Capítulo 5

Filippo:

Estoy pensativo, qué habrá descubierto Francesco, bueno, sea lo que sea, todavía sé lo que quiero.

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*Han pasado algunos días, ir a la cafetería se ha vuelto rutina para Filippo, exigió que solo lo atendiera Juana siempre, no dicen nada, simplemente se miran, más bien parecen estar conversando con la mirada.

Filippo abrirá una nueva discoteca hoy, pensó en invitar a Juana, pero desistió, no creyó que fuera una buena idea por ahora.

Lorenzo: ¿Y qué, amigo, ansioso por la inauguración de la discoteca? Últimamente estás muy callado.

Filippo: Estoy dejando atrás esta vida de juergas, estoy pensando en casarme.

Lorenzo: ¿No me digas? No sabía ni siquiera que estabas saliendo con alguien.

Filippo: Y no lo estoy, bueno, no todavía...

Lorenzo: Explica bien esta historia, amigo.

Filippo: Digamos que estoy intentando conquistar a alguien que conocí, trabaja como camarera en una cafetería.

Lorenzo: Mira, no tengo nada en contra de las camareras, pero ¿no crees que es una locura casarte con alguien que apenas conoces y que ni siquiera sabe que planeas casarte con ella? ¿Qué piensas hacer?

Filippo: Todavía no lo sé, pero ella sin duda será mía.

Lorenzo: No estás pensando en forzarla, ¿verdad?

Filippo: Claro que no, tú sabes que nunca haría eso, solo necesito acercarme y conquistarla.

Lorenzo: Veo que estás totalmente enamorado de ella, ¿cuánto tiempo llevan conociéndose?

Filippo: Una semana.

Lorenzo: Ehm... Ehm... Tienes que estar loco, conoces a la mujer hace una semana, no están ni siquiera saliendo y ya hablas de casarte. Esto es una locura.

Filippo: No me molestes, desde que la vi por primera vez, supe que había encontrado a la persona adecuada, desde entonces siento la necesidad de tenerla cerca y protegerla, sé lo que estoy haciendo.

Lorenzo: Espero que lo sepas realmente, al menos ¿investigaste sobre su vida?

Filippo: Francesco me dará la información hoy, vamos a trabajar más tarde, iremos a la discoteca.

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Juana:

Los días pasaron rápidos, apenas lo noté, conocí a Lívia, ella estaba de vacaciones y también es camarera, cuando nos vimos, fue como una conexión de amigas a primera vista, es bastante alocada, me cae bien, al menos tengo otra amistad por aquí además de Gio.

Filippo viene todos los días a la cafetería y exigió que solo yo lo atendiera, no sé por qué ni qué pretende, de todos modos, estoy aquí para hacer mi trabajo.

Él siempre está serio y no me dice nada más que "buenos días" y su pedido, es claro. Sus ojos siempre me miran como si quisieran decir algo, como si conversaran conmigo a través de la mirada, siento un cosquilleo en el estómago cada vez que me mira, sus ojos son comprensivos, como si me entendieran y supieran por lo que he pasado. Debo estar volviéndome loca.

Hoy es viernes, me desperté, hice mi rutina de higiene como siempre, me vestí, tomé mi café y antes de salir, Gio me llama:

Giovanni: Oye, piranha.

Juana: Gio, no me llames así, ya te lo dije, ¿qué quieres si no quiero llegar tarde?

Giovanni: ¿Qué, siempre de mal humor por la mañana? Solo quiero decirte que no olvidé que dijiste que irías a la discoteca algún día conmigo, ¿qué tal hoy? No es la que trabajo, así que puedes estar tranquila.

Gio sabe que nunca acepté ir a la discoteca donde trabaja porque es un proxeneta y todos lo saben, tengo miedo de que piensen que soy solo otra chica que se vende.

Juana: Está bien, ¿a qué hora?

Giovanni: Mira nomás, ¿así de fácil?

Juana: Voy a ir, Gio, sé que no me dejarás en paz de todos modos.

Giovanni: Solo quiero tu compañía, sabes que eres como mi hermanita, solo quiero que te diviertas un poco y salgas de tu cueva.

Juana: Está bien, voy a ir, está bien. Ahora tengo que irme.

Giovanni: ¡Eso es, chica! Voy a trabajar, a las 8 estoy aquí para irnos.

Juana: ¡Está bien!

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