Azul y Rojo brillante.

Rojo.

Había un chico de cabello rojo que brillaba como el fuego bajo las luces a sus espaldas; quizás era mi imaginación, pero me pareció notar que este lanzaba pequeñas estelas de luz en distintas direcciones cuando él viento lo movía.

Sus ojos eran de un bonito tono azul.

¿O eran verdes?

La verdad es que no podía notarlo bien con la sombra que hacían sus cabellos en su rostro, pero del color que fuesen, tenían una forma muy linda, y una largas pestañas para enmarcarlos.

Estaba arrodilla aún lado mío, y yo me encontraba acostaba en una superficie fría y dura, ¿por qué estaba acostada en un lugar así? ¿Por qué él estaba conmigo? ¿Seguía en la calle, y no había logrado llegar a mí departamento todavía?  No entendía nada y mi cabeza solo daba vueltas, sin poder pensar con claridad o recordar siquiera lo que ocurrió.

Solo era consciente del joven a mí lado, al cuál no recordaba haber visto nunca; sus labios se movía, pero yo no podía escuchar nada de lo que decía, sintiéndome cada vez más y más cansada, no pudiendo controlar mis párpados, los cuales comenzaban a cerrarse. Por algún motivo, me pareció que él no quería que cerrará los ojos, incluso me pareció escuchar la lejana petición de no quedarme dormida, pero no podía saber si en verdad lo había escuchado, sintiendo un zumbido fuerte en mis oídos que bloqueaban los sonidos del exterior.

Por primera vez en mi vida, no podía escuchar la vida surgir en la ajetreada ciudad.

Al final, los párpados se sintieron demasiado pesados, siendome imposible el volver a abrir los ojos, y no teniendo el ánimo para querer hacerlo siquiera. Me deje vencer por el cansancio cuando todo se volvió negro y el zumbido pareció desaparecer o pasar a segundo plano.

Después de eso, no fuí consciente de nada más.

                                •

Me dolía la cabeza.

Era como si alguien estuviera taladrando mi cráneo y el ruido molesto en algún lugar no dejaba de provocarme punzadas intensas, obligando a mi cerebro a reaccionar.

Abrí los ojos, cerrándolos de golpe otra vez al percibir una luz intensa darme de lleno. Espere un poco a que el impacto pasará para intentar abrirlos de nuevo, pero está vez con más lentitud, parpadeando un par de veces para acostumbrarme a la iluminación del lugar.

Finalmente logré mantenerlos abiertos, descubriendo que estaba en una habitación completamente blanca y desconocida para mí. Por los aparatos y estilo de está, era claro que se trataba de un hospital, pero no entendía por qué razón yo estaba en uno.

Intente hacer memoria de lo que había ocurrido para que me encontrará en tal lugar, sintiendo que el dolor empeoraba conforme más me esforzaba por lograr algo, pero el esfuerzo no fue en vano, pues en seguida recordé todo: la pastelería, la infidelidad de Marco, la bruja de bolsillo echándome de ahí, el parque, la chaqueta, Laura al teléfono, la fotografía y el auto a toda velocidad que se dirigía hacía mí.

El dolor después de eso. Me había atropellado un auto.

Recordaba el dolor del impacto, pero en mi cabeza se sentía como algo lejano; era como cuando tenía una pesadilla y al despertar pudiera recordar todo lo ocurrido en ella tan claramente que parecía real, he incluso podía recordar lo que sentí en ella, como si hubiera sido real.

Sin embargo era al revés, pues no había sido ninguna pesadilla y el dolor tanto emocional como físico había sido verdadero, aunque se sintiera como vivido en otro tiempo.

Aún así, eso no quitó el hecho de que me enfureciéra de nuevo con mi ex y su banco andante. Los odiaba demasiado como para dejarlo pasar.

Decidí que tenía que salir de este lugar y pensar muy bien cómo podría hacerles pagar por lo que me hicieron, especialmente a Marco. Pero una parte de mi subconsciente no estaba de acuerdo, pues quizás solo debía dejarlo pasar y olvidarme de todo, quizás el que me atropellara el auto era alguna clase de castigo por haber aceptado enviarle la foto a Laura para que me ayudará con una pequeña venganza.

Bien lo decía mi abuela: "La venganza nunca es buena, solo mata el alma y cobra un precio elevado".

Vale que yo le había creído eso por mucho tiempo, pero ahora realmente no quería hacer caso a ello, pues no me parecía nada justo que ellos me hicieran sufrir de esa manera y se salieran con la suya, para que solo yo sufriera en silencio, teniendo que aguantar mi dolor y odio sin que ellos recibieran su merecido por ello. Tampoco es como sí estuviera planeando asesinarlos o algo así, por tanto, no debía preocuparme por creencias antiguas y debía consolarme un poco; si ellos iban a tener el resto de su vida para ser felices, era justo que sufrieran un poquito lo que yo llevaría conmigo por mucho tiempo.

Alguien ingreso por la puerta, sacadnome de mis profundas cavilaciones. Era un doctor junto con otro hombre que no reconocí de ningún lado, pero su vestimenta dejaba en claro que no se trataba de otro médico u enfermero, ni cualquier otro empleado del hospital.

Si bien no era muy alto, lucía muy bien en el elegante traje gris que vestía. Su cabello era rubio y bien peinado hacia atrás, y sus ojos eran de un color miel muy llamativo.

—Veo que ya despertó, ¿cómo se siente? ¿Le duele algo?

El doctor, por su lado, era un hombre alto y de cabello azabache, con la piel de un tono oscuro y los ojos de un negro que parecía brillar con la luz de la habitación. Parecía ser amable, como todos los doctores debería ser, y su tono de voz era profunda pero reconfortante.

—Me duele mucho la cabeza.

Ahora que hablaba por primera vez desde que desperté, note que la voz sonaba un poco ronca, haciéndome desconcertar por un segundo al no poder reconocerla como mi propia voz.

—Es normal después de lo que le ocurrió, mandaré a una enfermera para que le traiga unos analgésicos en cuanto terminemos con la revición.

Se acercó a mí, y saco una lamparita que encendió y dirigió a mis ojos.

—Siga la luz, por favor.

Hice caso, aún un poco desconcertada por lo que estaba ocurriendo.

—No sé preocupe, esto solo es un chequeo para confirmar que no haya recibido algún otro daño, a parte de los golpes y lesiones que sufrió. ¿Recuerda por qué esta aquí señorita?

Apagó la lámpara y se alejo de mí, concentrándose en escribir en la tablilla que sostenía, y la cual, apenas había notado que llevaba consigo.

—Cruce la calle distraída, sin notar que el semáforo seguía en verde y fui atropellada.

Ambos hombres en la habitación me miraban como si hubiera dicho algo extraño, luego, el doctor se giro a observar al hombre de traje y este lo veía a él a su vez.

—Doctor ¿Cree que haya sufrido un golpe grave en la cabeza? ¿Puede ser qué tenga un problema más serio del que imaginábamos?

El doctor se giro hacia mí de nuevo, mirándome con concentración antes de volver a hablar.

—Aun no puedo decir nada, señor. Quizás la señorita está confundida por el accidente, es normal que los pacientes estén confundidos cuando recién despiertan. Necesitaré hacerle unos análisis, solo para estar seguros.— después de decir eso, apunto unas cosas más en su tablilla antes de volver a hablar conmigo— Es cierto que tuvo un accidente, pero no como usted menciona. Verá, fue un accidente automovilístico en el que usted iba manejando, e igualmente a su relato, no respeto el semáforo, siguiendo aún cuando esté estaba en rojo y colisionando contra otro móvil.

»Tiene suerte de que no paso a mayores y el conductor del otro vehículo no resultó gravemente herido. 

¿Yo iba conduciendo un auto? Era verdad que sabía conducir desde que tenía dieciocho años, pero no tenía un auto propio, y hasta ahora no había podido permitirmelo, ni siquiera había sacado la licencia de conducir por el mismo motivo, y las pocas veces en que podía usar mis conocimientos de manejo era cuando iba a la casa de mis padres, a las afueras de la ciudad.

Ellos solían vivir aquí, pero decidieron que estaban cansados del bullicio de la vida citadina, así que cuando yo cumplí veintidós años y me mudé al que ahora es mi apartamento, ellos compraron una pequeña casa en los alrededores de la ciudad, lo suficientemente alejada de está para escapar de su ruido y sus enormes edificios. No fue una sorpresa para mí, pues ellos siempre habían amado el campo desde que pasaron el verano antes de mi nacimiento en la casa de campo de la hermana de mamá; papá siempre había soñado con volver, y mamá sugirió que se mudarán a una casa propia en el campo.

No les costó mucho decidir. Así que de vez en cuando voy a visitarles, y es ahí cuando puedo tomar la camioneta de papá y desoxidar mis habilidades en conducción.

—Pero estoy segura de que iba a pie, ni siquiera tengo un auto.

—Marie —ahora era el hombre de traje el que hablaba, luciendo algo nervioso con la situación— Tú tienes un auto, y no solo uno, sino cuatro. Anoche saliste del estudio de grabación hasta muy tarde, te sobre exigiste como siempre y trabajaste más de lo debido. Creemos que eso fue lo que provocó el accidente; quizás estabas demasiado cansada y no te diste cuenta del semáforo en rojo.

¿Cuatro coches? ¿Estudio de grabación? Nada de lo que decía parecía lógico, además ¿Quién era él, y cómo sabía quién era yo?

Tal vez estaba confundiendome con alguien más, o podría estarse tratando de una broma pesada.

—No sé de qué habla, y ni siquiera sé quién es usted. Si esto se trata de una broma, déjenme decirles que es de muy mal gusto y puedo tomar acciones legales en su contra por ello.

La verdad es que no estaba segura de sí en verdad podía tomar acciones legales contra ellos por esto, pero tampoco me podía quedar callada y dejar que siguieran burlándose de mí de esta manera cruel.

—Doctor, dice que no me recuerda. ¿Es posible qué se trate de un caso de amnesia?

El doctor parecía aún más serio a cuando llegó, asustandome al no poder distinguir un indicio de engaño en él. Si esto era una broma, él en serio debía ser muy bueno en lo que hacía.

—Me parece que sí, acompáñeme afuera un momento señor, necesito decirle algunas cosas a solas.

Esto me recordaba mucho a todas las películas que había visto sobre gente con amnesia. Ahora venía la parte en la que le decían al familiar del paciente con amnesia que este había perdido la memoria, ya sea por completo o solo algunas cosas, y que era mejor no forzarle a recordar nada, dejando que los recuerdos llegarán por su cuenta.

Valla ¿Hasta eso iba a fingir? ¿O había una persona idéntica a mí y con mi mismo nombre que había sufrido un accidente automovilístico la misma noche en que yo fui atropellada?

Me iba por la primera opción, lo segundo además de irreal, sonaba patético.

A parte de todo esto, ¿dónde estaba Laura? Estaba hablando con ella por teléfono, así que debía saber que algo me había ocurrido.

¿Y mis padres? Seguro que Laura debió informarles sobre lo que me pasó, y si no fue ella, estoy segura que ya ha pasado el tiempo suficiente para que alguien se comunicará con ellos y les diera aviso de mi sufrido accidente.

No me puedo creer que no estén aquí, ni mucho menos que les dieran permiso a esto sujetos de grabar este tipo de bromas, ni siquiera por la cantidad de dinero más grande que pudieran utilizar para sobornarlos.

Necesitaba mi celular, pero seguro que ellos lo tenían. Comenzaba a desesperarme, pensando en si era buena idea ponerme de pie e intentar huir de aquí, aunque tampoco tuviera mi ropa, no importaba la incomodidad de sentirme desnuda con solo la bata de hospital, para ese punto lo único que me importaba era lograr escapar de esos locos y volver a mi hogar; ya suficiente había pasado con el mal rato del día de ayer, y con descubrir que todo un año de mi vida fue un engaño, como para continuar encerrada en un maldito hospital, escuchando a dos completos desconocidos decir locuras sobre mí.

Ya me encargaría de demandar al hospital por permitir este tipo de juegos estúpidos, por el momento debía lograr salir de ahí sin que nadie me detuviera.

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