavando la punta de su cabeza en el lecho, el emperador excitado apretó con fuerza uno de sus pechos que alcanzó a sostener con una de sus furtivas manos, se concentró en lamerse toda la flor de su amante que no tardó en llegar a la cúspide del placer.

La joven se encontraba desparramada en el lecho, con sus mejillas sonrojadas ardiendo de placer y su respiración agitada jadeando por los fuertes espasmos que recibió por primera vez su cuerpo.

El emperador tomó suavemente sus mejillas en sus manos y la hizo mirarlo a los ojos.

Emperador Aragorn: Mi lady, está segura de querer continuar, porque una vez que la vuelva a besar no podré parar hasta saciar nuestros deseos y saciar mis bajos instintos con usted, está segura de querer ser mi amante.

Briana: Mi señor no tengo palabras para describir lo que acaba de suceder solo puedo acotar que fue alucinante y estoy dispuesta a ser suya toda la noche sin reserva, enseñarme a amar mi señor olvídese de mi estatus y conviértame en su amante.

El emperador podía ver la lujuria impregnada en los ojos de la joven pero el más  que nadie conocía que no se detendría ni sería delicado y la joven era pura.

Emperador Aragorn: Mi lady, no podré ser delicado,  incluso  podría lastimarla por no saber controlar mi naturaleza animal.

Briana: Mi señor quiero ser suya, quiero que tome mi cuerpo como usted desee quiero complacerlo.

Dijo la joven acercándose al emperador tocando el pecho de este.

Briana había leído durante años libros prohibidos con escenas eróticas de todo tipo, tenía la teoría de cómo complacer a un hombre, ella solo quería poner en práctica lo que sabía, pero tenía que ser cuidadosa mostrándose sumisa al inicio quería que diera el emperador su mas ardiente instructor.

Briana: Mi señor no exijo nada solo quiero ser complacida, quiero sentir su hombría en mi intimidad, sentir su destreza en mi lecho, sentirme suya aunque sea unas hora.

Le decía lo joven con dulzura mientras recorría con su mirada el cuerpo desnudo del emperador bajando su mirada a la hombría palpitante de este Briana mordió sus carnosos labios haciendo delirar al emperador que cayó ante los encantos de la joven princesa.

El emperador sonrió y tomó a la joven con destreza poniéndola debajo, abriendo sus piernas, se acomodó entre ellas y se inclinó besando esos carnosos labios que lo invitaban a pecar en medio del deseo entró con fiereza en ella haciéndola romper el beso soltando un grito  de placer y sorpresa 

Briana sentía una ligera incomodidad por la intromisión del emperador que la lleno por completo, ella esperaba sentir dolor y desespero como murmuraban las jóvenes doncellas del palacio cuando ya no eran puras, pero a ella le aconteció todo lo contrario quería mucho más.

El emperador sintió plenitud estando dentro de la joven a tal punto de comenzar a embestir salvajemente su interior haciéndolos delirar por el indescriptible placer que ambos sentían.

Briana gritaba con desespero no podía acallar sus gemidos ni controlar su respiración ella ya no era dueña de su cuerpo sino su amante que la tenía al borde del abismo subterráneo del placer seguramente la podían oír a kilómetros, pero poco le importó, el vaivén era delicioso y excitante, se complementaban a la perfección a lo mejor sus cuerpos estaban hechos a la medida para encajar en su totalidad.

El emperador tomó el cuerpo de su amante de todas las formas que su imaginación la podía vislumbrar, la joven disfrutaba de la intimidad los embestidas eran más fuertes y profundas el emperador desató su lujuria consumando el acto carnal con el cuerpo de su joven amante de algo estaba seguro y es que quería sentirse así toda su vida, de alguna forma conseguiría hacerla su emperatriz ambos llegaban al máximo esplendor del placer cayendo rendidos en el lecho a los pocos segundos.

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